CAPÍTULO XXXVII: Sobre los años desiguales de los antiguos

Estas palabras se refieren a los años naturales, sin embargo, el beato Agustín también enseña que los antiguos pueblos de diversas naciones se desviaron de la verdad en su observación anual de diferentes maneras. En el libro duodécimo de "La Ciudad de Dios", Agustín argumenta contra aquellos que pensaban que incluso la Sagrada Escritura calculaba los años de manera diferente en los primeros tiempos del mundo, es decir, de tal brevedad que se creía que un año nuestro contenía diez de ellos. Decían: Cuando alguien escucha o lee que alguien vivió novecientos años, debe entender noventa, ya que esos diez años son uno de los nuestros, y diez de los nuestros fueron cien de ellos. Entre otras cosas, dice: «Para que no sea increíble que el año se computara de manera diferente entonces, añaden que se encuentra en varios escritores de historia que los egipcios tenían un año de cuatro meses, los acarnanios de seis meses, los lavinios de trece meses».

Plinio el Viejo, después de haber mencionado que se había registrado en las letras que alguien vivió 152 años, otro más de diez, otros tuvieron una vida de doscientos años, otros de trescientos años, otros de cuatrocientos, algunos hasta quinientos, otros hasta seiscientos, algunos incluso llegaron a ochocientos, consideró que todo esto ocurrió por ignorancia de los tiempos. «Algunos, dice, determinaban el año en verano, y otro en invierno; otros en tiempos cuatripartitos, como los arcadios, dice, cuyos años eran trimestrales». También añadió que a veces los egipcios, cuyos años pequeños de cuatro meses mencionamos anteriormente, limitaban el año al final de la luna. «Por lo tanto, entre ellos, dice, se dice que vivieron mil años en cada milenio».