- Tabla de Contenidos
- CAP. I: Se demuestra que la edición hebrea de Moisés y los profetas nunca se ha perdido.
- CAP. II: Si la edición hebrea está corrompida.
- CAP. III: De la edición caldea.
- CAP. IV: De la edición siríaca.
- CAP. V: Sobre las diversas ediciones griegas.
- CAP. VI: Sobre la interpretación de los Setenta Ancianos.
- CAP. VII: Sobre la edición griega del Nuevo Testamento
- CAP. VIII: Sobre las ediciones latinas
- CAP. IX: Sobre el autor de la edición Vulgata
- CAP. X: Sobre la autoridad de la edición latina vulgata.
- CAP. XI: Se resuelven las objeciones de los herejes contra la edición latina vulgata.
- CAP. XII: Se defienden los pasajes que Kemnitius dice que están corrompidos en la edición vulgata.
- CAP. XIII: Se defienden los pasajes que Calvino afirma que el intérprete latino tradujo mal en los Salmos.
- CAP. XIV: Se defienden los pasajes que los herejes afirman que están corrompidos en la edición latina del Nuevo Testamento.
- CAP. XV: Sobre las ediciones vulgares.
- CAP. XVI: Se responden a las objeciones de los herejes.
CAP. XIV: Se defienden los pasajes que los herejes afirman que están corrompidos en la edición latina del Nuevo Testamento.
En el Nuevo Testamento, Kemnitius y Calvino también han señalado no pocos pasajes que, según ellos, están corrompidos por el traductor latino.
El primer pasaje es Mateo 9: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.” Kemnitius dice: “La hermosa sentencia ha sido mutilada, ya que falta en latín la expresión 'al arrepentimiento'.” RESPONDO: En primer lugar, esa partícula se encuentra en algunos textos latinos. Luego, digo que es más verosímil que dicha partícula sea superflua en el griego y que no estuviera en los códices griegos corregidos. San Jerónimo no la leyó en su comentario, y sin embargo, Jerónimo comparó diligentemente el griego con el latín y corrigió el latín a partir del griego. Además, no es necesaria, como es evidente, pues llamar a los pecadores y no a los justos claramente significa exhortar al arrepentimiento a los que lo necesitan, no a los que no lo necesitan, algo que el Señor había ilustrado un poco antes con el ejemplo del médico.
El segundo pasaje es Juan 14: “El Espíritu Santo os recordará todo lo que os haya dicho.” Kemnitius sostiene que este pasaje está corrompido, para probar que todo lo que se define en los concilios debe aceptarse como oráculos del Espíritu Santo, ya que en griego no dice “os haya dicho”, sino “os dije” (εἶπον ὑμῖν). RESPONDO: San Agustín y otros autores antiguos leen el texto como nosotros, y el sentido es el mismo que en griego. No entendemos que el Señor dijera: “El Espíritu Santo os recordará todo lo que os haya dicho en ese momento”, sino lo que os he dicho ahora, es decir, lo que ahora oís de mí y no entendéis, el Espíritu Santo lo traerá a la memoria y os lo explicará. Y los católicos no fundamentan en esta palabra la autoridad de los concilios, sino que tenemos otros argumentos, de los cuales hablaremos después.
El tercer pasaje es Romanos 1: “Predestinado como Hijo de Dios.” Calvino critica este pasaje como mal traducido, ya que en griego está ὁρισθέντος, que significa declarado o manifestado, y porque se predestinan las cosas que no existen; sin embargo, Cristo siempre fue Hijo de Dios, argumento que también usa Orígenes en este pasaje. RESPONDO: Nuestro traductor lo ha traducido muy bien, pues aunque el verbo griego ὁρίζειν significa determinar, y entre los autores profanos a menudo se usa para declarar, en la Escritura se entiende de otra manera. Como enseña San Dionisio en el libro de los nombres divinos, capítulo 5, este verbo es propio de la teología, es decir, tiene en la Escritura un significado peculiar, ya que siempre significa establecer, decidir, definir, y nunca declarar, como se ve en Hechos 2, 4, 17, Romanos 8, Efesios 1, y otros lugares. Por ejemplo, cuando se dice en Hechos 2: “A este entregasteis por el determinado consejo y la presciencia de Dios” (ὡρισμένῇ βουλῇ), es evidente que no significa declaración, sino ordenación divina. De manera similar, en Romanos 8: “A los que predestinó, a éstos también llamó,” en griego está προώρισε, y ni siquiera los adversarios sostienen que significa “declaró”.
Y puesto que la ordenación y la definición de Dios no pueden ser temporales, sino eternas, por eso nuestro traductor, al ver que el Apóstol habla de una predestinación eterna, prefirió traducir “predestinado” en lugar de “destinado”. Así lo leyeron todos los latinos más antiguos, como Ireneo en el libro 3 contra los valentinianos, capítulo 32, Hilario en el libro 7 sobre la Trinidad, Ambrosio, Sedulio, y otros en este pasaje, y Agustín en el libro sobre la predestinación, capítulo 15, y en Juan, tratado 105. Tertuliano, en su libro contra Praxeas, también lee “definido”, que es lo mismo que “predestinado”. Además, el Concilio de Toledo XI, capítulo 1, lee y expone “predestinado”. Y la pequeña razón de Calvino no tiene efecto alguno, pues no decimos que se predestinó para que el Verbo de Dios comenzara a ser el Hijo de Dios eterno, sino para que el Verbo de Dios se hiciera hombre, y por tanto, que aquel que fue hecho de la simiente de David, como dice Pablo, sea el Hijo de Dios. Esto lo explican claramente Agustín y el Concilio de Toledo.
El cuarto pasaje es Romanos 1, al final del capítulo: “Quienes, habiendo conocido la justicia de Dios, no comprendieron que los que hacen tales cosas son dignos de muerte, no sólo los que las hacen, sino también los que consienten a los que las hacen.” Kemnitius, junto con Valla, Erasmo, Jacobo Faber y otros, sostienen que este pasaje está corrompido. Primero, porque el texto griego dice: “ὅιτινες τὸ δικαίωμα τοῦ θεοῦ ἐπιγνόντες ὅτι οἱ τὰ τοιαῦτα πράσσοντες ἄξιοι θανάτου εἴσιν, οὐ μόνον αὐτὰ ποιοῦσιν ἀλλὰ καὶ συνευδοκοῦσι τοῖς πράσσουσιν,” es decir, se han añadido en el texto latino las palabras “no comprendieron” y “que hacen” y “consienten”. Segundo, porque Crisóstomo, Oecumenio y Teofilacto lo explican según el texto griego. Tercero, porque lo que se lee en nuestro texto parece falso o al menos poco verosímil. Se dice: “Habiendo conocido la justicia de Dios, no comprendieron que quienes hacen tales cosas son dignos de muerte.” Pues si no comprendieron esto, ¿cómo conocieron la justicia de Dios? ¿Qué es la justicia de Dios, sino que quien actúa mal debe ser castigado?
RESPONDO: Nuestra lectura es sin duda mejor, pues según el griego, el sentido es que es peor consentir en el mal que hacerlo, mientras que según el latín, el sentido es contrario: es peor hacer el mal que consentir en que se haga. Y ciertamente, es absolutamente peor hacer el mal que consentir en que se haga. ¿Quién negará que es peor matar a una persona que simplemente consentir en que sea asesinada, es decir, permitirlo cuando puedes impedirlo? Pues el Apóstol no habla aquí de ordenar o incitar al mal, sino de un consentimiento simple.
Por lo tanto, sobre el PRIMER punto, digo que no podemos sacar nada cierto en esta parte del texto griego, ya que la lectura en los textos griegos es variable.
Origenes lo lee de una manera diferente a Crisóstomo, como se desprende de sus comentarios, y Oecumenio señala que algunos lo leyeron tal como lo leemos nosotros ahora. También Titelmanno, en su "Collationes 1" sobre la epístola a los Romanos, afirma haber leído en un antiguo códice griego manuscrito las palabras οὐ συνῆκαν ("no entendieron").
Sobre el SEGUNDO punto, oponemos autores a autores, pues lo leen como nosotros lo tenemos y lo explican: Cipriano en el libro 1, epístola 4; Ambrosio, Sedulio, Haymo, Anselmo y otros latinos en este pasaje; Hesiquio en el libro 6 sobre el Levítico, comentando el capítulo 20, y el Papa Símaco en el "Apologético contra el emperador Anastasio".
Sobre el TERCER punto, digo que lo que se encuentra en el texto griego parece más bien falso. Pues lo que se dice en latín: “Habiendo conocido la justicia de Dios”, no contradice lo que sigue: “no entendieron”. Porque cuando dice “habiendo conocido”, habla del conocimiento teórico; cuando dice “no entendieron”, habla del práctico. Así, el sentido es que, habiendo conocido la verdad, sin embargo, cegados por sus malos afectos, no pudieron convencerse seriamente de que debían actuar de esa manera. También podría decirse que “no entendieron” no se refiere a “que quienes hacen tales cosas”, sino a “sino también quienes consienten en que se hagan”. El sentido es que estos filósofos paganos, habiendo conocido que existe un solo Dios y, por lo tanto, que es malo adorar a Júpiter y Marte y otras falsas deidades, no entendieron que no solo era malo lo que hacían las multitudes, sino también que era malo consentir en tales actos, y no advertirles ni reprenderles, cosa que los mismos filósofos hacían.
El QUINTO pasaje es Romanos 4, donde se dice que Abraham no fue justificado por obras. Kemnitius se queja de que hemos añadido “de la ley” para que podamos interpretar ese pasaje sobre las obras de la ley que prescribía ceremonias.
RESPONDO que esto es una pura calumnia, ya que los códices latinos, o todos o casi todos, no tienen la expresión “de la ley”. Tampoco entendemos ese pasaje sobre las obras de la ley antigua, sino sobre las obras hechas con las propias fuerzas. Además, Ambrosio tiene en el texto “de la ley” y en su comentario lo explica refiriéndose a la ley antigua. Así que los papistas no han corrompido este pasaje, como miente Kemnitius. Pero hablaremos de esto más adelante.
El SEXTO pasaje es Romanos 11, donde leemos: “Si es por gracia, ya no es por obras; de otro modo, la gracia ya no sería gracia”. Kemnitius calumnia que hemos suprimido la sentencia completa, a saber: “Si es por obras, ya no es por gracia; de otro modo, la obra ya no sería obra”.
RESPONDO que en los códices griegos se encuentra esa sentencia y que Teofilacto la explica, pero no es reconocida por ningún otro autor: ni Orígenes, ni Crisóstomo, ni Ambrosio, ni ningún otro comentarista de este pasaje la mencionan, ni siquiera Agustín, quien trata este pasaje frecuentemente, especialmente en el libro 2 “Sobre el bien de la perseverancia”, capítulo 18. Incluso Erasmo, en sus anotaciones a este pasaje, rechaza esta adición como superflua. Y esto debería bastar a Kemnitius, quien en la misma página nos remite a Erasmo para que aprendamos de él los errores de la edición vulgata.
El SÉPTIMO pasaje es Efesios 5, donde dice: “Este es un gran sacramento”.
Kemnitius afirma que ha sido mal traducido como “sacramento”, cuando en griego es μυστήριον (misterio), y dice que lo hemos hecho para probar que el matrimonio es un sacramento.
RESPONDO que en griego y en latín “sacramento” y “misterio” son lo mismo; los griegos siempre llaman μυστήρια (misterios) a los sacramentos. Y los santos padres que comentan este pasaje del apóstol, como Ambrosio, Jerónimo y otros latinos, siempre usan esta palabra.
El OCTAVO pasaje es Efesios 6, donde leemos: “Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y estando firmes en todo”.
Kemnitius sostiene que este pasaje está corrompido, ya que en griego dice “todos perfectos” (ἅπαντα κατεργασάμενοι), y así lo explican Ambrosio, Jerónimo, Crisóstomo y otros.
RESPONDO que el sentido es el mismo, pero que hay que unir el adjetivo “perfectos” con la palabra “en todo”, y no con el verbo “estar firmes”. Pues el sentido del apóstol es que debemos armarnos completamente con armas espirituales, para que, así armados, podamos no caer en la batalla contra el diablo, sino mantenernos firmes. Por lo tanto, dice: “Tomad la armadura de Dios”, en griego πανοπλίαν, es decir, todas las armas: el casco, el escudo, la espada, la coraza, etc., para que en todo seamos perfectos, es decir, completamente equipados y armados, y perfectos en todas las virtudes, para que podáis estar firmes contra el diablo. O bien, y es lo mismo, para que, habiendo conseguido todas las armas y estando revestidos de ellas, podáis entonces manteneros firmes, etc.
El NOVENO pasaje es Hebreos 9, donde leemos: “Para quitar los pecados de muchos”.
Kemnitius se queja de que la traducción griega ha sido mal interpretada, ya que ἀνανέγκειν no significa “quitar”, sino “llevar”.
RESPONDO que el sentido es el mismo en este pasaje. Además, parece que el traductor ha vertido el significado de manera muy precisa, ya que ἀναφέρω significa propiamente “llevar hacia arriba”, “sacar” o “extraer”. Así como cuando se extraen agua o impurezas de algún pozo, se dice que las impurezas son “extraídas”, de la misma manera, los pecados que Cristo quitó y sacó de lo profundo de nuestro pecho pueden decirse correctamente que fueron “extraídos” por él.
El DÉCIMO pasaje es Hebreos 13, donde leemos: “Con tales sacrificios, Dios se complace”.
Kemnitius dice que aquí se ha introducido el término “mérito”, que no se encuentra en el griego.
RESPONDO que el verbo griego εὐαρεστεῖται ὁ θεὸς significa propiamente “Dios se deleita”, o como lo traduce Erasmo, “agrada a Dios”. En latín, se dice correctamente “bien merecer” sobre algo cuando alguien hace algo agradable a otro, y todos lo saben. Así, nuestro traductor dijo: “Con estos sacrificios, Dios se complace”, es decir, con estos sacrificios, se realiza algo grato a Dios, y quien los ofrece “bien merece” de Dios. El traductor entendió “merecer” en un sentido pasivo.
El UNDÉCIMO pasaje es Santiago 5:
“Y el Señor lo levantará.”
Kemnitius dice que no se ha traducido correctamente el verbo griego ἐγερεῖ, y que el pasaje ha sido deliberadamente corrompido para confirmar los efectos del Sacramento de la Extremaunción, ya que el verbo griego no sugiere nada de eso.
RESPONDO que Kemnitius no sabe lo que está diciendo, pues el verbo griego muestra mejor los efectos de la Extremaunción, tal como los católicos los reconocen en ese sacramento, que el verbo latino. Los católicos atribuyen tres efectos a este sacramento. Uno principal, aunque común con otros sacramentos, a saber, que perdona los pecados, si quedaran algunos. El segundo, propio de este sacramento, es que en ese momento de angustia, tristeza y dolores, levanta y consuela al enfermo. El tercero es que, a veces, también sana corporalmente.
Santiago expone estos tres efectos, comenzando por los menos importantes, con las siguientes palabras:
“¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.”
Por lo tanto, el segundo efecto de este sacramento, es decir, el de levantar, consolar y animar al hombre que está en el lecho de muerte, oprimido por la tristeza, dolores y tentaciones, está propiamente expresado por el verbo griego ἐγείρω, que significa “levantar”, “erguir”, etc.
El DUODÉCIMO pasaje es 1 Juan 5:
“Os escribo estas cosas para que sepáis que tenéis vida eterna, vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios.”
Kemnitius dice que esta sentencia está mutilada, ya que en griego dice: “Os escribo estas cosas a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”
RESPONDO que el códice latino no está mutilado, sino que el griego es redundante, como también sospecha Erasmo en este pasaje, cuya opinión suele respetar mucho Kemnitius. Pues, habiendo dicho: “Os escribo estas cosas a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios”, ¿qué necesidad hay de añadir “para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”? ¿Por qué exhortar a hacer algo que ya han hecho? Además, San Beda también lee el pasaje como lo tenemos nosotros.