CUESTIÓN V

Si tuvo el alma de Cristo sólo la sabiduría increada, o tuvo también la sabiduría creada junto con la increada

DESPUÉS de haber tratado de la sabiduría de Cristo en cuanto Verbo de Dios, se plantea la cuestión sobre la sabiduría del alma de Cristo. Y en primer lugar se inquiere si tuvo sólo la sabiduría increada, o tuvo también la sabiduría creada junto con la increada.

Y parece que tuvo solamente la sabiduría increada.

Argumentos a favor

Eclesiástico, 1 [1]: Toda sabiduría viene del Señor Dios y con Él estuvo siempre y existe antes del tiempo. Mas todo lo que existe antes del tiempo es eterno; por tanto toda sabiduría es eterna; en consecuencia, si el alma de Cristo fue sabia con una sola sabiduría, fue sabia con sola la sabiduría eterna.

Si dices que la sabiduría se dice que estuvo con Dios como en su causa, con la misma razón se puede decir de cualquier criatura, y esto no hace a la misma sabiduría especialmente digna de alabanza.

Si dices que toda sabiduría quiere decir la sabiduría perfecta, con esto no está de acuerdo lo que sigue en el texto, ya que habla de aquella sabiduría a cuya adquisición invita, como se colige claramente de lo que sigue.

Agustín, El libre albedrío, 11: "Con la verdad y la sabiduría que es común a todos, todos se hacen sabios adhiriéndose a ella; en cambio, con la bienaventuranza de uno no se hace bienaventurado otro, ni con la justicia de uno se hace justo el otro, sino ajustando el

alma a aquellas reglas inmutables y luces de virtudes, que viven inmutablemente en la misma verdad y sabiduría común". Por consiguiente, si la sabiduría de todos los sabios es una sola y no es una sola la bienaventuranza de todos los bienaventurados, como, hablando causalmente, en ambos casos se trata de buscar la unidad, es necesario admitir que formal y propiamente la sabiduría es una y con ella todos son sabios. Y ésta no puede ser la sabiduría creada, luego, si el alma de Cristo es sabia, es sabia con la sabiduría increada.

Agustín en su libro ochenta y tres cuestiones, en la cuestión acerca de las maneras de tener: "La sabiduría, cuando se acerca al hombre, no cambia ella, sino que cambia al hombre, y lo hace de necio sabio". Es así que, si la sabiduría significara un hábito creado, entonces ciertamente cambiaría, porque pasaría [en el hombre] del no ser al ser; luego significa sólo algo increado; en consecuencia se sigue lo mismo que en el número anterior.

Hugo en su tratado Sobre la sabiduría del alma de Cristo:

"Una sola es la sabiduría con que todos son sabios, y sin embargo no son todos sabios de la misma manera; mucho más sabia fue con esta sabiduría aquella alma que estuvo unida a la Sabiduría misma, la cual no floreció por participar en ella, sino que tuvo la plenitud por el privilegio de la unidad". Luego, si la plenitud de la sabiduría no es sino la sabiduría increada, parece, etc.

Hugo argumenta de esta manera: Si la sabiduría es un accidente, como la sabiduría es lo que hace bienaventurados a los sabios, nuestra bienaventuranza consistirá en un accidente. Mas los accidentes son mudables; por tanto nuestra bienaventuranza será mudable en sumo grado.

El que da algo a alguien, lo tiene él de alguna manera. Es así que la sabiduría da el saber al sabio; luego la sabiduría es sabia Pero si es sabia no es por otro sino por sí misma; por consiguiente toda sabiduría con laque el sabia es sabio, es sabiduría que es sabia por sí misma. Mas una tal sabiduría no es sino la sabiduría

increada; por tanto, si el alma de Cristo es sabia con tal sabiduría, es evidente que, etc.

La perfección es más noble que lo que se puede perfeccionar, y el sabio más noble que él no sabio, y el inteligente más noble que él no inteligente. Luego, como la sabiduría es la perfección del sabio, y el sabio es sabio e inteligente con la sabiduría, es necesario que la sabiduría sea sabia e inteligente. Pero no puede ser sabia sino por sí misma y tal sabiduría es la sabiduría increada; por consiguiente, etc.

Con estos argumentos de razón y de autoridad se demuestra que el alma de Cristo es sabia sólo con la sabiduría increada, y no sólo ella, sino también cualquier otra alma que tenga sabiduría.

Pero se demuestra más especialmente acerca del alma de Cristo de la siguiente manera.

La sabiduría hace sabio a aquella quien se une. Es así que la sabiduría increada se une al alma de Cristo; luego el alma de Cristo se hace sabia con la sabiduría increada.

Si dices que se une mediante la sabiduría creada que dispone a la misma alma para la unión, te contesto: La disposición intermedia es anterior y más inmediata y más esencial que aquello para lo que es dispuesta, porque tiene la función de medio que introduce. Mas el alma de Cristo está ordenada a la unión hipostática antes y más inmediata y esencialmente que a algún accidente que hay en ella; por tanto, si el Verbo eterno y la Sabiduría de Dios es hipóstasis y persona con relación a la naturaleza divina y humana, el alma de Cristo tiene una relación anterior y más inmediata y más esencial con la sabiduría increada que con la sabiduría creada; en consecuencia, etc.

Cuanto mayor es la sabiduría, tanto más conocible es y tanto más capaz de hacer conocer. Pero la sabiduría creada es menor que la sabiduría increada y tiene capacidad de hacer que conozca el alma en la que está presente; por consiguiente con mucha más

razón la sabiduría increada. Es así que esta sabiduría estaba muy presente en el alma de Cristo; luego, etc.

Para que haya conocimiento no se requiere nada más que el sujeto que conoce y el objeto conocible y la razón de conocer. Mas todo esto se daba en aquella alma en cuanto estaba unida al Verbo eterno; por tanto era sabia con la sabiduría increada, excluida toda sabiduría creada.

"Lo mismo que el alma es la vida del cuerpo, así Dios es la vida del alma" y de manera mucho más excelente. Pero el alma puede dar vida al cuerpo por sí misma; por consiguiente, con mucha más razón el mismo Dios dará vida por sí mismo al alma, y sobre todo a aquella a la que está unida en el más alto grado. Mas así estaba el alma de Cristo; por tanto, etc.

Si Dios conociera por medio de alguna cosa distinta de Él, se rebajaría su conocimiento, porque la razón de su conocimiento serla o más noble o menos noble, y de cualquiera de estas dos maneras quedaría rebajado el conocimiento divino. Luego, si el alma de Cristo conoce por medio de alguna cosa creada distinta de ella, se rebaja su conocimiento, porque o esa cosa es menos noble y así es perfeccionada por una cosa menos noble, o es más noble, y entonces el alma de Cristo no es la más noble de todas las criaturas. Por tanto, si es la más noble dentro de los límites de toda la nobleza creada, es imposible que conozca algo si no es por sí misma o por medio de la sabiduría increada.

Cuanto más inmediatamente se acerca un entendimiento a la fuente de la sabiduría, tanto más sabio es '9. Es así que el alma de Cristo es la más sabia; luego se acerca a la sabiduría increada de la manera más inmediata; en consecuencia, excluida toda otra sabiduría, es sabia con aquella sabiduría eterna.

El alma de Cristo está unida a la divina majestad de tal manera que debe ser honrada con el mismo honor con que es honrada la divina majestad, Luego por la misma razón está tan unida a la luz eterna que es sabia con la misma sabiduría que la luz

eterna. Mas ésta es únicamente la sabiduría increada; por tanto el alma de Cristo es sabia únicamente con la sabiduría increada.

Donde está la plenitud de la sabiduría está de más poner la sabiduría parcial. Pero en Cristo está la plenitud de la sabiduría, porque plago al Padre que habitara en él toda plenitud, Col 1 [19]; por consiguiente, si toda sabiduría creada es parcial, está de más poner en Cristo o en su alma la sabiduría creada.

La naturaleza no emplea muchos medios para hacer una cosa que puede hacer con pocos, y esto redunda en alabanza de la naturaleza creada; luego, si la alabanza que se atribuye a la naturaleza creada puede atribuirse a la naturaleza increada, ya que la sabiduría increada es por sí misma suficientísima, porque es del todo completa y plena; luego parece que la sabiduría creada está de más en Cristo.

Mas en Cristo no hay que poner nada superfluo; por tanto, etc.

Siempre que varias luces materiales convergen en el mismo medio, de manera que una sea mayor que la otra, una oscurece la otra, no porque sea contraria, sino porque es más intensa. Ahora bien, si la sabiduría increada aventaja a la creada mucho más que alguna luz material supera a otra por pequeña que sea, la sabiduría increada oscurecerá a la otra. Pero no hay que poner en Cristo ninguna sabiduría oscurecida; por consiguiente, etc.

Más dista el conocimiento creado del increado que la opinión de la ciencia, o la fe de la visión clara y descubierta.

Es así que en el mismo sujeto no puede haber a la vez opinión y ciencia, ni fe y visión clara y descubierta; luego tampoco sabiduría creada con sabiduría increada.

Argumentos en contra:

Jesús crecía en sabiduría y en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres [Lc 2,52]. Mas esto no podía ser por la sabiduría increada; por tanto, además de esa tema la sabiduría creada.

Dice el Damasceno que en Cristo a causa de sus dos naturalezas es necesario admitir que hubo dos voluntades.

Luego por igual razón dos conocimientos, por tanto dos ciencias, y por tanto dos sabidurías.

Nadie es bueno si no lo informa la bondad; por tanto nadie es sabio si no lo informa la sabiduría. Pero la sabiduría increada no puede ser forma de ninguna criatura, sino sólo ejemplar; por consiguiente, si el alma de Cristo es sabia con alguna sabiduría que la informe, es necesario que, además de la sabiduría increada, tenga también la sabiduría creada que la informe.

La sabiduría es accidental al sabio creado, el cual no es sabio por sí mismo. Es así que la sabiduría increada, como es Dios, no puede ser accidental para nadie; luego es necesario que, además de la sabiduría increada, admitamos en el alma de Cristo alguna sabiduría creada, ya que la sabiduría no es para ella esencial, sino accidental.

La perfección consiste en ser y ser bien. Mas Dios no es forma perfectiva de ninguna criatura en cuanto al ser; por tanto tampoco en cuanto al ser bien.

Pero la sabiduría es forma perfectiva de la misma alma de Cristo sabio en cuanto al ser bien; por consiguiente esta sabiduría no puede ser la sabiduría increada; luego, etc.

El alma de Cristo no es sabia por esencia, ya que es sabia por algo distinto de ella. Luego, si es sabia, es sabia por participación. Es así que no participa de la sabiduría eterna según su esencia, ya que ésta es simple; luego es necesario que participe de ella según su influencia. Mas tal influencia es creada; por tanto es necesario que el alma de Cristo sea sabia por la sabiduría creada.

El alma de Cristo es de la misma naturaleza que las otras almas. Pero ninguna alma alcanza plenamente la fuente de la sabiduría eterna si no es deiforme; y deiforme no puede ser sino por algún don dado a ella que le dé forma y la haga conforme a Dios; y

tal don es la gracia y la sabiduría creada; por consiguiente es necesario que el alma de Cristo sea sabia por la sabiduría creada.

Dios, siendo luz y sabiduría, es conocido de diversas maneras por diversas almas, y por el alma de Cristo es conocido de manera más excelente que por otras. Por tanto, esto es o por razón del mismo Dios conocido, o por razón de la capacidad cognoscitiva, o por razón de algo que la dispone a conocer. No es por razón del mismo Dios, ya que Él no tiene en sí ninguna variación; ni sólo por razón de la potencia cognoscitiva, porque entonces, los que tuvieran mejores dotes naturales, serien más sabios y mejores, lo cual es falso 38; luego será por razón de algún hábito intermedio que la dispone. Pero este hábito no es sino la sabiduría creada; por consiguiente, etc.

La sabiduría increada de Dios por su esencia está presente en el mayor grado posible en todos los entendimientos. Luego, si hiciera sabios con sola su presencia, cualquier entendimiento sería sabio. Y como esto es manifiestamente falso, se sigue que además de su presencia se requiere su influencia. Luego, si el alma de Cristo es sabia, es evidente, etc.

El Verbo de Dios, que es la Sabiduría, está unido a los oíos de Cristo, y sin embargo los ojos no son sabios. Luego para que el alma de Cristo sea sabia no le basta la unión hipostática. En consecuencia es necesario que se una como el sujeto que conoce se une al objeto conocible. Y toda unión de esta índole se hace por asimilación. Es así que toda asimilación se hace según alguna cualidad; luego es necesario que al alma de Cristo se le conceda una cualidad espiritual creada, por medio de la cual sea idónea para conocer. Mas a ésta la l amamos sabiduría creada; por tanto, etc.

Conclusión

El alma de Cristo, por ser criatura, estuvo dotada de la sabiduría creada y la sabiduría increada Respondo:

Para entender lo dicho hasta aquí hay que tener en cuenta que, como queda claro en la cuestión anterior, para el conocimiento cierto

no basta la influencia de la luz eterna sin su presencia, ya que ninguna cosa creada puede dar estabilidad al alma con la certeza perfecta hasta el extremo de que llegue a la verdad inmutable y a la luz infalible. De la misma manera hay que entender que para el conocimiento sapiencial no basta la presencia de esa luz eterna sin su influencia, no por defecto suyo, sino por defecto nuestro, ya que la inteligencia creada no llega a aquella sabiduría fontal.

Si no ha sido hecha deiforme, y por ello elevada y habilitada: elevada sobre sí misma y habilitada en sí misma. Por eso es necesario que se le dé algún don de arriba, el cual, sin embargo, le sea proporcional y se le adhiera. Y esto es lo que l amamos influencia de la luz eterna, y porque habilita al alma para la sabiduría, la l amamos sabiduría creada. Sin embargo, porque esta misma influencia no habilita ni eleva si no está unida a la luz eterna como a principio que mueve y razón que dirige y fin que aquieta, por eso no obtiene la razón de sabiduría por sí misma, sino por razón de aquella de quien mana, según la cual dirige y a quien conduce, y esta es la sabiduría increada.

Y por eso según aquellos sabios a quienes fue dado ascender sobre sí mismos, el nombre de sabiduría se da principal y propiamente sólo a la sabiduría fontal e increada.

Pero según los que hablan y entienden comúnmente se da ese nombre no sólo a ésta, sino también a su influencia, que habilita al alma humana para el conocimiento perfecto. Y según esto hay que conceder que el alma de Cristo, por ser criatura, tuvo la sabiduría creada y la sabiduría increada: la increada como principio que mueve principalmente el alma y la dispone y aquieta; la creada como principio que informa, habilita y eleva el alma para que pueda llegar plenamente a la increada.

Y está claro que concurren las dos a la vez por aquello que dice Agustín, La Trinidad, IX, 7: "En aquella eterna Verdad, por la cual han sido hechas todas las cosas temporales, vemos con la vista del alma el modelo según el cual somos y según el cual hacemos algo con razón verdadera y recta, sea en nuestro interior sea en los

objetos materiales, y el verdadero conocimiento de las cosas, que hemos concebido gracias a ella, lo tenemos en nosotros como palabra, y diciéndola la engendramos en nuestro interior, y no se separa de nosotros al nacer".

De lo cual queda claro que en la sabiduría concurren la Verdad eterna y el conocimiento de la verdad concebido en nosotros, el cual informa a nuestra propia alma.

Solución de las objeciones

A la primera objeción: Toda sabiduría viene del Señor Dios, hay que decir que sabiduría aquí no se toma en el sentido de hábito que informa al alma del sabio y la habilita para conocer, sino en el sentido de razón inmutable del conocer. Y toda razón de esta índole está en el arte de Dios, porque es eterna, y sin ella no puede existir la sabiduría creada, como queda demostrado arriba. De aquí que de ese texto no se puede concluir que no debe admitirse [en Cristo] la sabiduría creada.

2.3. A las objeciones tomadas de los dos textos de Agustín hay que decir que los dos hay que entenderlos de la sabiduría increada, la cual sin embargo no excluye la sabiduría creada, como resulta claro de lo dicho anteriormente. Pero sin embargo, Agustín, hablando de la sabiduría, siempre o la mayoría de las veces piensa en la sabiduría increada, porque en comparación de ella no considera la sabiduría creada digna del nombre de sabiduría; o porque [la sabiduría creada] depende totalmente de ella a modo de influencia, por lo cual más que un ente es una propiedad de un ente, y, más que sabiduría debe ser l amada efecto e irradiación de la sabiduría.

Y si tú preguntas por qué no se puede decir lo mismo de la bienaventuranza, siendo así que ella dimana totalmente de la bienaventuranza eterna, hay que decir que la bienaventuranza eterna significa afecto que se mantiene unido al sumo Bien; la sabiduría, en cambio, significa conocimiento que contempla el sumo Bien. Y el afecto significa algo que sale del alma; en cambio, el

conocimiento significa algo que entra en el alma s, Y porque los diversos afectos tienen diversos orígenes, por eso se admiten formal y originalmente diversas bienaventuranzas. Pero en la sabiduría no es así, la cual, por sí misma, mira a un solo origen, es decir, a la luz eterna, de la cual y conforme a la cual viene todo conocimiento cierto.

4.5. A la objeción tomada de Hugo hay que decir que las palabras de Hugo concuerdan con las palabras de Agustín, porque él, como hombre extático y sabio, pone su pensamiento sobre todo en la misma fuente de la sabiduría.

De ahí que la objeción de que nuestra bienaventuranza no puede estar en cosas accidentales, no quiere decir que no seamos dispuestos a la bienaventuranza por alguna cosa accidental, sino que todo lo que es accidente tiene más bien razón de camino que conduce a otro que de algo que aquieta y consuma y de esta manera ponemos la sabiduría creada en el alma de Cristo y en cualquier otra alma no como el elemento en que descansa aquella bienaventurada alma, sino como el elemento que la reconduce y la dispone a la sabiduría increada, la cual la hace bienaventurada principal y esencialmente.

6.7. A las objeciones de que la sabiduría da el saber y que la sabiduría es más noble que el sabio, hay que decir que no se dice propiamente que la sabiduría creada nos dé el saber, sino más bien que la sabiduría increada nos da el saber en ella misma, disponiéndonos por medio de la sabiduría creada. Y por eso no se sigue que la sabiduría creada sea sabia o tenga el saber en acto, puesto que no tiene razón de ente completo, sino más bien razón de camino y de medio que dispone, como se ve claro de lo dicho anteriormente.

A la objeción: La sabiduría hace sabio a aquella quien se une, hay que decir que la sabiduría puede unirse a alguien de muchas maneras, ya como la hipóstasis se une a la naturaleza sustantificada en ella, ya como la razón y la luz de conocer se une al que conoce iluminado por ella. De la primera manera no hace sabio, ya que en

ese caso el cuerpo de Cristo, por estar unido a la sabiduría, sería sabio; sino de la segunda manera. Y de esta forma no se une al alma de Cristo sino mediante el don de la sabiduría creada, que es como la luz informativa de la misma alma, que la hace deiforme y hábil para contemplar la luz de la sabiduría increada.

A la objeción: Cuanto mayor es la sabiduría, tanto más conocible es y tanto más capaz de hacer conocer, hay que decir que esto es verdad de la sabiduría como principio influyente, pero no es verdad de la sabiduría como principio informante a no ser que la sabiduría sea tal que sea capaz por naturaleza de informar y de perfeccionar y de unirse a otro como forma. Pero la sabiduría increada no es así, sino la creada, y por eso no es concluyente aquella objeción.

A la objeción: Para que haya conocimiento no se requiere nada más que el sujeto que conoce y el objeto conocible y la razón de conocer, hay que decir que el sujeto que conoce puede entenderse como la facultad de conocer sola o la facultad de conocer junto con su hábito. Si se trata de la facultad con su hábito la objeción es verdadera, y entonces se incluye en ella la ciencia creada, la cual habilita al alma [para conocer la sabiduría increada]. Si se trata de la facultad sola, entonces la objeción es falsa, y hay que responder por eliminación.

A la objeción: Dios es la vida del alma, como el alma es la vida del cuerpo, hay que decir que el alma se dice vida del cuerpo en dos sentidos, a saber, a modo de principio que da forma, o a modo de principio que influye, porque el alma se relaciona con el cuerpo de dos maneras, a saber, como principio que lo perfecciona o como principio que lo mueve 66. Por tanto cuando la objeción demuestra que el alma al dar la vida al cuerpo se asemeja a Dios, hay que decir que se entiende del alma en cuanto mueve el cuerpo, no en cuanto lo perfecciona. Mas el alma mueve el cuerpo mediante su poder y mediante su disposición que hace al cuerpo idóneo para recibir la influencia del alma, y de esta manera la luz y el amor

divinos mueven al alma y le dan vida mediante la gracia y la sabiduría que le infunden.

A la objeción: Si Dios conoce por medio de alguna cosa distinta de Él, se rebajará su conocimiento, hay que decir que no hay paridad. Porque siendo Dios el ser más noble, no puede tener nada más noble que Él, ni absoluta ni relativamente, ni en cuanto al ser ni en cuanto al ser bien, porque el mismo ser es para Él el ser bien. En cambio el alma de Cristo, aunque es más noble que las demás criaturas por razón de la gracia de unión, a pesar de ello, difieren en ella el ser y el ser bien, la sustancia y la disposición accidental. Y como por medio de esa disposición recibe alguna plenitud, por eso no es contrario a su nobleza como criatura que tenga algo más noble que ella al menos en sentido relativo: pues la plenitud y perfección última, en la cual se encierra el apetito de esta alma, es la sabiduría increada, y a ella se dispone por medio de la influencia creada, como queda claro de lo que se ha dicho.

A la objeción sobre el entendimiento que se acerca a la fuente de la sabiduría de forma inmediata, hay que decir que hay un medio que dispone y un medio que acompaña. El primero es intrínseco; el segundo, extrínseco; el primero hace acercarse más; el segundo, hace quedarse a distancia.

Y la objeción es verdadera en cuanto al medio que conduce.

Mas la sabiduría creada, que se admite en Cristo, tiene razón de medio que lo dispone a que saque perfecta e inmediatamente de la fuente de la sabiduría eterna. Y como es evidente, el razonamiento no procede.

A la objeción de que el alma de Cristo es adorada con culto de latría por causa de la unión con la divina majestad…, hay que decir que no se trata de lo mismo, porque la adoración es un acto que se debe a la misma naturaleza por razón de la persona. Pues el honor que se da a Cristo, no se le da ni a su alma por sí misma ni a su cuerpo, sino a su persona, en la cual subsisten ambos. En cambio el conocimiento es un acto que sale de la facultad de la

misma alma. Y lo mismo que la naturaleza divina y la humana en Cristo son distintas, así también tienen diversas potencias y operaciones, y por ello, diversas sabidurías y conocimientos, no así diversos honores. Por eso no hay paridad.

A la objeción: Donde se debe poner la plenitud de la sabiduría, está de más poner la sabiduría parcial, hay que decir que es verdad cuando se trata del mismo objeto y desde el mismo punto de vista. Cuando se dice que Cristo tuvo la plenitud de la sabiduría, si se entiende de la plenitud absoluta y fuera de todo género, se refiere a la naturaleza increada; mas si se entiende de la plenitud en general, ésta se puede aplicar a su naturaleza creada, y esta plenitud es en cierto modo parcial con respecto a la plenitud absoluta; y no está de más, porque es más proporcionada al alma de Cristo, pues por sí sola no tenía cabida para contener aquella inmensidad de la sabiduría increada.

A la objeción: La naturaleza no emplea muchos medios…, hay que decir que es verdad si con un medio se hace una cosa tan bien y tan ordenadamente como con muchos. Pero aquí no es así, y no es por defecto de la misma sabiduría que ilumina, sino por la naturaleza de la misma alma que la recibe, como queda claro de lo que se ha dicho arriba.

A la objeción que se hace con el símil de las luces materiales, hay que decir que no hay parecido, porque una de aquellas luces no dispone para la otra; es más, cada una de por sí tiene su ser propio y distinto, y por eso la actividad de una se ve menos que la actividad de la otra, la cual por sobresalir más reclama la superioridad. Pero en el caso presente no es así, porque la sabiduría creada prepara para la sabiduría increada, y la creada no alumbra si no es por la increada, y no se llega a la increada si no prepara la creada.

A la objeción sobre la distancia entre la ciencia creada y la increada, y entre la opinión y la ciencia, hay que decir que no hay parecido: porque la opinión y la ciencia están en el mismo sujeto y según un mismo punto de vista y respecto al mismo objeto, aunque

tienen condiciones diversas y opuestas. En cambio, la sabiduría creada y la increada, aunque son de distinta naturaleza, sin embargo no están en el sujeto según un mismo punto de vista, ni tienen condiciones tan diversas y opuestas; es más, tienen condiciones concomitantes' parque ninguna cosa creada subsiste sino por el ser increado, Y así queda clara la respuesta a todas las objeciones.