Epílogo

El discurso de Karl Rahner «Experiencias de un teólogo católico» fue pronunciado en el congreso titulado «Entender al hombre a partir del misterio de Dios», celebrado en Friburgo de Brisgovia, ciudad natal de Rahner, los días 11 y 12 de febrero de 1984, para festejar que el teólogo cumplía 80 años. El discurso fue pronunciado precisamente el último día, como clausura del congreso. Debido al elevado número de participantes, el congreso no tuvo lugar en la sede de la entidad organizadora, la Academia Católica de la Archidiócesis de Friburgo, sino en el aula magna de la Universidad Albert-Ludwig de la ciudad de Friburgo. A las tres semanas de pronunciado el discurso, el texto del mismo se publicó ya en el volumen en que se recogían las intervenciones,1 y pudo ser entregado a Karl Rahner el mismo día de su cumpleaños, el 5 de marzo de 1984.

Sin embargo, el discurso no se incluyó en las publicaciones que recopilaban los trabajos de Rahner: el último volumen de sus Schriften zur Theologie («Escritos de Teología») se publicó ya a comienzos de 1984,2 e igualmente la colección Horizonte der Religiosität3 («Horizontes de religiosidad») que contenía breves artículos aparecidos en revistas. Así que las únicas fuentes para conocer el texto fueron las publicaciones editadas en el volumen —que contó con dos ediciones— en el que se recogían las intervenciones del congreso y que fue publicado por la Academia Católica de Friburgo,4 y la reimpresión en el volumen de miscelánea sobre dicho congreso celebrado por la Academia Católica, publicado para conmemorar el décimo aniversario de la muerte de Karl Rahner.5

Pronto aparecieron traducciones al francés,6 luego al inglés7 y al español,8 y muy recientemente al italiano.9

El discurso pronunciado por Rahner en el congreso de Friburgo fue trasmitido por la emisora de radio alemana Südwestfunk (actualmente SWR), y más tarde fue publicado por la editorial Matthias-Grünewald-Verlag como documento grabado en audio.10

Un grupo de alumnos del Colegio Sankt Blasien, en la Selva Negra, dirigido por jesuitas, grabó a la vez el discurso con una cámara de vídeo.

Una copia de la cinta de vídeo se conservó en la biblioteca de la Universidad de Friburgo, con la amable autorización del Colegio Sankt Blasien y de la Fundación Karl Rahner de Múnich. La cinta fue digitalizada en el año 2000 y, de esta manera, puede disponerse de ella por internet en las páginas de la Biblioteca dedicadas a Rahner.

Este texto, por su existencia en diversas formas de medios de comunicación, fue hecho público incesantemente, en forma de grabaciones de audio y vídeo, en distintos congresos y actos organizados para celebrar los cien años del nacimiento de Karl Rahner durante la primavera del año 2004. La impresionante dicción y la seriedad existencial de la conferencia de Rahner hicieron que en muchos oyentes surgiera una y otra vez el deseo de que se imprimiera el texto, ya que los documentos impresos llevaban agotados ya varios años. Así que era obvia la oportunidad de publicar de nuevo este texto con ocasión del centenario del nacimiento de Karl Rahner.

La reproducción del texto ha quedado estructurada mediante títulos (redactados por el editor). El texto, no subdividido ya ulteriormente dentro de las distintas experiencias, se halla distribuido en diversas secciones. Algunas alusiones de Rahner se han aclarado mediante breves explicaciones que figuran en las notas del editor. En todo lo demás, el texto se ajusta al original.

Sería una lástima que, en el contexto de este discurso de Karl Rahner, no se mencionara un pequeño postludio. Karl Rahner, al final de su intervención, añadió una petición, en la cual él reaccionaba ante una carta que un misionero —a quien no conocía— había dirigido al gran teólogo, y en la cual le pedía una ayuda concreta. Es significativo de Rahner el hecho de que considerara siempre como más importante la concretización del ser cristiano en la cotidianidad concreta que las especulaciones, por sutiles que fueran y por importantes que a su vez fuesen. Así que este texto es un testimonio de la humanidad de Karl Rahner y de su manera de ser, nada elitista, dispuesta siempre a ayudar, y de índole muy realista. Con ello Karl Rahner tendrá por última vez en este lugar el uso de la palabra.

«Hace unos cuantos días he recibido una carta de un sacerdote africano de la selva virgen de Tanzania. A aquel buen hombre, a quien no conozco y acerca de quien me voy a informar, se le estropeó por completo la motocicleta, y realmente necesita una motocicleta nueva, porque de lo contrario ha de caminar durante horas enteras para llegar hasta los distintos lugares alejados de su propio sector misionero. Cuando recibo una carta así, ¿qué debo hacer? ¿Decirle que para casos como éste existen las misiones católicas y su bolsa de dinero, y añadir: “vete a pedir allí y seguro que te darán algo?”. Espero, desde luego, que a esta carta no la sigan otras. Pero me la han escrito y pienso: “Si vemos que alguien se está ahogando allá donde estamos nosotros, no podremos dispensarnos de sacarle del agua”. Y por eso les pido a ustedes que, cuando salgan, si tienen algún marco o algo que echar en un cepillo de limosnas, lo hagan para ayudar un poquito al Rdo. Parahani de la parroquia católica de Sumbawanga, en Tanzania (África oriental). Si lo hacen, me darán una gran alegría, porque tengo naturalmente la impresión de que todos los discursos teológicos, expertos, profundos, grandiosos, conmovedores hasta hacer derramar lágrimas, no son tan importantes como el dar un poquito de sopa a un pobre, según creo que dijo ya el Maestro Eckhart. Por eso, quiero señalar a la atención de ustedes un pequeño cepillo de limosnas que hay a la salida, y les doy las gracias de corazón, en nombre también de ese párroco africano, por su contribución. Cuando él, con el impulso sentido en su corazón, viaje con la moto a los lugares alejados de su propio sector misionero, seguro que pensará en ustedes con gratitud».