CAPÍTULO XXXVI: De los años naturales

El término "año" se deriva ya sea de la renovación de todas las cosas que han pasado en orden natural, o del ciclo del tiempo, porque los antiguos solían poner "am" en lugar de "circum", como dice Cato en las "Originbus", "oratorum amterminum", es decir, "circumterminum"; y se dice "ambire" en lugar de "circumire".

Existe, sin embargo, un año lunar, uno solar, uno de las estrellas errantes, y uno de todos los planetas juntos, al que se le llama especialmente "grande". Pero el año lunar se entiende de cuatro maneras: el primero es cuando la luna, recorriendo el zodíaco en 27 días y 8 horas, regresa al signo del que salió. El segundo es dos días y cuatro horas más largo, que comúnmente se llama mes, cuando la luna nueva, después de haberse separado del sol, regresa a él después de 29 días y 12 horas. El tercero, que se completa en 12 meses de este tipo, es decir, en 354 días, se llama común, porque dos de estos suelen correr juntos. El cuarto se llama ἐμβολισμὸς (embolismos) en griego, es decir, "super aumento", y tiene 13 meses, es decir, 384 días, ambos comienzan y terminan con el mes pascual entre los hebreos. Entre los romanos, sin embargo, comienza con la luna nueva del mes de enero y termina allí.

Asimismo, el año solar es cuando el sol regresa a los mismos lugares de las estrellas después de 365 días y 6 horas, es decir, un cuarto de día completo, que multiplicado por cuatro obliga a interponer un día que los romanos llaman bisiesto, para que se regrese al mismo ciclo. El cuarto año del ciclo solar es bisiesto, un día más largo que los otros tres, y al completarse, el sol regresa a todos los lugares de los signos en las mismas horas de día y noche que hace cuatro años. El año de las estrellas errantes es aquel en el que cada una de ellas recorre el zodíaco, del cual hemos hablado antes. El gran año es cuando todas las estrellas errantes regresan a sus respectivos lugares que tuvieron simultáneamente. De esto, Josefo, en el primer libro de las "Antigüedades", capítulo 4, al describir la longevidad de los primeros hombres, menciona: «Nadie, comparando la vida moderna y la brevedad de los años con los que vivimos ahora, debe pensar que lo que se dice de ellos es falso, y debido a que ahora la vida no se extiende tanto tiempo, creer que ellos no alcanzaron esa longitud de vida. Pues ellos, siendo religiosos y hechos por Dios mismo, y teniendo alimentos más apropiados preparados para un tiempo más largo, vivían correctamente durante tantos años; luego, debido a las virtudes y las gloriosas utilidades que continuamente investigaban, es decir, la astrología y la geometría, Dios les concedió más tiempo de vida, que ahora no podrían aprender, a menos que vivieran seiscientos años, pues en tantos años se completa el gran año. El año civil, es decir, el solar, los hebreos lo comienzan desde el equinoccio de primavera, los griegos desde el solsticio, los egipcios desde el otoño, y los romanos desde el invierno.»