CUESTIÓN III

Si Dios conoce las cosas por semejanzas realmente diferentes

ADMITIDO que Dios conoce las cosas por semejanzas ejemplares, se plantea la cuestión si las conoce por semejanzas realmente diferentes. Y parece que sí:

[Argumentos a favor]

Por la autoridad. Agustín, ochenta y tres cuestiones diversas, en la cuestión sobre las ideas: "Si no puede decirse o creerse rectamente que Dios ha creado todas las cosas irracionalmente, hay que decir que todas las cosas han sido creadas con una razón, y el hombre no con la misma razón que el cabal o, pues es absurdo pensar esto; por consiguiente, cada cosa ha sido creada con su propia razón".

En el mismo pasaje: "Las ideas son formas inmutables, que están contenidas en la inteligencia divina". Es así que toda forma es una realidad; luego, si hay muchas formas, hay muchas realidades; por tanto, si hay muchas ideas, es necesario que sean realmente diferentes.

Dionisio en Los nombres de Dios, V: "Decimos que las ideas ejemplares son en Dios las razones que dan el ser a las cosas que existen, y que tales razones preexisten singularmente, y la Teología las l ama predeterminaciones".

Mas las razones que dan el ser a las diversas cosas son también diversas; por tanto, al ser diversas realmente las cosas creadas, es necesario que las razones que les dan el ser sean realmente distintas.

El Filósofo en el libro VII de la Metafísica: "Todo el que obra por medio de un modelo, al final de la operación es forma de la cosa hecha". Pero Dios obra según un modelo; por consiguiente, si las formas que llevan a efecto las cosas creadas tienen diferencia real, es necesario que las razones ejemplares tengan diversidad real.

Esto mismo parece por la razón. Dios obra según un plan.

Ahora bien, el que obra según un plan no produce las cosas si no las tiene en sí; luego, si produce diversidad de cosas, es necesario que las tenga en sí bajo razón de diversidad.

Es así que no las tiene sino por medio de las razones de ellas; luego es necesario que las razones de las cosas sean realmente diversas.

Todo lo que tienen las cosas lo reciben de Dios; luego, como tienen diversidad entre sí, la reciben de aquel nobilísimo arte; por tanto, si la reciben de Él, es necesario que se encuentre en Él. Pero no está en Él si no es en las razones ejemplares; por consiguiente es necesario que éstas se distingan realmente.

Los efectos opuestos tienen causas próximas opuestas y que los producen inmediata y uniformemente. Mas las razones ejemplares de las cosas son sus causas próximas y que las producen inmediata y uniformemente; por tanto, como son causas de cosas no sólo diversas, sino también opuestas, es necesario que no sólo se distingan realmente, sino también que se opongan entre sí.

Como dice Boecio: "El número fue el principal modelo en la mente del Creador"; y Agustín dice en el libro II de El libre albedrío que número y sabiduría son la misma cosa; y es opinión común que no se encuentra en Dios el número ejemplar sino en relación a las razones ejemplares. Luego, si el número establece verdadera pluralidad y en esas razones ejemplares hay verdadera y propiamente razón de número, se sigue que en ellas hay verdadera y propiamente diversidad real.

A la perfección del conocimiento pertenece conocer distintamente; luego el conocimiento más perfecto conoce con la máxima distinción. Ahora bien, Dios no conoce las cosas sino del modo como las tiene en sí; por consiguiente, es necesario que las tenga en sí con la máxima distinción.

Mas no las tiene sino por medio de sus razones; por tanto es necesario que esas razones sean distintísimas; en consecuencia, tienen en Él no sólo distinción de razón, sino también distinción real.

Dios no conoce de distinta manera las cosas que hay dentro Él y las que hay fuera de Él; al contrario, las conoce uniformemente. Pero las cosas exteriores las conoce con distinción real; por consiguiente también las que hay dentro de Él. Es así que conoce estas cosas de la misma manera que las tiene; luego las tiene en su mente como realmente distintas.

Lo semejante se conoce por medio de su semejante.

Esto es verdad por sí mismo, pues dice Agustín, La Trinidad, IX "Todo conocimiento por medio de una imagen es semejante a la cosa que se conoce". Luego, argumentando a la inversa, lo desemejante se conoce por medio de su desemejante. Mas las cosas desemejantes son conocidas realmente; por tanto las razones de conocerlas son también realmente desemejantes; en consecuencia también realmente diferentes.

Lo que es semejante a uno de los opuestos en cuanto tal es desemejante a su opuesto; luego, si la idea de blanco es semejante a una cosa blanca, es desemejante a una cosa negra, y por la misma razón la idea de negro es desemejante a una cosa blanca; en consecuencia, es necesario que las ideas de blanco y de negro sean desemejantes entre sí; por tanto también realmente diferentes.

La idea es semejanza; por tanto o es semejanza total o es semejanza parcial. Si es semejanza parcial, se sigue que por medio de ella la cosa no es nunca conocida totalmente.

Si es semejanza total, las cosas que son totalmente semejantes a otra, no son desemejantes en nada; luego, si en la realidad fuera

una la semejanza de las criaturas, sería imposible que fueran realmente diferentes. Pero consta que son realmente diferentes; por consiguiente, es necesario que les corresponda diferencia real de las semejanzas ejemplares.

La razón ejemplar es semejanza de la cosa conocida; por tanto es semejanza común o propia. Si es común, se sigue que por medio de ella no se conocen las propiedades de las cosas. Si es propia, las semejanzas propias se multiplican según la pluralidad de las cosas; por consiguiente, si las cosas creadas son realmente diversas, es necesario que sus semejanzas sean también realmente diferentes entre sí.

Llámese A la razón con fue hecho el hombre; B la razón con que fue hecho el asno. Es evidente que A no es B.

Luego, si en Dios aquellas cosas, de las cuales la una no se predica de la otra, se distinguen con distinción real y no sólo con distinción de razón, parece que son realmente diversas.

La menor es evidente, porque aunque la bondad, la sabiduría y el poder sean diferentes con distinción de razón, sin embargo se predican mutuamente la una de la otra.

A no es la semejanza del asno, ni B la semejanza del hombre; luego A en alguna manera se acerca más al hombre que al asno. Pero esto no sería así si no estuviera en cierto modo más acorde con el hombre que B, y esto no sería posible, si de alguna forma A no tuviera diferencia real con B; por consiguiente, etc.

Si estas razones ideales son múltiples con distinción de razón, o responde algo a esa razón o no responde nada. Si no responde nada, es que es vana. Si responde algo, entonces es necesario en alguna manera que en estas razones haya diferencia real.

Estas razones o se diferencian por razón de lo que connotan o por razón de sí mismas. Si se diferencian por razón de lo que connotan, se sigue que, siendo esto temporal, lo temporal será causa de lo eterno. Si se diferencian por razón de sí mismas, las

cosas que se distinguen por sí mismas, son realmente diferentes; luego estas razones son realmente diferentes.

Si estas razones se diferencian por razón de la cosa que connotan, luego, como el Verbo connota el efecto más que lo connota la razón o la idea, porque, como se dice en las ochenta y tres cuestiones diversas, "el Verbo dice potencia operativa", parece que, si éste fuera la causa, se diría que en Dios hay muchos Verbos. Ahora bien, consta que esto es falso; por tanto, para que se diga que hay muchas razones no es suficiente la diferencia de las cosas connotadas.

Las cosas han sido causadas por las razones ejemplares y no a la inversa; luego la pluralidad de las razones es anterior a la pluralidad de las cosas connotadas; por consiguiente, si se multiplican las razones, esto no lo hace la diferencia de las cosas connotadas; por lo tanto, es necesario que se distingan realmente por sí mismas.

La pluralidad de Personas en Dios es más importante que la pluralidad de las ideas o razones. Mas la diferencia real de las Personas no repugna a la simplicidad de Dios; por tanto, tampoco la pluralidad real de las razones ideales; en consecuencia, si los Santos dicen que éstas son muchas, parece que hay que confesar que éstas son realmente diferentes.

Argumentos en contra:

Dionisio en el capítulo V de Los nombres de Dios, hablando de Dios dice así: "[Dios] tiene en sí previamente todas las cosas según la excelencia única de su simplicidad, rechazando toda duplicidad". Ahora bien, si Dios tiene en sí previamente las cosas por las razones de las cosas, también ellas rehúyen toda duplicidad; luego no tienen diversidad real.

Y en el mismo pasaje: "Un solo sol contiene previamente en sí mismo uniformemente las causas de las muchas cosas que participan de él; con mucha mayor razón hay que conceder que en la causa del sol y de todas las cosas preexisten las ideas ejemplares

de todo lo que existe a manera de una unión supersubstancial". Pero esto no sería así si esas razones fueran realmente distintas; por consiguiente, no tienen diversidad real.

Agustín en el libro VI de La Trinidad, capítulo 10: "El Hijo es el arte del omnipotente que contiene todas las razones de los seres vivos, y todas las cosas son en él una sola cosa".

Mas esto no sería así, si esas razones fueran realmente diversas; por tanto necesariamente son realmente indistintas.

Esto mismo demuestra Dionisio en el capítulo V de Los nombres de Dios, con el siguiente razonamiento: Todas las líneas están originalmente en el punto y todos los números en la unidad. Y sin embargo por esto no se pone en el punto y en la unidad la diversidad real de las criaturas; luego tampoco en la causa suprema.

No hay estabilidad sino en la unidad. Pero en cualquier género de causa es necesario tener estabilidad; por consiguiente, Si Dios es la causa ejemplar en la cual está la estabilidad de todas las causas formales, es necesario que

[la causa ejemplar] tenga una absoluta unidad real.

Hay que atribuir a Dios lo que es más perfecto. Es así que es más perfecto conocer muchas cosas con un solo medio que conocer muchas con muchos medios; luego…

El conocimiento divino es infinito; por tanto no está restringido ni limitado en modo alguno; por consiguiente tampoco la razón del conocer está en Dios limitada de ningún modo. Es así que, si para conocer muchas cosas se necesitaran muchas razones realmente diferentes, entonces el conocimiento de Dios estaría de algún modo limitado y restringido; luego, si es imposible admitir esto, es imposible que esas razones sean realmente diversas.

La razón de conocer en Dios indica algo esencial, porque es común a las tres Personas. Mas las cosas esenciales en Dios no son en modo alguno múltiples realmente, porque, si fueran realmente múltiples, habría en Dios muchas esencias, y esto es

imposible; por tanto es imposible que las razones ejemplares sean realmente diferentes.

Todas las cosas que se distinguen realmente se distinguen o por su origen o por su cualidad, como dice Ricardo. Pero las razones ejemplares no pueden distinguirse por su cualidad, porque tal distinción no cabe en Dios; ni por su origen, porque no procede una de otra; por consiguiente es imposible que sean realmente distintas.

Las razones eternas producen las cosas; ahora bien, o son solamente productoras o productoras y producidas. Si son productoras y producidas, como el que produce y lo producido se distinguen realmente, esas razones se distinguirían realmente de Dios, porque es imposible admitir otro que las produzca; luego no serían el mismo Dios, ni Dios conocerla las cosas por sí mismo; lo cual es imposible.

Si son solamente productoras, entonces tienen razón de único principio. Mas tal principio es el primer principio, y el primer principio no es sino únicamente uno, por tanto es imposible que las razones eternas se distingan realmente.

La razón ejemplar designa aquello por lo cual una cosa es conocida. Es así que aquello por lo cual una cosa es conocida no es sino la forma; luego, si Dios conociera las cosas por razones ejemplares realmente diferentes, sería necesario que el mismo ser divino fuera multiforme. Pero esto es totalmente imposible; por consiguiente, lo primero también.

Supongamos que [las razones ejemplares] se distinguen realmente. Como hay cosas que tenemos que disfrutar, y las cosas que tenemos que disfrutar nos hacen bienaventurados, nadie sería bienaventurado si no conociera todas las razones ejemplares, de la misma manera que no es bienaventurado nadie que no tenga conocimiento de alguna de las tres Personas. Mas esto es falso y absurdo; por tanto, también lo primero.

La razón ideal en Dios no designa algo inherente, sino más bien alguna sustancia estable por sí misma, como es el Verbo; luego, si hubiera en Dios muchas razones realmente diferentes, habría en Él tantas sustancias estables por sí mismas como razones; por consiguiente, habría tantas personas divinas o esencias como ideas. Mas esto es falso y contrario a la fe; por tanto, es erróneo decir que las razones ideales son realmente diferentes.

Si [las razones ejemplares] son realmente diferentes, o lo son como cosas absolutas o como relaciones. Pero no lo son como relaciones, porque ninguna relación recibe el nombre de aquello a lo que se refiere, sobre todo en la relación que implica superioridad, sino que la razón ejemplar del hombre es el propio hombre; por consiguiente la razón ideal en Dios no está impuesta por una relación real. Por tanto, si son muchas realmente, lo son como formas absolutas; en consecuencia, si esto es imposible, es imposible que esas razones sean realmente diferentes.

Si [las razones ejemplares] se distinguen realmente como relaciones reales diversas, puesto que en una relación real los términos relativos son simultáneos por naturaleza, serían simultáneos por naturaleza la idea y lo ideado; luego también el Creador y la criatura. Es así que esto es totalmente absurdo; luego es imposible que las razones ejemplares sean diversas como relaciones reales diversas; ni tampoco como cosas absolutas diversas, como es evidente; por consiguiente, no tienen ninguna diversidad real.

Toda diversidad real hace que haya dos esencias distintas o dos personas distintas o dos cualidades distintas.

Mas ninguna de estas tres cosas se puede decir de las razones eternas, porque no hay no hay en ellas diversidad esencial ni personal ni accidental; por tanto no hay en modo alguno distinción o diferencia real.

Conclusión

Dios conoce las cosas en sí mismo por medio de una semejanza que expresa todas las cosas, de manera que las razones ideales no se multiplican en Dios realmente, sino sólo como entes de razón

Respondo:

Para entender lo anterior hay que tener en cuenta que Dios conoce sin duda alguna las cosas, y que las conoce en sí mismo, y que las conoce en sí mismo como por medio de una semejanza, y que esa semejanza en que las conoce no es una semejanza recibida del exterior ni una semejanza por concordancia con alguna tercera naturaleza, sino que esa semejanza no es otra cosa que la misma verdad expresiva, como quedó demostrado en la cuestión anterior. Por tanto, decir que Dios conoce las cosas por sí mismo como por medio de una semejanza es lo mismo que decir que Dios conoce las cosas por sí mismo como verdad o como luz suprema que expresa las demás cosas. Y como la verdad divina es poderosísima para expresar todas las cosas totalmente, de la misma manera que el poder divino [es poderosísimo] para crear todas las cosas totalmente, por eso Dios conoce por sí mismo como verdad que expresa totalmente toda la variedad de las cosas. y la verdad divina tiene poder, aunque sea una sola, para expresar todas las cosas a manera de semejanza ejemplar, porque ella está absolutamente fuera del género y no está limitada en nada; ella es también acto puro, en cambio las demás cosas con relación a ella son materiales y posibles. Por tanto, como lo que es uno en cuanto a la forma puede asemejarse a muchas cosas en cuanto a la materia, como queda patente en la blancura en el hombre y en la piedra; como la misma Verdad se relaciona sin diferencia con todas las cosas, y las demás cosas son para ella materiales, ella como acto puro puede ser semejanza que expresa todas las cosas.

Mas en esta expresión se deben entender tres cosas: la misma verdad, la misma expresión y la misma cosa expresada. La verdad que expresa [las cosas] es una sola real y conceptualmente; las cosas que son expresadas son multiformes actual o posiblemente, y la expresión considerada en sí misma no es sino la misma verdad;

mas considerada en relación a su finalidad, está relacionada con las cosas que son expresadas. De aquí que la expresión de varias cosas en la verdad divina o por la verdad divina, si la consideramos en sí misma, no son varias cosas; pero, si la consideramos en relación a su finalidad, decimos que es múltiple, porque expresar a un hombre no es expresar a un asno, como predestinar a Pedro no es predestinar a Pablo, ni crear a un hombre es crear a un ángel, aunque el acto divino sea uno solo. Por tanto, como las razones ideales designan las mismas expresiones de la verdad divina con relación a las cosas, por eso se dice que son múltiples no según lo que significan, sino según lo que connotan; no según lo que son, sino según aquello para lo que son o con lo que se comparan. y como [dichas razones] no se relacionan con las cosas según una relación real que hay en Dios, porque Dios no se relaciona realmente con nada exterior, sino sólo según nuestra manera de entender, a la cual corresponde una relación real en acto o en potencia de parte de las cosas, por eso hay que decir que las razones ideales se multiplican en Dios no realmente, sino según razón, y esta razón no es sólo de parte del que entiende, sino también de parte de la cosa entendida.

Totalmente semejante a esto no se encuentra nada en la creación; pero, si se pensara por un imposible que la luz es idéntica a su iluminación e irradiación, podríamos decir que una misma luz y antorcha tendría muchas irradiaciones, porque irradiación quiere decir dirección diametral u ortogonal de la misma antorcha; por lo cual se diría que diversos cuerpos iluminados reciben muchos rayos luminosos, pero en una sola luz y en una sola antorcha.

Así también en el tema propuesto hay que entender que la misma verdad divina es la luz, y sus expresiones son respecto a las criaturas como rayos luminosos, aunque intrínsecos, que llevan y dirigen de manera determinada a aquello que expresan.

Y esto es lo que dice Dionisio en el capítulo VII de Los nombres de Dios: "El entendimiento divino no conoce las cosas expresándolas a partir de las cosas, sino que a partir de sí mismo y

en sí mismo, en cuanto es causa de todas las cosas, tiene previamente y concibe previamente la noticia y la ciencia y la sustancia de las mismas, no porque se meta en cada cosa por medio de la idea, es decir, no por medio de ideas realmente diferentes, sino porque conoce y contiene todas las cosas como su única excelencia causal; de la misma manera que la luz en cuanto causa ha recibido de antemano en sí misma conocimiento. Las tinieblas, no conociendo las tinieblas por otro hecho que por la falta de luz. Por consiguiente, la divina sabiduría, al conocerse a sí misma, conoce todas las cosas materiales de manera inmaterial, y las divisibles de manera indivisible, y las múltiples de manera singular, conociendo y produciendo todas las cosas en su misma unidad".

En esto muestra claramente Dionisio que en la razón del conocimiento divino no es posible la pluralidad real, porque esto disminuiría la perfección del conocimiento divino. Y esto mismo lo demuestra más perfectamente en el capítulo 5, como he citado más arriba, y por eso se deben admitir los argumentos que se han expuesto a favor de esta solución.

[Solución de las objeciones]

Por tanto, a la primera objeción tomada de Agustín: El hombre ha sido creado con una razón y el cabal o con otra, etc., hay que decir que la otredad aquí no significa diferencia real, sino solamente diferencia de razón.

A la objeción: La idea es forma y realidad, etc., hay que decir que la idea significa realidad y significa modo de la realidad, pues significa forma comparada a lo que ella expresa, y que no se multiplica en cuanto significa realidad, sino en cuanto significa modo de la realidad; y por eso cuando la objeción pasa de la pluralidad de las ideas a la pluralidad de las cosas en Dios, pasa de la pluralidad del modo a la pluralidad de la realidad; y por eso yerra en cuanto a un elemento accidental o en cuanto al modo de expresarse.

A la objeción: Según Dionisio las ideas ejemplares son principios que dan el ser, hay que decir que se dice que dan el ser o porque subsisten en sí mismas o porque producen las sustancias de las cosas o porque expresan las sustancias de las cosas, no porque sean las sustancias o esencias de las mismas cosas. Y aunque las esencias de las mismas cosas se multipliquen en las cosas porque son intrínsecas a las mismas cosas, sin embargo no se sigue que sean múltiples sus razones ejemplares, porque no entran en la constitución de las cosas.

A la objeción: El que obra según un modelo es forma de la cosa hecha, hay que decir que eso se entiende del que obra según un modelo y que es dirigido y regulado por el mismo modelo, como es el agente creado; y ni siquiera se entiende propiamente que él sea en verdad forma de la cosa producida, sino que él tiene en si algo que tiene la semejanza de la cosa que ha de producir, como el médico que cuando cura tiene antes en su mente y en su arte la curación que después realiza. Así la argumentación falla por dos lados.

A la objeción: El que obra según un plan no produce las cosas, si no las tiene en sí, hay que decir que no es necesario que las tenga realmente, sino en semejanza, y esta semejanza no es necesario que sea en todo conforme a las cosas de las que es semejanza. Así es evidente que la razón o idea de las cosas materiales es inmaterial, la de las cosas corruptibles es incorruptible, y por eso la idea de muchas cosas puede ser uniforme y la de las cosas diferentes ser única. Por eso no se sigue que, si la pluralidad es representada por las mismas ideas ejemplares, ellas tengan que ser muchas en realidad, como no se sigue que las ideas ejemplares de los seres materiales sean materiales.

A la objeción: Todo lo que tienen las cosas lo reciben de Dios, hay que decir que lo reciben de Él como del que puede hacer algo de la nada, no en el sentido de que reciban algo de su sustancia. Por eso, si la criatura tiene algo en su género propio, no se sigue que sea necesario que ello se encuentre en acto en el que se lo da;

sino que basta que se encuentre solamente según el poder eficiente o la ejemplaridad representativa.

A la objeción: Los efectos opuestos tienen causas próximas opuestas, etc., hay que decir que es verdad en las causas limitadas que no producen efectos múltiples sino por principios múltiples; y por lo mismo no producen efectos opuestos sino por principios opuestos. Pero no es verdad en la causa de las causas, la cual no tiene ninguna restricción o limitación, sino libertad absoluta respecto a los efectos que ha de producir, por diferentes que sean.

A la objeción: El número fue el principal modelo en la mente del Creador, hay que decir que esto se dice no porque en Dios haya propiamente número, ya que el número resulta de la suma de las diversas unidades, sino porque el propio Dios conoce el número, según el cual son reguladas todas las proporciones de las cosas que ha de crear.

O si se dice en alguna parte que en Dios hay un número de ideas, este número se aparta del concepto de número propiamente dicho, como el número de las tres Personas, que no resulta de la pluralidad de unidades, sino del desdoblamiento de la misma unidad en las diversas hipóstasis. De la misma manera el número de ideas o razones no significa pluralidad de unidades eternas, ya que la unidad eterna es una solamente, sino comparación de ella con las múltiples cosas que ha de expresar.

A la objeción: A la perfección del conocimiento pertenece conocer distintamente, etc., hay que decir que el acto de conocer mira al mismo sujeto que conoce y al mismo objeto conocido. De ahí que conocer distintamente puede tomarse en dos sentidos: ya por parte del sujeto que conoce ya por parte del objeto conocido. Y aunque el conocer distintamente por parte de la cosa conocida pertenezca a la perfección del conocimiento, no es así por parte del sujeto que conoce, porque es más perfecto conocer muchas cosas por medio de un solo principio que por medio de muchos.

También se puede decir que conocer distintamente puede entenderse de dos maneras: o de manera que quiera decir distinción en cuanto a la diversidad esencial, o de manera que quiera decir expresión ejemplar o cognoscitiva. En el primer sentido contribuye a la perfección del conocimiento por parte del objeto conocido. En el segundo, por parte del sujeto que conoce. Y en este sentido Dios conoce con suma distinción, porque la verdad eterna, aunque es una, expresa con la máxima distinción las diversas cosas, sin que se encuentre en ella por eso ninguna distinción.

A la objeción: Dios conoce de la misma forma las cosas que hay en El y las que están fuera de Él, etc., hay que decir que, si se entiende en el sentido de que Dios no tiene conocimiento de las cosas desde fuera de Él, sino sólo desde dentro, el discurso es verdadero. Pero si se entiende que Dios conoce que las cosas existen de la misma manera dentro y fuera de Él, es falso; porque dentro de Él las tiene bajo una absoluta indistinción real, y sabe que ellas existen así; fuera de Él, en cambio, sabe que existen bajo múltiples formas.

A la objeción: Lo semejante se conoce por medio de su semejante, hay que decir que esa ilación es lógica en la semejanza restringida que hay dentro de un género; y por ello no tiene lugar aquí. o también, que esta no es una semejanza de concordancia, sino sólo de expresión ejemplar, y esta semejanza o desemejanza no establece diferencia de razón a razón o de semejanza a semejanza, sino diferencia entre lo que connota y expresa fuera de sí misma.

A la objeción: Lo semejante a un opuesto es desemejante a su opuesto, hay que decir que eso tiene lugar en la semejanza que nace de la participación de una naturaleza común o de una expresión limitada, como la que ha sido recibida de un objeto exterior.

A la objeción: Esa semejanza o es total o es parcial, hay que decir que es total, porque se dice semejanza en cuanto es expresiva y expresa totalidad.- Y si se objeta que las cosas diversas no

pueden asemejarse a una tercera en su totalidad, hay que decir que eso es verdad de la semejanza que nace de la comunicación, no de la que nace de la expresión.-Y si pregunta cómo puede entenderse eso, hay que decir, como se ha dicho arriba, que esto es así porque esa semejanza está fuera del género y es un acto puro, y las demás cosas son materiales respecto a ella.

A la objeción: [La razón ejemplar] o es semejanza común o es propia, hay que decir que a Dios hay que atribuirle toda la perfección que hay en la criatura; y por lo tanto en cierto modo es semejanza común, porque expresa todas las cosas en común, y en cierto modo propia, porque expresa cada cosa perfecta e íntegramente.

A la objeción: A no es B, hay que decir que en Dios, para que una cosa niegue de otra con verdad, no es necesario que haya distinción real de lo que son las dos cosas, sino de lo que las dos connotan. Por ejemplo, está claro que la predestinación no es la reprobación, y esto porque, aunque el significa de las dos sea el mismo, es decir, la esencia o la voluntad divina, sin embargo lo connotado es distinto, es decir, la gloria y la pena.

A la objeción: La semejanza del hombre no es la semejanza del asno, etc., es clara la respuesta: pues esto no es por razón de la verdad divina, que expresa igual al hombre que al asno, sino por razón de lo connotado, así como decimos que crear al hombre no es crear al ángel.

A la objeción: Si al í [en las razones ideales] hay pluralidad de razón, a ella responde algo en la realidad o no, hay que decir que responde algo. Y si se pregunta qué es lo que responde, digo que del lado de la verdad divina no responde sino la unidad, la cual, sin embargo, es más poderosa al representar muchas cosas que ninguna multiformidad creada, porque, aunque la verdad divina sea simple, a pesar de ello es infinita. En cambio, del lado de las cosas significadas por connotación responde la pluralidad, sea actual sea potencial. En efecto, muchas cosas posibles son muchas cosas

conocidas en acto, aunque no estén en acto en su naturaleza propia.

A la objeción: Si las razones eternas son diferentes por razón de lo connotado entonces lo temporal es causa de lo eterno, hay que decir que de lo connotado se puede hablar en dos sentidos: en cuanto a su ser propio o en cuanto connotado. En cuanto a su ser propio es verdad que es temporal, pero si embargo es connotado desde toda la eternidad, porque lo que es temporal su ser propio es conocido por Dios desde toda la eternidad.

A la objeción: Si las razones son múltiples por razón de la cosa que connota entonces también debe ser múltiple el Verbo, hay que decir que no hay paridad, porque el Verbo significa el mismo poder operativo o expresivo de Dios, cual en la realidad y según nuestro modo de entender se refiere sobre todo a Dios. En cambio, la idea o razón significa la expresión o semejanza, la cual, aunque en la realidad se refiere sobre todo a Dios que conoce, sin embargo, según nuestro modo de entender se refiere más bien a la cosa conocida. Y p eso, aunque las razones [ejemplares] tengan unidad real, de manera que muchas ideas pueden l amarse una sola Verdad y un solo Verbo, sin embargo no parece tener unidad de razón, de manera que muchas ideas o razones puedan l amarse una sola idea o una sola razón ejemplar.

A la objeción: Las cosas han sido causadas por las razones ejemplares, luego también la pluralidad, etc., hay que decir que la pluralidad de las cosas en su género propio procede de la pluralidad de las razones ejemplares, pero la pluralidad de las razones [ejemplares] no es otra cosa que las mismas cosas en cuanto existen en su causa. De aquí que, aunque la pluralidad de las ideas o razones de alguna manera tenga su correspondiente pluralidad de las cosas, sin embargo no es causada por ella, porque Dios no sabe más cosas o la verdad divina expresa más cosas por el hecho de que van a existir más cosas, sino al contrario: porque Dios sabe más cosas, por eso se hacen más cosas, como dice Agustín en el capítulo XI de La ciudad de Dios:

"Este mundo no podría sernos conocido si no existiera; mas no podría existir si no fuera conocido por Dios".

A la objeción: La pluralidad de Personas en Dios es más importante que la pluralidad de las ideas, hay que decir que no hay paridad de lo uno a lo otro; porque la pluralidad de las Personas es por su origen y por la relación mutua e intrínseca de Persona a Persona; mas las ideas o razones ejemplares no nacen una de la otra, ni tienen relación mutua e intrínseca, ni pueden tener relación real con algo exterior, porque tener relación con algo exterior lleva consigo de alguna manera dependencia y no permite que el ser del que se afirma esa relación sea sumamente simple y absoluto.

Por eso la pluralidad real de las ideas no conviene en modo alguno al ser de Dios, que es el más simple y absoluto. Por tanto, si se pone en El la pluralidad, hay que ponerla según nuestra manera de entender, como se ha dicho antes y lo creyeron comúnmente los doctores antiguos.

Y con esto queda clara la solución de las objeciones.