Versículo 9

Y dijo Dios: Júntense las aguas que están debajo del cielo en un solo lugar, y aparezca lo seco. Y así fue.

En hebreo: וַיֹּאמֶר אֱלֹהִים יִקָּווּ הַמַּיִם מִתַּחַת הַשָּׁמַיִם אֶל־מָקוֹם אֶחָד וְתֵרָאֶה הַיַּבָּשָׁה וַיְהִי־כֵן (Vayomer Elohim yiqavu hamayim mitajat hashamayim el-maqom ehad veteraeh hayabashah vayhi-ken).

En caldeo: וַאֲמַר יי יִתְכַּנְשׁוּן מַיָּא מִתְּחוֹת שְׁמַיָּא לְאַתַּר חַד וְתִתְחֲזֵי יַבַּשְׁתָּא וַהֲוָה־כֵן (Va'amar YY yitkanshun maya mittehot shemaya la'atar had vetitchazeh yabashta vahava-ken): Y Dios dijo, etc., como arriba.

El Rabino Aben Ezra explica el verbo קוה (qavah) por חבר (javer), en hithpael: que las aguas se reúnan o se acumulen, o se junten.

San Juan Crisóstomo explica esta congregación de las aguas de la siguiente manera: "Porque todo estaba cubierto por las aguas, mandó que la multitud de las aguas se concentrara en una sola reunión, para que apareciera lo seco"; pues la tierra era invisible y desierta, ya que estaba cubierta por las aguas. San Basilio y San Ambrosio dicen lo mismo; pues entienden por aguas y tierra estos elementos que están ante nuestros ojos, y toda la tierra estaba cubierta por agua; por lo cual era invisible y estéril: pero por el mandato divino, el agua se precipitó hacia las partes bajas y cóncavas de la tierra, y así apareció lo seco, que antes estaba cubierto por las aguas.

El Rabino Salomón afirma lo mismo, diciendo que "las aguas estaban extendidas sobre toda la tierra y se reunieron en el océano, que es el mar grande entre todos los mares".

El Rabino Aben Ezra dice que “este verso se une con los anteriores, porque el firmamento no se completó hasta que la tierra se secó. Y el testimonio es: En el día en que el Señor hizo la tierra y el cielo; y he aquí, en un solo día se hicieron; y la visión es una palabra oculta; y las reuniones de una dispersión no es creación. Y así es su sentido: Y ya había dicho Dios: Júntense las aguas. Y esto es similar en la ley en cien lugares; y he aquí, en el principio, בראשית, te daré dos testimonios. Uno es: Y puso allí al hombre que había formado; y después dice: El Señor Dios hizo que brotara; y sin embargo, había hecho brotar estas cosas antes del hombre. Y el segundo testimonio: que mandó al hombre que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal, y después está escrito: Y el Señor Dios formó al hombre de la tierra”. Pero su exposición es que ya lo había formado: y por eso, dice, es que: Y vio Dios que era bueno, se une con la creación del segundo día; y: Produzca la tierra, es el principio del tercer día”.

Sin embargo, San Agustín, ya que interpretó las aguas anteriormente como la misma materia, explica esto también en el mismo contexto, diciendo que si llamó confusión de materia por el nombre de agua, esta congregación debe entenderse como la formación misma, para que tal fuera la especie de agua como la que ahora vemos. Y el “Aparezca lo seco” que se menciona puede entenderse como la formación de la tierra, para que tuviera esta apariencia que vemos; se dijo que era invisible e informe, ya que aún carecía de la especie de materia.

Por lo tanto, exponemos conforme a la interpretación de San Agustín. Reúnanse las aguas que están bajo el cielo, es decir, que la materia corporal tome forma, para que esta agua sea la que sentimos.

Pues Dios no hizo que las aguas se reunieran como si existieran previamente, sino que les dio forma y naturaleza, por lo cual están dispuestas a concurrir en un solo lugar. Y aparezca lo seco, es decir, que reciba una forma visible y distinta de la confusión. Pues no se ordena que aparezca como si existiera previamente, sino como tomando forma y naturaleza, por la cual podría aparecer y ser vista. Así que reunir las aguas en uno no es otra cosa que recibir una forma y una inclinación al mismo tiempo hacia el lugar debido y congruente con su especie.

Pero, dado que el lugar propio de las aguas, según su forma y su inclinación a un sitio peculiar, es inmediatamente por encima y alrededor de la tierra, debido a que es un elemento más noble y menos pesado, así como el aire está colocado sobre ambos como más liviano, y sobre el aire el fuego como más liviano aún; sin embargo, dañaría el bien mayor y más universal si las aguas cubrieran la tierra por completo: no podría producir sus frutos, ni podrían mantenerse los animales ni las plantas; por eso Dios hizo que las aguas se reunieran en un solo lugar, recibidas en las concavidades y quebradas de la tierra y como en un odre reunidas, para que no cubrieran la tierra, y en la superficie más alta apareciera lo seco.

No obstante, no se debe decir que las aguas son retenidas allí por fuerza y que se les ha destinado un lugar propio, ya que su lugar propio está sobre la tierra, de modo que, si se les dejara a sí mismas, fluirían sobre la tierra y volverían a cubrirla, como si fueran a alcanzar su lugar peculiar; ya que, como dicen algunos, en medio del océano son mucho más altas que la tierra. Pero eso no es cierto en absoluto. A simple vista vemos que el movimiento del agua siempre es hacia un lugar más bajo; por lo cual, si ese lugar es más bajo, las aguas más altas fluirían hacia la costa. Es natural para las aguas tender equidistantemente hacia el centro en todas partes; los lugares más bajos están más cerca del centro.

Tampoco se diga que las aguas son retenidas por virtud divina para que no fluyan, aunque sean aptas y puedan hacerlo; pues a esto se opone Agustín, diciendo que Dios administra las cosas que ha creado "de modo que les permite realizar sus propios movimientos"; y, como enseña admirablemente el Divino Dionisio, no es propio de Dios violar las naturalezas de las cosas, sino regularlas con su sabiduría. Así, pues, moderó las naturalezas de las aguas, de manera que no permitiera que, dispersas por todas partes, cubrieran toda la tierra y prevalecieran sobre ella; y, sin embargo, no las privó completamente de su lugar propio y natural, para que de algún modo prevalecieran sobre la tierra: sino que, por su mandato de virtud, reuniéndolas y recibiéndolas en las concavidades y profundos senos de la tierra baja, les otorgó su propio lugar sobre la tierra, en la medida en que el seno de todas las aguas está bajo la tierra.

Así, sin embargo, sometió la tierra a las aguas, de modo que lo seco, que ordenó aparecer, sobresaliera de las aguas circundantes, según el versículo del Salmo: "Él fundó la tierra sobre las aguas". Pues la tierra no es llevada por las aguas más ligeras como si fuera más pesada; sino que, como expone admirablemente Agustín, se dice que la tierra está fundada sobre las aguas porque sobresale de las aguas circundantes. Siempre vemos que las costas de los mares y los ríos son más altas que las aguas; y aunque en el medio parezca que las aguas se elevan más alto, no es porque se eleven sobre las costas, sino porque su seno es más profundo y más cercano al centro. Sin embargo, el lugar de las aguas es siempre más bajo que lo seco, y especialmente en el océano mismo, donde todas confluyen. Pues si su lugar no fuera más bajo, ¿por qué los ríos corren más hacia allí que hacia otro lugar, si las aguas siempre fluyen hacia lo bajo? Esto mismo se manifiesta claramente: porque se dice que descienden al mar, como testifica aquí el Rabino Aben Ezra, y en la Escritura lo encontramos muchas veces, como: "Los que descienden al mar en naves"; y sobre Jonás, cuando huía de la presencia del Señor hacia Tarsis..., "descendió a Joppe y encontró una nave".

Pero aquí surge la duda de cómo se dice que todas las aguas se reúnen en un solo lugar, cuando hay muchos lugares de agua. Porque además del Océano, que es el más grande de todos, están el Tirreno, el Adriático, el Índico, el Egipcio, el Ponto, el Propóntico, el Helesponto, el Euxino, el Egeo, el Jónico, el Atlántico y otros mares interiores; pero por eso se dice que las aguas se reúnen en un solo lugar, porque todas las aguas tienden a un solo lugar, es decir, al mar más grande, al cual todas están unidas; y si algunos lagos parecen estar confinados en sí mismos, sin embargo, a través de conductos ocultos se revierten al mar. Los excavadores de pozos también prueban esto, porque toda la tierra está llena de aguas a través de venas invisibles, cuyo origen es el mar.