TERCERA DISERTACIÓN DE LOS ESQUEMAS DE LAS ORACIONES

Después de las figuras de las palabras, siguen los ornamentos de las oraciones, que los esquemas no parecen tener en las palabras, sino en las cosas mismas una cierta dignidad. El primero de estos es la erótesis, o erótema.

Erótesis

Erótesis, es decir, interrogación, es un esquema cuando se asume no con el propósito de indagar, sino de insistir, como se ve en Virgilio:

"¡Ay! ¿Qué tierra ahora, dijo, qué mares pueden Recibirme?"

Asimismo:

"¿Qué haré o qué tierra profunda se abrirá Para mí?"

Este esquema a veces conviene a la indignación, como en el mismo:

"¿Y alguien [adora] el numen de Juno?"

y a la admiración, como:

"¿Qué no fuerzas, hambre sagrada de oro, A los corazones mortales?"

Este esquema es muy frecuente en la Sagrada Escritura, sea cual sea la manera en que se realice: ¿Por qué se alborotan las naciones y los pueblos traman cosas vanas? Señor, ¿por qué se multiplican los que me afligen? ¿A dónde iré de tu espíritu y a dónde huiré de tu presencia? “¿Qué haré, desdichado? ¿Adónde huiré?” ¿Dónde están sus dioses, en quienes tenían confianza? Generación perversa y torcida, ¿así le devuelves al Señor, pueblo necio e insensato? De hecho, siempre que en la Sagrada Escritura leemos que Dios pregunta o interroga algo, debemos entender que es un erótema.

– Hay otra indagación, que se llama éxtasis, cuando investigando con interrogaciones diversas cosas, aplicamos respuestas convenientes a cada una de ellas, como en David: Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo, o quién descansará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, etc.; de manera similar: ¿Quién subirá al monte del Señor? o ¿quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón, etc.

– Hay otro de este tipo, que se llama antítesis, cuando respondemos a una pregunta planteada, aceptando las declaraciones y opiniones de los adversarios sólo para refutarlas, como en: Muchos dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? Está sellada sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor. Esto se añadió como respuesta a la luz divina infundida en la mente y la razón.

Etopoeya

Etopoeya, o etología, es la expresión ficticia de los movimientos y afectos de alguien, es un esquema cuando se expresa con palabras y tono de voz y se describe la costumbre y el carácter de alguien, de donde los actores de etopoeya y etología son llamados, que imitan los modos y gestos de la persona que representan. Este esquema es muy frecuente en la Sagrada Escritura, que muy a menudo introduce a Dios bajo la forma de un hombre enojado, o de alguien arrepentido, o de un rey, juez, anciano, esposo, etc. Así, Moisés muy a menudo en el Pentateuco, David en los Salmos y los Profetas en sus libros introducen a Dios hablando o actuando, y todo lo que se dice de Dios por ἀνθρωπο-πάθος (anthropospathos) debe considerarse perteneciente a este esquema, y no tomarse literalmente, sino figuradamente; de donde los herejes antropomorfitas fueron engañados y se equivocaron, tomando literalmente lo que se dice de Dios por ἀνθρωποπαθῶς (anthropopathia), pensando que Dios tiene cuerpo y miembros en forma humana.

– A este esquema es afín y próximo la prosopopeya, con esta única diferencia: que la prosopopeya también puede ser de cosas que no existen, pues a veces hacemos resucitar a los muertos y los introducimos hablando; mientras que la etopoeya siempre aplica el discurso a ciertas personas específicas.

Prosopopeya es la introducción ficticia de personajes, cuando atribuimos personalidad y discurso a cosas inanimadas, como en Cicerón: "Si mi patria, que es mucho más querida para mí que mi vida, si toda Italia y toda la república me hablaran así: Marco Tulio, ¿qué haces?" etc. Este esquema también es muy usado en la Sagrada Escritura. Así, en el libro de los Jueces, figuradamente se dice que la langosta es los árboles del bosque hablando con la higuera, el olivo y la vid, y estos respondiendo. Así dice el Profeta: "Los ríos, Señor, levantaron los ríos su voz." Y Job dice: "El abismo dice: No está en mí, y el mar dice: No está conmigo." Y de nuevo: "La destrucción y la muerte dijeron: Con nuestros oídos hemos oído su fama." Y la Sabiduría en Proverbios clamando, habla mucho; Salomón en el Cantar de los Cantares introduce a la Iglesia bajo la figura de una esposa y a Dios bajo la figura de un esposo y muchos coloquios amorosos. Los profetas muy frecuentemente introducen al pueblo de Israel y Judá bajo el vestido de una mujer, a veces como una esposa y virgen elegida, otras veces como una mujer prostituta y fornicadora; e introducen a Dios hablando como si fuese a estas gentes como mujeres, ellas también hablando y respondiendo a Dios con atuendo femenino. Isaías también pinta al pueblo entero bajo la figura de un hombre muy perdido, diciendo: "Toda cabeza está enferma, y todo corazón triste. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él salud: herida y llaga y golpe hinchado no han sido vendados ni curados con ungüento ni fomentados con aceite."

– A este esquema se le añade otro casi igual, que se llama somatopoeia, es decir, la ficción corporal. Es la introducción ficticia del cuerpo, cuando atribuimos figuras, formas, actitudes y actos corporales a cosas incorpóreas, como los sabios egipcios solían enseñar muchas cosas corporales bajo formas sensibles de jeroglíficos dibujados. Así claramente leemos en el Salmo: "La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron; la verdad brotó de la tierra y la justicia miró desde el cielo." Y en Isaías: "La justicia será el cinto de sus lomos y la fidelidad el ceñidor de sus riñones." Así Dios y los ángeles muy a menudo en las Escrituras Sagradas son introducidos bajo formas de diversas cosas corporales, y en Proverbios la Sabiduría se nos presenta bajo la figura de una mujer fuerte cuando se dice: "¿Quién encontrará una mujer fuerte? Su precio está lejos y en los confines más lejanos. Confía en ella el corazón de su marido, y no necesitará de despojos," etc.

– Aun se añade otro esquema a los anteriores, como si fuera lo contrario; este se llama antiprosopon, cuando algo muy agradable y excelente se pone por lo más ingrato, como cuando leemos: los crímenes de Jacob, los pecados de Israel, las iniquidades de Judá y cosas por el estilo; pues en lugar de la gente más malvada se ponen los nombres de los patriarcas más santos.

Apóstrofe

Apóstrofe, es decir, conversión, es un esquema cuando se pasa de hablar a uno a dirigirse a otro, como en: "Ahora te hablo a ti, Africano, cuyo nombre es para los muertos un esplendor y ornamento para la ciudad." También suele ocurrir cuando se convierte en una invocación. Este esquema es muy frecuente en los Salmos, por lo que no es necesario proporcionar ejemplos.

Hipotiposis

Hipotiposis, es decir, descripción, que también se llama caracterismos, es un esquema cuando se presenta una forma verbal tan expresada con palabras que parece más bien ser vista que oída. Este esquema consiste en poner lo que se dice bajo el aspecto visual, para que lo que no se ve pueda ser percibido por los ojos de la mente, como en Cicerón en Verrem: "Él mismo, inflamado por el crimen y la furia, llegó al foro; sus ojos ardían, de todo su rostro emanaba crueldad." Este esquema también es frecuente en la Sagrada Escritura, como en David: "¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él? o el hijo del hombre, para que lo visites? Lo has hecho un poco menor que los ángeles, lo has coronado de gloria y honor y lo has constituido sobre las obras de tus manos. Todo lo has sometido bajo sus pies." También en otro Salmo: "La reina está a tu derecha, adornada con oro de Ofir, rodeada de variedad."

Aposiopesis

Aposiopesis, es decir, reticencia o interrupción repentina de una palabra en el discurso, como en Virgilio:

"¡A los que yo! Pero es mejor calmar los mares agitados."

Este esquema es frecuente en la Sagrada Escritura según el hebreo, como en Génesis, donde nuestra Traducción dice: Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos fuera; en hebreo hay una aposiopesis, pues falta "Salgamos fuera." Similarmente en 2 Reyes, donde nuestra Traducción dice: David había propuesto... un premio para quien matara al jebuseo; la Verdad Hebrea dice: Y David dijo: quienquiera que mate al jebuseo; y no se expresa nada sobre el premio.

Énfasis

Énfasis, es decir, expresión o demostración, cuando de una declaración se extrae algo más, o la significación es para entender más de lo que se dice, ya que las palabras tienen un significado implícito. Tiene dos tipos: uno, en el que se significa más de lo que se dice, como en: "¿Así que confías en un cretense?" donde entendemos a una persona pérfida por el carácter de esa gente, no nacida en Creta; el otro, en el que se significa lo que no se dice, como en Virgilio:

"Cuando ya las bellotas y los madroños sagrados faltaban en los bosques,"

donde designa que no sólo en otros bosques, sino también en los sagrados faltaban. Así también en la Escritura Sagrada está: Según tu misericordia, acuérdate de mí tú por tu bondad, Señor; pues indica que no pide misericordia por sus propios méritos.

Epífonema

Epífonema, aclamación, es un esquema cuando se hace una aclamación a algo ya narrado y probado, como en Virgilio:

"¡Qué gran esfuerzo fue fundar la nación romana!"

Así el Profeta Real, después de decir muchas maravillas de Dios, aclamó diciendo: Todo lo que el Señor quiso, lo hizo en el cielo y en la tierra, en el mar y en todos los abismos.

Epanados

Epanados, es decir, regreso o repetición, es un esquema cuando regresamos de donde acabamos de partir, como en el Salmo: El mar lo vio y huyó, el Jordán se volvió atrás; los montes saltaron como carneros y los collados como corderos de ovejas. ¿Qué te pasa, mar, que huiste, y tú, Jordán, que te volviste atrás? Etc.

Anacoenosis

Anacoenosis, es decir, comunicación, es un esquema cuando consultamos a alguien como interrogando, como en Cicerón: "Ahora yo, jueces, les pregunto a ustedes, ¿qué creen que debo hacer?", etc.; así también en los Hechos de los Apóstoles: Si es necesario obedecer a los hombres más que a Dios, júzguenlo ustedes mismos.

Ecfonisis

Ecfonisis, es decir, exclamación, es un esquema que connota dolor o indignación, alegría o admiración en la invocación de alguna cosa, como leemos frecuentemente en Cicerón, en Antonino: "¡Oh, desdichado de mí! Consumidas ya las lágrimas, el dolor sigue clavado en el pecho." y contra Rulo: "¡Oh razón perturbada! ¡Oh lujuria escandalosa! ¡Oh planes disueltos y perdidos!" y en Catilina: "¡Oh tiempos, oh costumbres! El Senado lo sabe, el cónsul lo ve, y sin embargo, él vive." etc.

Así también en las Sagradas Escrituras, de dolor, como: ¡Oh vosotros todos, que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor como mi dolor! Y aquello: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? De indignación, como en los Hechos de los Apóstoles: ¡Oh lleno de todo engaño y de toda malicia, hijo del diablo, enemigo de toda justicia!, etc. Y de admiración, como: ¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y de la ciencia de Dios, cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos! De alegría, como: ¡Oh cuán hermosa es la casta generación con claridad!

Deisis

Deisis, es decir, súplica o ruego, es un esquema cuando imploramos la ayuda de alguien, o con una súplica inducimos a alguien a hacer algo, como leemos en Cicerón a favor de Deiotaro: "Por lo tanto, primero libéranos de este miedo, Cayo César, por tu fidelidad, constancia y clemencia, para que no sospechemos que queda en ti ninguna parte de ira." Este esquema está esparcido por toda la Sagrada Escritura y en los Salmos en gran medida, y el Apóstol a menudo exhorta a hacer el bien con una súplica: Ruego..., hermanos, por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, vuestro culto racional. A los Efesios también adopta la persona de un suplicante: Ruego..., yo prisionero en el Señor, que andéis dignamente según la vocación con que fuisteis llamados.

– A este se le añade el esquema de la optación, que expresa el deseo de alguien, como Cicerón: "¡Ojalá, ciudadanos, tuviéramos tanta abundancia de hombres valientes e inocentes!" Y a favor de Rabirio: "¡Ojalá me diera la oportunidad la causa, para que pudiera proclamar esto!" En las Sagradas Escrituras los santos a menudo adoptan la persona de uno que desea: ¡Ojalá mis caminos se dirijan a guardar tus justificaciones! Isaías también dice: ¡Ojalá hubieras atendido a mis mandamientos! tu paz habría sido como un río y tu justicia como las olas del mar. Y de nuevo: ¡Ojalá rompieses los cielos y descendieras! ante tu presencia se derretirían los montes. Como la quema del fuego se derretirían, las aguas arderían con fuego, para que tu nombre se hiciera conocido a tus enemigos.

Catara

Catara, es decir, execración o detestación, es un esquema en el que se imprecisa una destrucción terrible a alguien, como en Cicerón a favor de Deiotaro: "¡Que los dioses te destruyan, fugitivo! porque no sólo eres malo e impío, sino también necio y demente." Este esquema es muy común en la Sagrada Escritura. Leemos una horrible imprecación en Jeremías: ¿Se devuelve mal por bien, porque cavaron una fosa para mi alma?… Por lo tanto, entrega a sus hijos al hambre y tráelos a la espada, que sus esposas sean sin hijos y viudas, y sus maridos sean muertos por la muerte, sus jóvenes sean atravesados por la espada en la batalla, etc. También leemos una detestación en Amós: El Señor Dios juró por sí mismo, dice el Señor de los ejércitos: Detesto el orgullo de Jacob y odio sus casas y entregaré la ciudad con sus habitantes.

– A este esquema se le añade la exprobración, como la del Apóstol: ¡Oh insensatos Gálatas! ¿Quién os fascinó para no creer en el Evangelio? También hay otras exprobraciones que hizo el Señor a las ciudades donde se realizaron muchas virtudes.

– También hay muchas increpaciones en toda la Sagrada Escritura: Generación perversa y torcida, ¿así pagas al Señor, pueblo necio e insensato? ¿No es él tu padre, que te poseyó, te hizo y te creó?

– También son frecuentes las insultaciones a los impíos, como: ¿Dónde están sus dioses, en quienes confiaban, de cuyos sacrificios comían la grosura y bebían el vino de las libaciones? Que se levanten y os ayuden y os protejan en la necesidad; y en Isaías: ¿Dónde están ahora tus sabios? Que anuncien y te digan qué ha pensado el Señor de los ejércitos sobre Egipto.

– También se encuentran muchísimas amenazas en la Sagrada Escritura para disuadir y coercer a los impíos del mal camino, como estas: Me consolaré de mis enemigos y me vengaré de mis adversarios. Y en el mismo Isaías: ¡Ay de la nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, descendencia de malhechores, hijos corruptos!

Pero aquella es muy terrible en Deuteronomio: Es una generación perversa e infiel; ellos me provocaron con lo que no es Dios y me irritaron con sus vanidades; y yo los provocaré con lo que no es pueblo y los irritaré con una nación insensata; el fuego se ha encendido en mi furor y arderá hasta lo más profundo del infierno, etc. De igual manera también: Si afilo mi espada centelleante y mi mano toma el juicio, tomaré venganza de mis enemigos y recompensaré a los que me odian; embriagaré mis flechas de sangre y mi espada devorará carne: de la sangre de los muertos.

– A veces, sin embargo, los profetas usan el esquema de la execración, mostrando que Dios no quiere algo, aunque parezca bueno, como en Isaías: ¿Por qué me sirven vuestros muchos sacrificios? dice el Señor: Estoy lleno; no quiero los holocaustos de carneros y la grasa de animales gordos, ni la sangre de toros, ni de corderos, ni de cabras... No traigáis más ofrendas inútiles...; el incienso es abominación para mí; no soporto la luna nueva y el sábado y las otras festividades.

Síncresis

Síncresis es un esquema que es lo mismo que la antítesis, como en el Salmo dice el Profeta: No lleves mi alma con los impíos, Dios, ni mi vida con los hombres sanguinarios. Queriendo mostrar su causa más justa, dice: En cuyas manos hay iniquidades, su diestra está llena de sobornos; pero yo he andado en mi integridad.