CAP. II: Sobre las palabras que utilizamos para explicar este misterio.

En cuanto al PRIMERO, estos son los nombres: Esencia, Homousios, Hipóstasis, Sustancia, Persona, Propiedad, Relación, Noción, Circumincesión, Trinidad. Sobre estos vocablos, hay dos cosas que decir. Primero, debemos refutar lo que, en términos generales, critican los transilvanos en el libro 2, capítulo 9. Luego, explicaremos cada término por separado. Ellos, pues, dicen que aunque estos nombres sean profanos, los conservamos por cinco razones. PRIMERO, porque son útiles para combatir a los herejes. SEGUNDO, porque los Padres los usaron. TERCERO, no para decir algo, sino para no quedarnos callados. CUARTO, porque son útiles para explicar los misterios de la Escritura. QUINTO, porque aunque no se encuentren en las Escrituras, se hallan sus semillas y equivalencias. Luego, refutan todos estos argumentos que se propusieron a sí mismos.

A la PRIMERA responden que no se deben hacer cosas malas para que sucedan cosas buenas, y además, que los herejes que no son vencidos por las Escrituras mucho menos podrán ser vencidos por estos términos.

Pero no interpretan correctamente la opinión de los católicos, pues los católicos no dicen que se combatan a los herejes con estos nombres, sino que se los condena y excluye de la Iglesia; ya que debido a nuevas herejías, nos vemos obligados a inventar nuevos nombres, para que se nos distinga claramente de ellos, y los católicos sepan qué deben creer. Véase a Agustín, Tratado 97 sobre Juan, donde muestra que deben evitarse las novedades profanas de las palabras, pero no los nombres nuevos que se instituyen contra nuevas herejías.

A la SEGUNDA responden, por lo tanto, que se deberían aceptar todos los errores de los Padres. Pero negamos esta consecuencia. Los Padres nunca erran todos al mismo tiempo, aunque alguno de ellos se equivoque en alguna ocasión; nosotros, sin embargo, los seguimos cuando enseñan algo en conjunto, no cuando defienden opiniones propias y particulares en contradicción con otros. Un ejemplo es el beato Cipriano, a quien no seguimos cuando enseña que el Bautismo es inválido si lo confiere un hereje. Sabemos, en efecto, que en este asunto los demás doctores no estuvieron de acuerdo con Cipriano; sin embargo, seguimos a Cipriano cuando enseña que Cristo es el verdadero Dios, porque en esto todos los Padres lo enseñan con consenso total.

A la TERCERA responden que es tonto hablar para no decir nada. Pero no entendieron estas palabras de Agustín en el libro 5 de "La Trinidad", capítulo 9, cuando dice que se dice que hay tres personas en Dios, no para decir algo, sino para no quedarnos callados. Pues Agustín quiso decir que ningún nombre explica suficientemente qué son esas tres realidades, pero se dice "personas" no para declarar perfectamente la fuerza y naturaleza de las personas divinas, sino para que no parezcamos completamente mudos cuando se nos pregunta: ¿Qué son los tres?

A la CUARTA responden que estos nombres son exóticos y oscurísimos, y por lo tanto inútiles para explicar los misterios de la fe. Pero demostraremos en breve que esto es falso, cuando discutamos sobre cada término en particular. Ciertamente, no pueden considerarse exóticos aquellos nombres que ya han estado en uso común durante tantos siglos en toda la Iglesia Católica.

A la QUINTA, niegan que se encuentren sinónimos y equivalencias en las Escrituras. Pero esto es una mentira, y lo demostraremos claramente enseguida.