CAPÍTULO XXXVIII: Sobre la razón del bisiesto

No es mi intención crear ahora una nueva explicación sobre la razón del bisiesto, sino que he decidido incluir en estos escritos lo que una vez expliqué en una carta a un amigo que me lo solicitó. Después de una introducción adecuada, añadí lo siguiente: «Así como, digo, el salto de la luna, al que llaman, es causado por el lugar y la hora más rápida de su aparición cada diez y nueve años; de manera contraria, el bisiesto no se genera por otra causa que la lentitud del curso solar. Hay algunos que, con facilidad para el cálculo, comprenden sin esfuerzo cuánta parte del bisiesto creciente se completa cada año, o mes, o incluso semanas y días sucesivos. Sin embargo, no saben decir cómo crece esa parte, ni cuál es la causa o razón de su incremento, ni qué error perjudicial surgiría si no se intercalara el día bisiesto en su orden necesario según la costumbre.

El bisiesto, por tanto, se completa por la razón del cuadrante en un periodo de cuatro años. Suelen llamar cuadrante a la cuarta parte de cualquier cosa, por ejemplo, dinero, tiempo, lugar, y por eso la cuarta parte del día, que se completa con sus 24 horas incluyendo la noche, es decir, seis horas, se llama comúnmente cuadrante. La razón para reunir este cuadrante en un día completo durante cuatro años y para intercalarlo en su lugar es que el sol se conoce por completar el recorrido anual del cielo, es decir, los doce signos del círculo zodiacal, no en 365 días, sino añadiendo seis horas; de ahí que, si, por ejemplo, ahora entra al amanecer en el lugar equinoccial del cielo, al año siguiente lo hará al mediodía, al tercero al atardecer, al cuarto a medianoche, y al quinto nuevamente al amanecer, habiendo completado el circuito de un día entero, así que necesariamente advierte que se debe interponer un día adicional y ser unido a la plenitud del cuarto año.

Los egipcios, al completar solemnemente su año, es decir, el 29 de agosto, y los romanos el 24 de febrero, acostumbran intercalar este día, de donde también lo llaman bisiesto. Si algún calculador negligente pensara que debe llevar todos los años con solo 365 días, pronto descubrirá que ha incurrido en una gran pérdida en el ciclo anual, de modo que, después de algunos años transcurridos, se horrorizará al encontrar que en los meses de verano se encuentra en primavera, en primavera en invierno, en invierno en otoño, y en otoño en verano, debido a su cálculo erróneo. Si alguien, ciertamente, encuentra desconocido lo que hemos dicho brevemente sobre el zodiaco y el recorrido del cielo, nos hemos preocupado por satisfacerlo con una razón más vulgar, y quizás más breve y clara, para que quien no aprendió a atender a los signos del cielo en la escuela infantil, al menos pueda comprender lo que busca necesario en las líneas del reloj en la tierra. Y así, sepa que el sol, con sus pequeños movimientos y la lentitud diaria de este cuadrante anual, es ministro por la disposición del Creador, que una investigación más diligente declara que no puede ser completamente devuelto a la misma línea del reloj en 365 días, sino que, si, por ejemplo, este año en el equinoccio de primavera, que según los egipcios, quienes tienen la palma de los calculadores, suele venir el 21 de marzo, se levanta desde el medio del este, al año siguiente se levantará un poco más abajo, y en el tercer, cuarto y quinto año aumentará tanto esta disminución por la moderación natural de su curso, que si no se intercalara el día bisiesto según la costumbre, ya el 20 de marzo haría el equinoccio desde el medio del este, manteniendo no obstante la constancia de su lentitud en los demás amaneceres y ocasos durante todo el año.»