PRO EXIMIA TUA


CARTA ENCÍCLICA

DEL SUMO PONTÍFICE

BENEDICTO XIV

Al Venerable Hermano, el Arzobispo de Turín

Al Venerable Hermano, salud y Bendición Apostólica.

Por tu eminente espíritu religioso y el respeto que debes guardar hacia la disciplina canónica, no dudamos en absoluto de que tú, Venerable Hermano, justamente reconocido por el cuidado pastoral que durante tanto tiempo y con gran alabanza has dedicado al rebaño confiado a ti, recibirás con no poca amargura lo que Nosotros, mediante otra carta (enviada en forma de Breve a todos los Obispos del orbe Católico, escrita este mismo día, impresa y que te será entregada junto con esta), no sin gran tristeza te comunicamos.

Aunque estábamos informados de que la detestable mercadería, que tanto condenamos, en la celebración de las Misas estaba en auge también en otros lugares, no sabíamos sin embargo que fuera tan extendida ni que se ejerciera con tan grande avidez de ganancias impuras, como hemos sido informados recientemente que es practicada por algunos eclesiásticos piamonteses y por personas laicas. Por tanto, buscamos aplicar un saludable remedio contra tan abominable negocio, para erradicar completamente esta mancha de infamia de las diócesis del Piamonte. En verdad, para no dar la impresión de menoscabar la opinión que todos tienen acerca del decoro de la disciplina eclesiástica y la observancia vigente en las diócesis del Piamonte, y para cumplir debidamente con los deberes de nuestra solicitud apostólica, decidimos escribir al respecto.

1. Por ello, como puedes deducir fácilmente, Venerable Hermano, esta particular muestra de caridad hacia cada uno de los Obispos del Piamonte, es necesario que trabajes intensamente para que, tanto por la gravedad de la situación como por motivo de Nuestra intervención, pongas todo tu esfuerzo en lograr que podamos felicitarnos contigo por la completa erradicación del contagio de esta mercadería.

2. Si la obstinación de las personas malvadas es tan resistente que no se vean en absoluto afectadas por las penas impuestas en nuestras mismas cartas, y fuese necesario recurrir a la ayuda del Brazo secular para eliminarla, no dejes de hacerlo, con la seguridad de que este intervendrá más fácilmente de lo que piensas.

3. En efecto, tan grande es, y tantas veces ha sido demostrado por los hechos mismos, el respeto hacia Nosotros y hacia esta Sede Apostólica por parte de Nuestro carísimo Hijo en Cristo, Carlos Manuel, ilustre Rey de Cerdeña, que cada día esperamos mayores y más seguras manifestaciones de real observancia y de celo (no solo hacia Nosotros mismos, sino también hacia Tu Fraternidad) en todo lo relacionado con la disciplina eclesiástica, así como de patrocinio hacia Nosotros.

Mientras tanto, impartimos con gran benevolencia la Bendición Apostólica a Tu Fraternidad.

Dado en Roma, en Santa María la Mayor, bajo el anillo del Pescador, el 30 de junio de 1741, en el primer año de Nuestro Pontificado.

BENEDICTO XIV