CAP. IV: Se aportan testimonios del Antiguo Testamento a favor de la doctrina católica.

Ahora se prueba la doctrina católica, en primer lugar, con los testimonios del Antiguo Testamento. El PRIMER testimonio se encuentra en Éxodo 18, donde leemos que cuando el pueblo de Dios comenzó a organizarse como una especie de república eclesiástica, Moisés actuaba como príncipe y cabeza de esa Iglesia, y respondía a todas las dudas que surgían acerca de la ley del Señor, sin remitir a los hombres a algún espíritu revelador. Allí mismo, cuando, siguiendo el consejo de su suegro, estableció jueces menores que gobernaran al pueblo, Moisés se reservaba siempre las cuestiones relacionadas con la religión, para que entendamos que debe haber un único tribunal común al que todos acudan para la interpretación de la ley divina y cuya sentencia todos deben aceptar sin cuestionar.

Este argumento suele ser eludido por algunos que dicen que Moisés era un príncipe político, no un sumo sacerdote o pontífice, ya que Aarón era el sumo sacerdote. Y por lo tanto, de este pasaje no se puede concluir que el juicio sobre asuntos de fe pertenezca a los sacerdotes, sino más bien a los reyes. RESPONDO que Moisés fue sacerdote, y de hecho, superior a Aarón, aunque no de forma ordinaria y sucesoria, ya que solo podía haber uno de estos, que era Aarón, pero sí como un sacerdote extraordinario, especialmente designado por Dios. Así como en el Nuevo Testamento todos los Apóstoles no eran mayores que Pedro, ni completamente iguales, aunque en cierto modo lo eran en poder eclesiástico, como enseña Cipriano en su Tratado sobre la Simplicidad de los Prelados, pero con la diferencia de que Pedro era el pastor ordinario de toda la Iglesia, a quien solo le correspondía tener sucesores, mientras que los otros Apóstoles eran extraordinarios y no dejaban sucesores en ese poder. Que Moisés fue sacerdote lo testifica David cuando dice en el Salmo 98: "Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, y Samuel entre los que invocan el nombre del Señor."

PERO, dicen, Moisés es llamado sacerdote porque era un hombre principal, de la misma manera que en el segundo libro de los Reyes, capítulo 8, leemos que los hijos de David eran sacerdotes. POR EL CONTRARIO, si en este lugar se llamara sacerdotes a los hombres principales, también Samuel, que era un hombre principal, habría sido llamado sacerdote. Sin embargo, David no lo hizo, pues sabía que Samuel no era sacerdote, sino solo juez, ya que no descendía de la familia de Aarón, sino de Coré, su primo, como se ve en 1 Crónicas 6. Pero es claro que Moisés fue sacerdote de manera verdadera y propia, como se evidencia en el libro de Éxodo, capítulos 28 y 29, donde Moisés ejerce todas las funciones sacerdotales. Ofrece sacrificios, enseña, consagra vestiduras, y lo que es aún más importante, unge e inicia al sumo sacerdote y a los sacerdotes. Por tanto, todos los antiguos enseñan que Moisés fue propiamente sacerdote: Filo en el libro 3 de La Vida de Moisés al final; Dionisio en el capítulo 5 de La Jerarquía Eclesiástica; Gregorio Nacianceno en un sermón pronunciado ante Gregorio Níseno; Agustín en el Salmo 98; y Jerónimo en el libro 1 contra Joviniano, donde también muestra que Samuel no fue sacerdote.

El SEGUNDO testimonio se encuentra en Deuteronomio 17, donde se establece una ley general: "Si ves que un juicio es difícil y ambiguo, entre causa y causa, entre lepra y no lepra, y en las puertas de tu ciudad los jueces no concuerdan en sus palabras, levántate y sube al lugar que el Señor, tu Dios, elija. Irás al sacerdote de la tribu de Leví y al juez que esté en ese tiempo, y les consultarás, y ellos te indicarán la verdad del juicio. Y harás todo lo que te digan, los que presiden en el lugar que el Señor elija, y te enseñarán según su ley, y seguirás su sentencia, sin desviarte ni a la derecha ni a la izquierda. Y el que se ensoberbeciere, negándose a obedecer la orden del sacerdote que entonces sirva al Señor, tu Dios, por el mandato del juez, morirá." Aquí también claramente no se remiten los que dudan a su propio espíritu, sino a un juez viviente, es decir, al sumo sacerdote.

Brencio objeta que este mandamiento es condicional, porque se añade: "Y te enseñarán según su ley." Parece que de este pasaje se podría concluir que no se debe seguir el juicio del sumo sacerdote, a menos que emita un testimonio conforme a la ley divina. RESPONDO que "Y te enseñarán según su ley" no se encuentra en la edición hebrea, que los luteranos no aceptan, y no implica una condición, sino una afirmación o promesa. No quiso decir "Sigue el juicio del sacerdote si te enseña según la ley", porque en ese caso los hombres habrían estado más confusos y perplejos que antes, y no habría sido necesario ir al sacerdote si ellos mismos pudieran juzgar su caso basándose en la ley del Señor. Más aún, entonces no habría sido el sacerdote el juez, sino ellos mismos, ya que serían los que juzgarían la sentencia del sacerdote. Así pues, no es una condición, sino una promesa, porque el Señor quiere dar seguridad al pueblo que se somete al juicio del sacerdote, afirmando que juzgará según su ley.

En segundo lugar, Brencio objeta que en este pasaje no solo se envía a los que dudan al sacerdote, sino también al juez, quien era un príncipe político. RESPONDO que el juez aquí puede entenderse como el príncipe de los sacerdotes, pues en hebreo dice: "Sube a los sacerdotes y al juez", como si dijera: "Al concilio de los sacerdotes y a su príncipe, el sumo sacerdote." En segundo lugar, si entendemos al juez como un príncipe político, aquí se distinguen los oficios, porque al sacerdote se le atribuye la sentencia definitiva y al juez la ejecución en caso de rebeldía: "El que se ensoberbeciere, negándose a obedecer la orden del sacerdote, por mandato del juez morirá."

En tercer lugar, se objeta que en este pasaje no se trata de dudas religiosas, sino políticas. RESPONDO que esto es falso, pues la ley es general para todas las dudas que surjan de la ley. Además, la ocasión de esta ley fue debido a los que servían a dioses extraños, como se muestra al principio del capítulo. Servir a dioses extraños es claramente un asunto religioso.

El TERCER testimonio es de Eclesiastés 12: "Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos bien clavados, que fueron dadas por los maestros por medio de un solo pastor. Más allá de esto, hijo mío, no busques." En este pasaje, Salomón enseña que no debe buscarse más, sino que debe aceptarse completamente la sentencia cuando es dada por el sumo pastor, especialmente con el consejo de los sabios. Si esto se dice del sacerdote del Antiguo Testamento, ¡cuánto más debe decirse del sacerdote del Nuevo Testamento, que ha recibido de Dios promesas mucho mayores!

El CUARTO testimonio es de Ageo 2: "Así dice el Señor de los ejércitos: Consulta a los sacerdotes sobre la ley." Y también de Malaquías 2: "Los labios del sacerdote guardarán la sabiduría, y de su boca buscarán la ley, porque él es el ángel del Señor de los ejércitos." De estas palabras entendemos que no corresponde a los hombres privados juzgar la ley del Señor, sino al sacerdote, quien, siendo un ángel, es decir, mensajero de Dios, tiene el deber de explicar la ley de Dios.

Finalmente, se añade el testimonio del libro de 2 Crónicas, capítulo 19, donde el buen rey Josafat se dirige a los sacerdotes: "Toda causa que llegue a ustedes de sus hermanos que habitan en sus ciudades, entre familia y familia, y cualquier cuestión sobre la ley, los mandamientos, los ritos y las justificaciones, muéstrenles para que no pequen contra el Señor. Y Amarías, su sacerdote y pontífice, presidirá en todo lo que concierna a Dios, mientras que Zabadías, hijo de Ismael, será el líder sobre todo lo que concierna al oficio del rey." Aquí ves cuán claramente el rey distingue el oficio del pontífice del oficio del rey, y atribuye solo al pontífice el juicio sobre las dudas de la ley.