CAP. IV: Sobre los términos “Hipóstasis” y “Sustancia”.

Hipóstasis significa la primera sustancia, lo que generalmente llamamos "supuesto" y, en una naturaleza inteligente, "persona". Se distingue de la esencia en que esta se refiere a modo de forma total existente en otro, mientras que la hipóstasis se refiere a un todo que no existe en otro, sino en sí mismo y por sí mismo. De lo cual se sigue que la hipóstasis no añade a la esencia ningún grado de naturaleza o acto, sino solo un modo de ser. Pues si la esencia existe por sí misma y no está en otro, como parte en el todo o como forma en un sujeto, se llama hipóstasis. De lo cual se sigue también que la esencia es comunicable, pero la hipóstasis es incomunicable, pues es incompatible que lo que está en sí mismo esté en otro. Ser en otro es no ser en sí, y de esto se sigue finalmente que la hipóstasis añade a la esencia alguna propiedad, es decir, algún modo en virtud del cual se vuelve incomunicable. Todo esto se deduce de Basilio en su epístola 43, de Gregorio de Nisa en su libro sobre la diferencia entre esencia e hipóstasis, de Juan Damasceno en el libro 3, capítulo 3, de Cirilo en el libro 1 sobre la Trinidad, de Justino en su libro sobre la confesión de la fe recta y de Teodoreto en su libelo contra Sabellio, que se encuentra en el tomo II de los Concilios, en los añadidos al Breviario de San Liberato.

Aunque estos Padres no parecen establecer otra diferencia entre esencia y supuesto, que aquella que hay entre la especie y el individuo, como entre "hombre" y "Pedro", sin embargo, los mismos Padres profesan abiertamente (como mostramos anteriormente en el libro 1, capítulo 3) que Dios es uno en número, no en especie, y que las tres hipóstasis divinas no pueden llamarse tres individuos divinos en razón de su naturaleza, como si fueran tres Deidades individuales, sino solo tres en razón de la propiedad hipostática.

Este término, aunque algunos lo consideraban sospechoso, por su posible confusión con la significación de sustancia, es decir, esencia, como se evidencia en Jerónimo en dos epístolas a Dámaso sobre las hipóstasis, en Gregorio Nacianceno en su oración en alabanza de Atanasio y en Mario Victorino en su libro sobre el homoousios, sin embargo, debe ser totalmente aceptado y puede decirse con seguridad que hay tres hipóstasis en Dios.

Esto se prueba, en primer lugar, por la Escritura, en Hebreos 1, donde se dice del Hijo: "El cual, siendo el resplandor de su gloria y la imagen de su sustancia", en griego: χαρακτὴρ τὴς ὑποστάσεως αὐτοῦ (la imagen de su hipóstasis). Aunque algunos entienden por hipóstasis la esencia, como parece interpretar Epifanio en la herejía 69, otros lo entienden más correctamente como la persona paterna, como Crisóstomo, Teodoreto, Teofilacto y Oecumenio en sus comentarios sobre este pasaje, así como Basilio en su epístola 43 y Gregorio de Nisa en su libro sobre la diferencia entre esencia y supuesto. Pues el Hijo no es imagen de la esencia, sino de la persona, ya que es imagen de aquel cuya es el Hijo. La imagen se distingue del modelo, como lo que es producido del que lo produce.

A esto responde Francisco David en su segunda disputa de Alba, cuando quiere demostrar que Pablo no atribuyó a Dios persona alguna, presentando otros pasajes de la misma epístola donde el término hipóstasis no se toma por persona o supuesto, como en Hebreos 3: "Hemos llegado a ser partícipes de Cristo, si mantenemos firme hasta el fin el principio de nuestra sustancia", donde en griego se lee ὑποστάσεως en lugar de "sustancia". Y también en Hebreos 11: "Es, pues, la fe la sustancia de lo que se espera", en griego ὑπόστασις.

RESPONDO que estos pasajes están a nuestro favor. En ellos, el término hipóstasis se explica en sentido general como fundamento o base que sostiene otras cosas y que subsiste por sí misma. Así también en 2 Corintios 9 y 11, el mismo Apóstol llama a la hipóstasis "fundamento de la gloria" (ὑπόστασις τῆς καυχήσεως). Luego, este término se aplica y acomoda a la fe, porque la fe es el fundamento de la justicia, y no solo subsiste por sí misma, sino que también da existencia a las cosas que se esperan: lo que esperamos, en sí mismo no existe, pero mediante la fe parece ya existir de alguna manera. De aquí también se aplica al supuesto o persona, que es el fundamento de la naturaleza y de todo lo que sigue a la naturaleza. Pues todo existe en la persona, y la persona existe por sí misma. Así que cuando se dice que el Hijo es la imagen de la hipóstasis del Padre, no puede significar otra cosa que la persona del Padre, que, porque subsiste por sí misma, y en ella subsisten la esencia, todos los atributos e incluso las mismas relaciones, por eso puede llamarse fundamento y base.

En segundo lugar, esto se prueba por el uso de la Iglesia y de los Padres. Pues Dionisio, en su libro sobre los nombres divinos, capítulo 1 y otros lugares, llama a las tres personas tres hipóstasis. Lo mismo hace Justino en su libro sobre la confesión de la fe recta, así como Atanasio en el Símbolo y todos los Padres griegos, y el Concilio de Sárdica, capítulo 1. También Hilario en su libro sobre los sínodos y Agustín en su libro 5 sobre la Trinidad, capítulos 8 y 9, y en su libro 7, capítulo 4. Finalmente, Gregorio Nacianceno, en su oración en alabanza de Atanasio, casi al final, relata que Atanasio demostró que los griegos pensaban exactamente lo mismo cuando afirmaban que en Dios hay tres hipóstasis, que los latinos cuando decían que hay tres personas divinas; y que los latinos no tenían razón para ofenderse con esa frase de los griegos, pues no había ninguna diferencia en cuanto a la cuestión.

Esto no contradice el Concilio de Sárdica, según lo que se encuentra en Teodoreto, libro 2 de su historia, capítulo 8, donde leemos que era propio de los herejes afirmar tres hipóstasis, mientras que los católicos sostenían que solo había una. Pues el mismo Concilio allí explica su sentencia, afirmando que solo hay una hipóstasis en Dios, si se entiende por hipóstasis la esencia, como suelen hacerlo los herejes. Pero será conveniente citar aquí las mismas palabras griegas del Concilio para que no quede ninguna duda. Así dice:

ἡμεῖς ταύτην παρειλήφαμεν, καὶ δεδιδάγμεθα, καὶ ταύτην ἔχομεν τὴν καθολικὴν παράδοσιν, καὶ πίστιν, καὶ ὁμολογίαν, μίαν εἶναι ὑπόστασιν, ἣν αὐτὸι οἰ αἱρετικὸι οὐσίαν προσαγορέυουσι τοῦ πατρὸς, καὶ τοῦ υἱοῦ, καὶ τοῦ ἁγίου πνεύματος (Nosotros hemos recibido, hemos sido enseñados, y tenemos esta tradición católica, y fe, y confesión, de que hay una hipóstasis, que los mismos herejes llaman esencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo).

Los transilvanos, en el libro 1, capítulo 8, objetan la autoridad de Nicéforo, quien en el libro 10 de su historia, capítulo 15, dice lo siguiente sobre los términos hipóstasis y esencia. Primero, que el primero en mencionar estos términos en una disputa sobre Dios fue Osio de Córdoba, a quien Constantino envió a Alejandría para calmar los tumultos provocados por Arrio. Segundo, que el Concilio de Nicea no quiso tocar esta cuestión sobre la diferencia entre esencia y subsistencia, pues la consideraban indigna de ser tratada. Tercero, que el Concilio de Alejandría, celebrado poco después del de Nicea, decidió que no se debían usar estos términos con respecto a Dios, ya que los términos "sustancia" y "subsistencia" no se encuentran en las Escrituras. Cuarto, que entre los antiguos filósofos el término "hipóstasis" no se encontraba y que es bárbaro. Quinto, que de la invención de esta distinción han surgido muchas necedades en la Iglesia, y brevemente, reprueba abiertamente el uso de estos vocablos.

RESPONDO que Nicéforo tomó lo que dice de Sócrates, libro 3, capítulo 5, y de Sozomeno, libro 5, capítulo 11. Estos autores no reprueban tanto los términos mismos como la nueva cuestión sobre la distinción de estos vocablos. Por tanto, aunque tal vez Osio fue el primero en tratar esta distinción, no fue el primero en acuñar estos términos, ya que se encuentran en Dionisio y Justino en los lugares citados, y el mismo Pablo utiliza el término hipóstasis. Y sobre el término homousios, que deriva de usia, ya hemos demostrado que es antiquísimo. Además, aunque el Concilio de Nicea no explicó la cuestión sobre la diferencia entre esencia y subsistencia, no rechazó estos términos, como se evidencia en el Símbolo, que se encuentra en Cirilo, libro 1 sobre la Trinidad, y se halla en griego incluso en los códices latinos: en dicho Símbolo se encuentran ambos términos, οὐσίας y ὑποστάσεως.

El Concilio de Alejandría no prohibió absolutamente el uso de estos términos, sino que solo eliminó las discusiones innecesarias, como se deduce claramente del hecho de que los mismos autores refieren que en dicho Concilio se dispuso que los católicos debían usar estos términos en las disputas contra los sabelianos, para que no pareciera que compartían su opinión por falta de términos.

En cuanto a lo que añaden Sócrates y Nicéforo, que el término "hipóstasis" es bárbaro y casi desconocido para los filósofos, y que Nicéforo llama "necedades" a las disputas sobre la distinción de estos términos, no tiene mucha importancia. Pues que este término no era desconocido para los filósofos antiguos se prueba en el comentario de Budaeus, quien cita a Aristóteles y Temistio, filósofos muy renombrados que usaban frecuentemente el término hipóstasis. Y aunque ningún filósofo hubiera usado jamás ese término, ¿no debería bastarnos que lo haya usado Pablo, el Concilio de Nicea y todos los Padres griegos? Además, no son "necedades" las discusiones sobre οὐσία e ὑποστάσις, como lo prueba Basilio en su epístola 43, quien dice que de la ignorancia de esta distinción han surgido muchos errores sobre el conocimiento de Dios. Además, si estas discusiones fueran "necedades", ¿por qué Justino, Cirilo, Basilio, Gregorio de Nisa, Teodoreto, Juan Damasceno y otros habrían discutido tan seriamente sobre este asunto?

Finalmente, el término sustancia es ambiguo, pues a veces significa hipóstasis y otras veces esencia. Por eso, en rigor, podría decirse que hay tres sustancias en Dios, como concede Hilario en su libro sobre los sínodos, donde, explicando la fe del Concilio de Antioquía, dice que no está mal decir "tres sustancias", tomando sustancia no por esencia (οὐσία), sino por hipóstasis (ὑπόστασις), especialmente porque el intérprete común de la epístola a los Hebreos 1:3 y 11 usa este término. Sin embargo, en términos absolutos, no deben admitirse tres sustancias en Dios, sino afirmarse una sola, ya que el uso común de los latinos toma sustancia por esencia. Pues Aristóteles, en la categoría de sustancia, siempre llama οὐσίαν a lo que nosotros llamamos sustancia. Además, Tertuliano, en su libro contra Práxeas, siempre habla de una sustancia en Dios. Asimismo, Jerónimo en su epístola a Dámaso, Agustín en su libro 5 sobre la Trinidad, capítulo 9 y libro 7, capítulo 4, y Rufino en su historia, libro 10, capítulo 29, dicen que hay una sustancia y niegan que haya tres. Finalmente, el Concilio de Letrán, bajo Inocencio III, en el capítulo 2, y el Concilio de Toledo II, en el capítulo 1, definen que en Dios hay una sustancia.