CAP. XXIX: Se resuelven las objeciones de los griegos.

Es necesario refutar sus objeciones. La PRIMERA es la siguiente: el Tercer Concilio General prohibió cualquier cambio en el Símbolo. Esto se encuentra al final del Concilio: "La santa Sínodo decretó que a nadie le es lícito proponer, escribir o exponer otra fe diferente de la que fue definida por los santos Padres reunidos en el Espíritu Santo en la ciudad de Nicea. Aquellos que se atrevan a componer otra fe o a presentarla a quienes deseen convertirse al conocimiento de la verdad desde los gentiles, los judíos o cualquier herejía, si son obispos o clérigos, serán depuestos; los obispos de su obispado, los clérigos de su clero, y si son laicos, serán excomulgados."

Nuestros teólogos responden que este decreto no prohíbe la explicación del Símbolo ni la modificación en cuanto a las palabras, sino que prohíbe su corrupción mediante adiciones o sustracciones que alteren su sentido, lo que prueban de varias maneras. PRIMERO, así también se entienden las palabras de Pablo en Gálatas 1, donde anatematiza a aquellos que enseñan algo diferente a lo que él enseñó; pues él mismo enseñó muchas otras cosas después, e incluso Juan escribió todo su Evangelio más tarde, donde hay muchas cosas que no se encuentran en Pablo. Por lo tanto, Pablo no prohíbe que se añada doctrina, sino que se añada algo contrario a lo que ya se ha enseñado.

SEGUNDO, si el Concilio de Éfeso hablara de cualquier cambio en el Símbolo, entonces el Símbolo Constantinopolitano ya habría sido abrogado, pues en él se encuentra la adición: "Que procede del Padre"; ya que el Símbolo Constantinopolitano añadió, entre otras cosas, esta frase al Símbolo de Nicea: "Que procede del Padre"; sin embargo, los griegos siempre han usado el Símbolo Constantinopolitano y no el de Nicea.

TERCERO, en el Concilio de Calcedonia, donde participaron muchos de los obispos que estuvieron presentes en el Concilio de Éfeso, en el acta 5, cuando debía escribirse la fe, los obispos clamaron: "Añadamos que Santa María es Madre de Dios," y en esa misma acta se redacta un nuevo Símbolo, en el que se cambian, añaden y quitan muchas cosas respecto a las frases del Símbolo de Nicea y el de Constantinopla. Y al final se añade la misma prohibición: "La santa Sínodo decretó que a nadie le es lícito proponer otra fe," etc., como en el Concilio de Éfeso. De lo cual se desprende claramente la explicación del decreto, a menos que digamos que el Cuarto Concilio contradice al Tercero y que todos los obispos del Cuarto Concilio estaban excomulgados, lo que nadie ha dicho hasta ahora.

Además, los griegos no ignoraban que los latinos sostenían esta opinión desde hace tiempo. Pues HORMISDA, en una carta al emperador Justino, escribió expresamente que el Espíritu procede del Padre y del Hijo. Asimismo, no ignoraban la adición hecha, y sin embargo, durante unos 300 años permanecieron en silencio y no causaron cisma, como se evidencia por el hecho de que la adición se hizo alrededor del año 600, y después se celebraron tres concilios generales, el VI, VII y VIII, con el consentimiento común de los griegos y los latinos. Solo después se les ocurrió mencionar el decreto de Éfeso como objeción contra nosotros. ¿Por qué no lo objetaron antes, a menos que entendieran que no tenían nada en contra nuestra?

Los griegos responden que el Concilio de Éfeso prohibió cualquier cambio en el Símbolo, tanto en lo que respecta al contenido como a las palabras.

Con respecto a lo que hemos señalado sobre el Símbolo Constantinopolitano, que añadió al de Nicea, responden que el Concilio de Éfeso consideraba el Símbolo de Nicea y el de Constantinopla como uno y el mismo, y que prohibió cualquier cambio en el Símbolo de Nicea tal como fue explicado por el Concilio de Constantinopla.

En cuanto a la objeción que presentamos del Concilio de Calcedonia, responden que dicho concilio sí emitió otra confesión de fe, pero no compuso otro Símbolo que debía ser usado en la Iglesia y transmitido a quienes iban a ser catequizados. Y dicen que el Concilio de Éfeso se refería a este tipo de Símbolo. La ocasión de este decreto fue porque muchos componían Símbolos y los transmitían a los neófitos, y mientras tanto introducían errores.

CONTRA esto, nuestros teólogos objetan que si el Símbolo de Nicea y el de Constantinopla son considerados el mismo porque coinciden en esencia, entonces lo mismo podría decirse de otros que también coinciden en esencia.

Además, del hecho de que el Concilio de Calcedonia no compusiera un Símbolo que debiera ser usado en la Iglesia, y sin embargo añadiera la cláusula de que nadie se atreviera a escribir otra fe y presentarla a los catecúmenos, nuestros teólogos deducen que esta prohibición no debe entenderse como una prohibición de cambiar el Símbolo en cuanto a las palabras, sino en cuanto a la doctrina. Esta es una solución común y sólida.

Pero tal vez podríamos cerrar la boca de los griegos de otra manera. Pues aunque el Concilio de Éfeso hablara de las palabras del Símbolo y no quisiera que se añadiera o quitara nada, sin embargo, esta prohibición solo se extendería a los obispos individuales, clérigos o laicos, pero no a los concilios de obispos. Pues las palabras del canon mencionan a esas personas: obispos, clérigos y laicos. Sin embargo, es sabido que los concilios no están compuestos de clérigos y laicos, sino solo de obispos. Y la ocasión por la cual se escribió este canon confirma lo mismo. El canon fue escrito porque muchos comenzaron a componer sus propios Símbolos, no solo obispos o clérigos, sino también laicos.

¿Y cómo podría creerse que el Concilio de Éfeso quiso prescribir una regla al Sumo Pontífice o a un concilio general? ¿Acaso ignoraban esos obispos que nadie puede legislar sobre su superior o igual? Por lo tanto, dado que la partícula "Filioque" no fue añadida al Símbolo por un obispo particular, clérigo o laico, sino por el Pastor supremo de toda la Iglesia, y tres concilios generales aprobaron lo mismo, no puede haber duda de que se hizo de manera legítima.

Sin embargo, algunos objetan: aunque se permitiera a los latinos explicar el Símbolo con esa adición, no parece que dicha explicación debiera haberse incluido en el Símbolo. Pues si todo lo que se define respecto al Símbolo debiera añadirse al mismo, muchas otras cosas tendrían que haber sido añadidas, como que la Virgen es Madre de Dios, que el cuerpo de Cristo está verdaderamente en la Eucaristía, aunque haya ascendido al cielo, y otras cosas.

RESPONDO que no es necesario que todo se ponga en el Símbolo; sin embargo, esa partícula fue correctamente añadida por dos razones. PRIMERO, porque después de que surgió la herejía, el mismo Símbolo, sin esa partícula, daba ocasión de error. SEGUNDO, porque se podía añadir fácilmente sin incluir un nuevo artículo ni hacer un cambio notable en el Símbolo. Estas razones no se aplican a otras adiciones. Sin embargo, no negamos que se pueda añadir alguna otra partícula para mayor claridad, si el Sumo Pontífice o un Concilio universal lo consideran conveniente.