CAP. IX: Sobre algunos capítulos de Daniel.

Los judíos, según lo que atestigua San Jerónimo en su prefacio al libro de Daniel, desprecian el himno de los tres jóvenes que se encuentra en el capítulo 3 de Daniel, así como la historia de Susana en el capítulo 13 y la historia del dragón que Daniel mató, que se encuentra en el capítulo 14. Del mismo modo, Porfirio, en el libro 12 de los quince que escribió contra los cristianos, como también lo atestigua San Jerónimo en su prefacio al comentario sobre Daniel, y los herejes de este tiempo, como Kemnitius en su examen de la cuarta sesión del Concilio de Trento y especialmente los anabaptistas, se hallan en el mismo error.

No solo los herejes, paganos y judíos, sino también algunos cristianos católicos, como Julio Africano, rechazaron la historia de Susana, considerándola espuria y moderna, según lo que atestigua Eusebio en el libro 6 de su Historia Eclesiástica, capítulo 23. Entre los autores más recientes, Juan Driedo, en el libro 1 De Scripturis et Dogmatibus Ecclesiasticis, capítulo último, y entre los semicatólicos, Erasmo en sus escolios sobre el prefacio de San Jerónimo al libro de Daniel, compartieron esta opinión.

Sin embargo, es seguro que todas estas partes de Daniel son verdaderamente canónicas. Esto se prueba, en primer lugar, por el Concilio de Trento y el uso de la Iglesia; este argumento debería tener gran peso entre Driedo y otros católicos. El Concilio, en su sesión 4, ordena recibir los libros sagrados con todas sus partes tal como se acostumbra a leer en la Iglesia Católica. El himno de los tres jóvenes se lee tanto en la Misa del Sábado de las Témporas como en todas las fiestas durante las oraciones del oficio de Maitines. La historia de Susana se lee completa en la Misa del Sábado antes del cuarto domingo de Cuaresma; finalmente, la historia del dragón asesinado se lee en la Misa del martes después del quinto domingo de Cuaresma. Y no solo en este tiempo, sino también hace más de mil doscientos años, se leían todas estas partes de Daniel en la Iglesia, como lo atestigua Rufino en el libro 2 contra Jerónimo.

En segundo lugar, se prueba con los testimonios de los antiguos. San Ignacio, en su epístola a los Magnesianos, cita la historia de Susana del capítulo 13 de Daniel. La misma historia es citada por Tertuliano en el libro De corona militis. San Cipriano, en su sermón sobre la oración del Señor, presenta el himno de los tres jóvenes y dice que es Escritura divina, en la cual se contiene ese himno. En el sermón De lapsis, dice: "Habla la Escritura divina, etc." y cita las palabras de esos jóvenes en el fuego. En el libro 1, epístola 8, menciona la historia de Susana; en el libro 4, epístola 6, la historia del dragón, y lo mismo en el libro 3, epístola 1, libro 1, epístola 4. También en el sermón sobre la oración del Señor y en el sermón sobre la limosna, cita la historia del almuerzo de Habacuc llevado a Daniel. San Basilio, en el libro De Spiritu Sancto, capítulo 30, Epifanio en el Ancoratus, y San Juan Crisóstomo, en la homilía 4 al pueblo, citan el himno o la historia de los tres jóvenes; y en el sermón sobre los tres jóvenes y el sermón sobre Susana, que se encuentran al final del primer tomo, explica esas historias y las llama divinas. Teodoreto, en su comentario sobre Daniel, también expone el himno de los tres jóvenes junto con las otras partes del mismo profeta. San Ambrosio, en el libro 3 De Spiritu Sancto, capítulo 7, al tratar la historia de Susana, enseña claramente que es Escritura divina, al igual que las otras partes del mismo profeta.

San Agustín, en el libro De natura boni, capítulo 6, demuestra contra los maniqueos que las cosas materiales son buenas, basándose en el himno de los tres jóvenes, donde la luz y las tinieblas, etc., alaban a Dios. Y en la epístola 122 a Victorianus, cita la oración de Azarías que pronunció en el horno de fuego ardiente. Y en el Tratado 36 sobre Juan, menciona la historia de Susana. Orígenes defiende con esmero estas partes de Daniel y especialmente la historia de Susana, argumentando que es Escritura canónica, tanto en la homilía 1 sobre Levítico como en la epístola a Julio Africano. San Atanasio, en la Sinopsis, cuando llega a Daniel y explica brevemente el argumento de todo el libro, menciona explícitamente a Susana, el himno de los tres jóvenes y la muerte del dragón, indicando claramente que todo esto pertenece al cuerpo de la Escritura divina.

Finalmente, es creíble que los antiguos concilios, como el de Laodicea y el III de Cartago, y los antiguos Padres que usaban la edición griega, cuando incluyeron a Daniel en el número de las Escrituras sagradas, se referían al libro de Daniel que se encontraba en los códices griegos vulgares. Y en los códices griegos vulgares, sin duda, se encontraban todas estas partes, como se deduce claramente de la Sinopsis de Atanasio, el comentario de Teodoreto y el prefacio de Jerónimo en Daniel, donde testifica que la Iglesia de Cristo lee a Daniel de la edición de Teodoción, en la cual se incluyen todas estas partes.

Pero los adversarios objetan, en primer lugar, la opinión de San Jerónimo, quien en el prefacio de Daniel, que tradujo al latín, y en el prefacio del comentario sobre Daniel, indica que estos capítulos no tienen autoridad alguna. El mismo Jerónimo responde en su Apología segunda contra Rufino, hacia el final, diciendo que no estaba expresando su propia opinión en esos prólogos, sino que estaba indicando lo que decían los judíos.

Pero, replican, Jerónimo incluso llama "fábulas" a la historia de Susana y el dragón. Respondo que cuando él dice "fábulas", se refiere a las historias que los judíos llaman "fábulas"; añado también que a veces los antiguos usaban la palabra "fábulas" no para referirse a relatos ficticios, sino a narraciones verdaderas. Así, en Lucas 24: "Y sucedió que mientras conversaban y discutían, etc.", y Minucio Félix, al comienzo del diálogo que tituló Octavio, llama "fábula" a un relato veraz de algún viaje. También Clemente de Alejandría, citado por Eusebio en el libro 3 de su Historia Eclesiástica, capítulo 23, al narrar la historia verdaderamente veraz de San Juan, dice: "Escucha una fábula, no una fábula, etc.", como si dijera: "Escucha una fábula, pero no una ficticia y falsa, sino cierta y verdadera".

SEGUNDO: Objetan que en la historia de Susana, Daniel es presentado como un joven:

"Dios suscitó el Espíritu Santo en el joven Daniel"; pero esto no puede ser verdad. Primero, porque anteriormente, en el capítulo 6, se dice que Daniel fue uno de los primeros sátrapas del reino de Darío el Medo, y en ese momento ciertamente no era un joven; ¿cómo es posible entonces que más tarde, en el capítulo 13, se le llame joven?

Si dices que la Escritura no narra todo en orden, sino que cuenta primero lo que sucedió después; y por eso en los códices griegos, donde se mantiene el orden, todo el libro comienza con la historia de Susana. Esto es incorrecto, ya que en el capítulo 13 se indica claramente que la historia de Susana ocurrió al comienzo del reinado de Ciro, rey de los persas. Así concluye el capítulo:

"El rey Astiages se unió a sus antepasados, y Ciro el Persa tomó su reino". Por lo tanto, según este capítulo, Daniel era joven en tiempos de Ciro; pero esto es falso. Pues Daniel fue llevado al exilio siendo un niño junto con el rey Jeconías por Nabucodonosor desde Jerusalén a Babilonia, como se dice en el capítulo primero de Daniel. Además, desde ese tiempo hasta Ciro transcurrieron setenta años, como se evidencia en el libro 1 de Esdras, capítulo 1. Por lo tanto, al comienzo del reinado de Ciro, Daniel tenía alrededor de ochenta o noventa años; ¿cómo podría ser entonces un joven de noventa años?

Añade además que incluso en tiempos de Nabucodonosor, Daniel no parece haber sido un joven, sino que ya había muerto, ya que Ezequiel, quien profetizó en tiempos de Nabucodonosor, en el quinto año del destierro, como se dice en Ezequiel 1, menciona a Daniel como si ya hubiera muerto. Así dice en el capítulo 14: "Si estos tres hombres, Noé, Daniel y Job, estuvieran en medio de ella, juro por mi vida, dice el Señor, que no librarían ni a hijo ni a hija". Daniel, por lo tanto, ya había tenido hijos y estaba muerto como Noé y Job.

Respondo que la historia de Susana ocurrió mucho antes de los tiempos de Ciro, cuando Daniel realmente era un joven, y por eso con razón se coloca al principio del libro en la edición griega. No obstante, no es inapropiado que en la edición latina se haya colocado al final del libro, para que entendamos que no se encuentra en los códices hebreos. Lo que se dice al final del capítulo 13, después de la historia de Susana:

"Y Astiages se unió a sus antepasados, y Ciro el Persa tomó su reino", no se refiere a la historia de Susana recién narrada, sino que es el comienzo de otra historia que ocurrió bajo Ciro. Así, en los códices griegos, la historia de Susana es el primer capítulo de todo el libro. Esas palabras, "Y el rey Astiages se unió a sus antepasados", se colocan al comienzo del último capítulo, donde se narra la historia de la destrucción de Bel y la muerte del dragón.

En cuanto a la objeción sobre Ezequiel, San Jerónimo responde en el libro 1 Contra Joviniano que Ezequiel menciona a Daniel no como alguien que ya hubiera muerto, sino que aún vivía en la juventud; y que se le compara con aquellos hombres tan serios como Noé y Job, porque era conocido por el pueblo debido a la liberación de Susana y la interpretación de sueños. O, como el mismo Jerónimo dice en el capítulo 14 de Ezequiel, porque así como Noé vio la felicidad del mundo antes del diluvio, luego la calamidad durante el diluvio y nuevamente la felicidad después del diluvio; y como Job vio su felicidad antes de la tentación, luego su miseria en la tentación, y nuevamente su felicidad después de la tentación; así Daniel vio su propia felicidad en el reino de los judíos antes del cautiverio, luego su miseria como cautivo, y finalmente su felicidad cuando fue establecido entre los principales príncipes por Darío. Y no es necesario que Daniel haya tenido hijos e hijas, porque Ezequiel habla en forma de hipótesis, como si dijera: "Incluso si estos tres estuvieran aquí y tuvieran hijos e hijas, no podrían librarlos del mal inminente".

TERCERO: Objetan que lo que se dice en el capítulo 14 sobre Daniel siendo arrojado al foso de los leones contradice lo que se dice en el capítulo 6. Pues en el capítulo 6 se dice que estuvo en el foso de los leones solo una noche; en el capítulo 14, seis días.

Respondo que Daniel fue arrojado al foso de los leones dos veces, una vez por Darío el Medo porque había orado a Dios contra la orden del rey, y entonces estuvo solo una noche, como se narra en el capítulo 6. La segunda vez fue arrojado por Ciro debido a la muerte del dragón, y entonces estuvo seis días, como se dice en el capítulo 14. Añade que no es improbable que Daniel, el que liberó a Susana, destruyó a Bel, mató al dragón y estuvo seis días en el foso de los leones, no sea el mismo Daniel que se menciona en los capítulos anteriores. De hecho, muchos han sostenido esto, como lo atestigua San Jerónimo en el prefacio de su comentario sobre Daniel. Y la edición griega de los Setenta claramente dice que este último Daniel era de la tribu de Leví, como Jerónimo también nota allí, mientras que es seguro que el primero era de la tribu de Judá. Si esto es así, los dos argumentos ya planteados no presentan ninguna dificultad.

CUARTO: Objetan que la historia de Susana parece haber sido completamente inventada por algún griego. Pues donde nosotros tenemos:

"Di bajo qué árbol los viste hablando entre sí; él dijo: bajo un lentisco. Daniel respondió: has mentido rectamente contra tu cabeza; porque el ángel del Señor te partirá en dos". En el griego hay un juego de palabras elegante entre el árbol schino y la acción de partir: porque σχῖνος es un árbol y σχίζειν es partir; y cuando el otro dijo que los vio bajo un prino (encina), Daniel hizo un juego de palabras entre el árbol πρῖνος y la acción de cortar: porque πρῖνος es un árbol y πρίζειν es cortar. Es como si alguien dijera: "¿Dónde los viste? Bajo una encina, por lo tanto serás ejecutado". Pero en hebreo no podría haber tal juego de palabras, porque lo que los griegos llaman πρῖνος nosotros lo llamamos encina, y los hebreos lo dirían תרוח. Pero las palabras para cortar, partir, dividir en hebreo son מלק, שסע, שסף, פקע, פלח, פרק.

Orígenes responde en su epístola a Julio Africano que Daniel no dijo "lentisco" ni "encina", sino algo diferente que desconocemos, pero que en hebreo o en caldeo, las lenguas que él usaba, correspondería a alguna palabra que implica cortar. Pues los hebreos tienen muchas palabras que significan cortar o partir. Además, el traductor griego no tradujo literalmente, sino según el sentido, y para mantener el juego de palabras, usó otros árboles similares, a los cuales en griego correspondiera una alusión a la acción de cortar.