QUAM GRAVITER


CARTA ENCÍCLICA

DEL SUMO PONTÍFICE

CLEMENTE XIII

A los Venerables Hermanos Arzobispos y Obispos reunidos en París en Asamblea General

Venerables Hermanos, salud y Bendición Apostólica.

1. Cuán gravemente nos hemos sentido heridos al leer los tres Decretos (Arrêts, como los llaman) del pasado 24 de mayo, publicados por el Consejo Real del Cristianísimo Rey, lo comprenderéis fácilmente. Al recibirlos, quedamos al mismo tiempo consternados y profundamente preocupados. En efecto, ¿qué será del divino poder de la Iglesia si, cuando necesite ejercer su derecho y quiera llamar a los fieles a la obediencia, deberá someterse por completo al mandato del poder laico y no podrá exigir de los fieles una obediencia mayor que aquella que conviene al poder secular? ¿Qué línea de demarcación podremos establecer para reconocer los límites de ambos poderes si la capacidad de anular cualquier decreto de la Iglesia sobre Fe, disciplina o normas de conducta está en manos del poder laico y su arbitrio?

Vosotros veis, Venerables Hermanos, cuán oprimida está la Iglesia en esta especie de servidumbre y qué grave calamidad terminará sufriendo la viña del Señor. Tampoco escapará a vuestra perspicacia qué flagelo debe temerse, dado que el poder secular reclama para sí el derecho de examinar nuevamente las Constituciones de las Órdenes Regulares y de abordar su reforma, sin consultar a esta Santa Sede del Beato Pedro, a la cual nadie niega que debe recurrirse en asuntos de esta índole, como lo confirman numerosos ejemplos en ese Reino.

2. Por otra parte, estamos absolutamente convencidos de que al Cristianísimo Rey no se le ha presentado cuántos graves abusos pueden originarse de esos edictos contra la Iglesia; y no dudamos de que su gran rectitud y su singular respeto hacia la Iglesia le causan repugnancia ante tales abusos. Por lo tanto, a vosotros os corresponde el deber de exponer ante su Majestad Real una prueba evidente de esos abusos, descrita con vivos colores. Debéis realizar esta tarea con particular diligencia, ya que el mismo Cristianísimo Rey ha declarado expresamente que está dispuesto a escuchar con benevolencia e indulgencia vuestras posibles reclamaciones si decidís acudir a él.

Para que podáis más fácilmente obtener audiencia con él, Venerables Hermanos, escribimos a su Majestad Real, revelándole el profundo dolor que Nos causaron esos edictos, y le recordamos su sentimiento religioso para que os reciba con ánimo sereno cuando solicitéis su real auxilio, de manera que se manifiesten en la Iglesia la fuerza operante y el poder que él ha recibido de Cristo Señor.

Y a vosotros, Venerables Hermanos, cuyo ardentísimo celo y amor hacia Dios y la Esposa de Jesucristo nunca podremos alabar lo suficiente, os impartimos la Bendición Apostólica con todo el afecto de Nuestro corazón.

Dado en Roma, el 25 de junio de 1766, en el octavo año de Nuestro Pontificado.

CLEMENTE XIII