Prólogo

Aunque me impelía la devoción a tomar la pluma, las muchas ocupaciones me lo estorbaban. Sin embargo, ya que, impedido por mis achaques, no puedo al presente seguir con mis hermanos los ejercicios monásticos, este poquito de ocio que, aunque sea quitándolo del sueño, me dejan tomar por las noches, no quisiera pasarlo ociosamente. Quiero, pues, hacer prueba de emprender antes de todo una obra que muchas veces me ha venido al pensamiento; que es escribir las excelencias de la Virgen Madre, sobre la lección del Evangelio de San Lucas en que se contiene la historia de la anunciación del Señor. Y, aunque a la empresa de esta obra ni me obligue alguna necesidad de mis hermanos (en cuyos aprovechamientos estoy precisado a emplearme) ni me mueva alguna utilidad suya, con todo eso, siempre que ella no me impida estar pronto a acudir a cuanto necesiten, no me parece que deben llevar a mal que satisfaga en esto a mi propia devoción.