CAP. XXV: Lo mismo se prueba a partir de los Padres Griegos.

El primero de los griegos que mencionaremos es San Gregorio Taumaturgo, quien en la confesión de fe recibida divinamente, que se encuentra en Gregorio Nacianceno en la vida de este Gregorio, habla así: "Un solo Espíritu Santo que tiene su origen y existencia de Dios, quien apareció a través del Hijo, imagen perfecta del Hijo perfecto". En este pasaje no debe cuestionarse la partícula "a través de" ni el verbo "apareció", ya que previamente hemos demostrado que la partícula "a través de" significa causa o principio productivo. Y de que el Hijo haya enviado al Espíritu Santo a las criaturas, se concluye evidentemente que el Espíritu Santo también procede del Hijo desde la eternidad.

Es notable la frase "imagen del Hijo", ya que, aunque el Espíritu Santo no sea propiamente la imagen del Hijo en el mismo sentido que el Hijo es la imagen del Padre, ya que no procede en virtud de la semejanza, no obstante, no podría decirse de ninguna manera que es imagen del Hijo si no procediera de Él y no fuera semejante a Él en esencia. Pues "imagen" implica una relación entre lo producido y el productor, y sin esta relación no es suficiente cualquier semejanza. Por lo tanto, no se dice que un hermano es la imagen de otro hermano, aunque sea muy similar a él; ni se dice que un huevo es la imagen de otro huevo, aunque uno apenas pueda distinguirse del otro debido a su similitud. La semejanza no es suficiente, se requiere que uno proceda del otro, lo que no se encuentra en el caso de los huevos o los hermanos. Por lo tanto, cuando San Gregorio llama al Espíritu Santo "imagen del Hijo", sin duda creía que procede verdaderamente del Hijo.

Dirás que no se requiere que el modelo sea la causa activa de la imagen, sino que basta con que sea ejemplar, como se ve en las estatuas. Respondo que en las cosas artificiales, el modelo no es la causa activa, pero en la producción natural lo es. De hecho, necesariamente coincide con el principio activo, como es evidente en todas las cosas. Todas las cosas que actúan naturalmente producen sus efectos según la semejanza de su propia forma. Por lo tanto, ya que el Espíritu Santo no es producido libremente, sino naturalmente, el principio activo y el ejemplar coinciden respecto a Él.

El segundo testimonio griego es el del Beato Atanasio, quien en el Símbolo dice:

"El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no hecho, no creado, no engendrado, sino procedente".

Sobre este testimonio se pueden decir dos cosas. Primero, que este Símbolo no es realmente de Atanasio, pero esto se refuta fácilmente, tanto por Gregorio Nacianceno en su oración sobre los elogios de Atanasio, donde dice que él compuso una confesión de fe perfectísima, que todo Oriente y Occidente veneran; como por Agustín, quien citando expresamente a Atanasio, obispo de Alejandría, en su comentario sobre el Salmo 120, menciona un versículo completo de este Símbolo; y sin nombrar a Atanasio, usa oraciones completas de este Símbolo, como algo conocido en la Iglesia, en su libro 5 sobre la Trinidad, capítulo 8, y en su epístola 174 a Páscentio, en el Enquiridion, capítulo 36, y en el sermón 295 sobre el tiempo.

Segundo, podría decirse que las palabras "y del Hijo" fueron añadidas por los latinos. Pero esto tampoco puede decirse, ya que incluso en los símbolos griegos se encuentra esta partícula, y en el Concilio de Toledo IV, capítulo 1, se recita una confesión tomada casi palabra por palabra de este Símbolo, y allí leemos "del Padre y del Hijo", y este Concilio se celebró alrededor del año 633, es decir, antes del cisma con los griegos. Además, Gennadio Escolario, en su libro en defensa del Concilio de Florencia, capítulo 1, sección 5, dice que los griegos de su tiempo solían decir que Atanasio estaba ebrio cuando escribió esto. Lo cual demuestra que no negaban que Atanasio hubiera escrito así.

El segundo pasaje de Atanasio está en el sermón 4 contra los arrianos, mucho antes de la mitad, folio 233:

"No introducimos, dice, tres principios o tres Padres, como los marcionistas, ni tampoco traemos la comparación de tres soles, sino de un solo sol, su resplandor y, de ambos, la luz procedente". Aquí se ve clarísimamente que son tres: el sol, el resplandor y la luz que procede de ambos. No creo que pueda dudarse que por el sol Atanasio entienda al Padre; por el resplandor, al Hijo; y por la luz, al Espíritu Santo. ¿Qué, por favor, se podría responder a esto?

El tercer pasaje de Atanasio está en el libro titulado Redargución de la hipocresía de Melecio, hacia el final:

"De hecho, dice, es imposible que el Espíritu Santo sea contado en la gloria de la Trinidad si no hubiera emanado de Dios por el Hijo, sino que fuera hecho por Dios al modo de una criatura, como piensan algunos". Nótese que Atanasio no dice "del Padre por el Hijo", para que los griegos más recientes no dijeran que el Hijo fue añadido para denotar una relación, sino que dice "de Dios por el Hijo". Y esto no puede referirse a la misión a las criaturas, ya que esta emanación se opone a la creación.

El cuarto pasaje está en esa larguísima epístola a Serapión, donde demuestra, contra los macedonianos, que no puede defenderse de ninguna manera que el Espíritu Santo sea una criatura si el Hijo no lo es. Este es el argumento de toda la epístola.

Lo demuestra con esta razón, que casi toda la epístola presenta de diversas maneras: tal es el orden y la unión entre el Espíritu Santo y el Hijo, como entre el Hijo y el Padre; pero el Hijo, porque es de Dios Padre, es Dios como el Padre, por lo tanto, de manera similar, el Espíritu Santo que es de Dios Hijo será Dios como el Hijo; o si no es Dios, tampoco el Hijo lo será, y menos aún el Padre:

"Por lo tanto, dice más allá de la mitad de la epístola, teniendo el Espíritu tal orden y naturaleza con el Hijo como el Hijo la tiene con el Padre, ¿cómo puede ser que quien dice que el Espíritu es una criatura no piense lo mismo necesariamente del Hijo? Pues si el Espíritu Santo es la criatura del Hijo, es consecuente que también digan que el Verbo del Padre es una criatura". Esto dice Atanasio. Donde él cree tan ciertamente que el Espíritu Santo procede del Hijo, que de esto, como de un principio firmísimo y conocidísimo, concluye lo que era dudoso, a saber, que el Espíritu Santo es Dios.

Pueden responder solo que el orden del Espíritu con respecto al Hijo y del Hijo con respecto al Padre consiste en que así como el Padre envía al Hijo a las criaturas, así el Hijo envía al Espíritu. Pero esto no puede decirse, a menos que con la misión a las criaturas entendamos la verdadera procesión en cuanto al ser. Pues de lo contrario, el argumento de Atanasio no tendría ningún valor; de la misma manera que no tiene valor este argumento: "Dios envía a los ángeles, por lo tanto, o los ángeles no son criaturas, o Dios es una criatura". Esto no tiene valor porque los ángeles son enviados por Dios a las criaturas de tal manera que esa misión no incluye la procesión eterna de los ángeles desde la sustancia misma de Dios. Si, por lo tanto, el Espíritu Santo es enviado por el Hijo a las criaturas y no procede sustancialmente del mismo Hijo como del Padre, ciertamente no se envía de manera diferente a como se envían los ángeles; y por lo tanto, no puede inferirse de esto que Él sea Dios, ni que el Hijo sea Dios, cosa que sin embargo Atanasio infiere. Además, si Atanasio hablara de la misión a las criaturas, no diría: "Pues si el Espíritu Santo es la criatura del Hijo, etc.". Estas palabras indican producción, no misión, y Atanasio sostiene que el Espíritu Santo es producido por el Hijo, pero no creado de la nada.

Además, una página más adelante, Atanasio dice:

"Y también es imagen del Hijo, y se le llama Espíritu". Y más adelante: "Pues si el Hijo, porque es de Dios y del Padre, es propio de su substancia, es necesario que también el Espíritu, porque se dice que es de Dios, sea propio del Hijo según la substancia". En verdad, Atanasio, cuando dice que el Espíritu es de Dios, entiende "de Dios Hijo", de lo contrario, no concluiría bien, diciendo que por esta razón el Espíritu es propio del Hijo, del mismo modo que el Hijo es propio del Padre porque es del Padre. También existen dos epístolas más breves a Serapión, donde dice lo mismo con otras palabras.

TERCER Padre griego es San Basilio, a quien ciertamente los griegos casi anteponen a todos los demás.

Él, en el libro 2 contra Eunomio, hacia el final, dice: "¿Quién de todos desconoce que ninguna operación del Hijo está separada del Padre, ni hay nada en la naturaleza de las cosas que pertenezca al Hijo y sea ajeno al Padre? Pues todo lo mío, dice, es tuyo, y lo tuyo es mío. ¿Cómo, entonces, se atribuye solo al unigénito la causa del Espíritu?" Esto lo dice él.

Las palabras griegas no difieren en absoluto de estas. Pues él dice así:

Πῶς οὖν τοῦ πνέυματος τῆν αἰτίαν τῷ μονογενεῖ μόνῳ προστίθησι; (¿Cómo, entonces, se atribuye solo al unigénito la causa del Espíritu?)

Ciertamente, Basilio, al demostrar que no solo el Hijo es la causa del Espíritu, sino también el Padre, ya que todo lo que tiene el Hijo lo tiene el Padre, enseña a la vez, e incluso lo da por hecho, que el Hijo es causa del Espíritu, como dicen los griegos. Y no se puede referir esta causa a los dones del Espíritu Santo, pues Basilio escribe contra Eunomio, quien no estaba debatiendo sobre los dones, sino sobre la sustancia del Espíritu Santo, y afirmaba que solo el Hijo era verdaderamente la causa del Espíritu Santo.

EL SEGUNDO lugar es en el libro 3 contra Eunomio, hacia el principio:

Dice: "¿Por qué, dice él, es necesario que si en dignidad y en orden el Espíritu es tercero, también sea tercero en naturaleza? Porque la razón de la piedad enseña que es segundo en dignidad respecto al Hijo, ya que tiene su ser de él y depende totalmente de esa causa; pero no hemos aprendido de las Sagradas Escrituras ni es posible deducir de lo que se ha dicho que sea tercero en naturaleza".

Este pasaje, en el Concilio de FLORENCIA, sesión 20, fue señalado por los griegos como corrupto y que no está en todos los códices griegos, sino solo en algunos. Y verdaderamente, en el texto griego editado en Basilea en el año 1551, se encuentra así:

ἀξιώματι μὲν γὰρ δευτερεύειν τοῦ υἱοῦ, παραδίδωσιν ὁ τῆς εὐσεβείας λόγος (La razón de la piedad enseña que es segundo en dignidad respecto al Hijo), y faltan las palabras "porque tiene su ser de él y depende totalmente de esa causa", en las que se basa toda la fuerza del razonamiento. Sin embargo, los latinos respondieron que el códice griego estaba más bien corrupto por los mismos griegos, y presentaron un códice antiquísimo escrito hace seiscientos años, en el que estaban todas las palabras que hemos citado.

Además, deducimos claramente de los pasajes siguientes que esas palabras deben estar en el texto o al menos el sentido de ellas. Pues Basilio continúa de esta manera:

"Porque así como el Hijo es segundo en orden respecto al Padre, porque tiene su ser de él, y segundo en dignidad, porque el Padre es para él el origen y la causa de su ser; pero no es segundo en naturaleza, porque en ambos es una misma divinidad, así también el Espíritu Santo, aunque es segundo en dignidad y en orden respecto al Hijo, no es de naturaleza diferente". Y todo esto se encuentra en el griego literalmente. Te ruego que examines el razonamiento de Basilio. Dice que el Espíritu es segundo respecto al Hijo en orden y dignidad, pero no en naturaleza. Y lo prueba, porque así como el Hijo es segundo respecto al Padre, porque tiene su ser de él, así también el Espíritu es segundo respecto al Hijo. Donde, a menos que se añada o se entienda lo que está en nuestros códices, es decir, que el Espíritu tiene su ser del Hijo, así como el Hijo tiene su ser del Padre, el razonamiento de Basilio no concluye nada; y de ninguna manera podría probarse que el Espíritu Santo es segundo respecto al Hijo, como el Hijo es segundo respecto al Padre.

EL TERCER lugar está en el libro 5 contra Eunomio, capítulo 8, donde se dice que el Espíritu Santo es la verdadera y natural imagen de Dios y de Cristo. El mismo título: ὅτι εἰκὼν ἀληθὴς, καὶ φυσικὴ Θεοῦ, καὶ Χριστοῦ τὸ πνεῦμα (Que el Espíritu es la verdadera y natural imagen de Dios y de Cristo) indica claramente que el Espíritu Santo tiene su ser del Padre y del Hijo. Pues, como dijimos antes, no es una verdadera y natural imagen la que no es producida por el mismo ejemplar.

EL CUARTO lugar está en el mismo libro, capítulo 11, donde así leemos en el título del capítulo:

ὅτι ὡς υἱὸς πρὸς πατέρα ἔχει, οὕτως πνεῦμα πρὸς υἱὸν (Que así como el Hijo se relaciona con el Padre, así el Espíritu se relaciona con el Hijo). Y continúa: Διὰ τοῦτο καὶ Θεοῦ μὲν λόγος ὁ υἱός, ῥῆμα δὲ υἱοῦ τὸ Πνεῦμα (Por eso el Verbo de Dios es el Hijo, pero el Verbo del Hijo es el Espíritu Santo). Esto lo dice él. ¿Pero cómo puede llamarse Verbo del Hijo al Espíritu si no procede de él? Y ¿cómo se relaciona el Espíritu con el Hijo como el Hijo con el Padre, si el Hijo procede del Padre, pero el Espíritu Santo no procede del Hijo?

EL QUINTO lugar está en el mismo libro, capítulo 12, donde se propone esta pregunta:

διὰ τί μὴ καὶ τὸ πνεῦμα υἱὸς τοῦ υἱοῦ; (¿Por qué el Espíritu no es el Hijo del Hijo?) Basilio responde: ὅτι οὐ διὰ τὸ μοὺ εἶναι ἔκ Θεοῦ δι' υἱοῦ, ἀλλ᾽ ἵνα ἡ τριὰς μὴ νομισθῆ πλῆθος ἄπειρον (No porque no sea de Dios a través del Hijo, sino para que la Trinidad no sea considerada una multitud infinita), y lo que sigue. Esto es: No se dice Hijo del Hijo, no porque no sea de Dios por el Hijo, sino para que no se piense que la Trinidad se multiplica infinitamente. Pues si el Espíritu fuera llamado Hijo del Hijo, parecería que también él tendría otro Hijo, y así sucesivamente.

Aquí hay algunas cosas que deben ser observadas. PRIMERO, el mismo título de la cuestión es un argumento a favor de nuestra verdad; pues si el Espíritu procediera solo del Padre, ciertamente no se preguntaría por qué no se le llama Hijo del Hijo, así como nadie pregunta por qué el hermano no se llama Hijo del hermano, ya que la cuestión es tan clara que no puede surgir ninguna sospecha. Por tanto, el hecho de que se haya preguntado seriamente por qué el Espíritu no se llama Hijo del Hijo es una señal de que estaba aceptado por todos que el Espíritu procede del Hijo.

SEGUNDO, que esta cuestión haya causado gran problema tanto a Basilio como a Atanasio en las epístolas citadas a Serapión. Ambos parecen estar en grandes aprietos: y esto mismo es un gran argumento a favor de nuestra verdad. Pues podrían haber dicho con una sola palabra: No se llama Hijo porque no procede de él, y sin embargo, nunca lo dijeron, sino que afirman que es un misterio inescrutable, y que debe bastarnos saber que existe, y no debemos preguntar por qué y cómo, etc.

TERCERO, la respuesta de Basilio (no porque no sea de Dios por el Hijo) es también un argumento a nuestro favor. Pues si ese "por" no significara causa, sino que se usara en lugar de "con", como los griegos quieren, Basilio no habría dicho nada. Porque si el Espíritu fuera de Dios por el Hijo, es decir, con el Hijo, nadie podría haber sospechado que fuera el Hijo del Hijo, sino más bien debería haber sospechado que era hermano del Hijo.

FINALMENTE, la respuesta de Basilio tiene este sentido: que el Espíritu es del Hijo, pero por un modo de producción diferente al de la generación, por lo que no se le llama Hijo, etc.

EL SEXTO lugar está en el libro De Spiritu Sancto, capítulo 17, donde Basilio dice:

ὡς τοίνυν ἔχει ὁ υἱὸς πρὸς πατέρα, οὕτω πρὸς υἱὸν τὸ πνεῦμα (Así como el Hijo se relaciona con el Padre, así también el Espíritu se relaciona con el Hijo). Esto lo dice él. ¿Y cuál es la relación entre el Padre y el Hijo, sino la del que produce respecto al producido? Pues el Padre y el Hijo son lo mismo, excepto en que el Hijo es del Padre, no el Padre del Hijo. Por tanto, también entre el Hijo y el Espíritu Santo hay solo esta distinción: que el Espíritu Santo es del Hijo, no el Hijo del Espíritu Santo.

QUINTO es San Gregorio Nacianceno, quien en el discurso 5 sobre Teología, que trata del Espíritu Santo, habla de la siguiente manera:

τί οὖν ἐστὶ, φησὶν, ὃ λείπει τῷ πνεύματι πρὸς τὸ εἶναι υἱὸν εἰ γὰρ μὴ λεῖπόν τι ἦν, υἱὸς ἂν ἦν. οὐ λείπειν φαμέν. οὐ δὲ γὰρ ἐλλειπὴς Θεός. τὸ τὸ τῆς ἐκφάνσεως, ἵν᾽ οὕτως εἲπω, ἢ τῆς πρὸς ἄλληλα χέσεως διάφορον, δαάφορον αὐ τερῦ καὶ τὴν κλῆσιν πεποίηκεν.

(¿Qué es entonces, dice él, lo que le falta al Espíritu para ser Hijo? Pues si no le faltara nada, sería Hijo. Decimos que no le falta nada. Pues Dios no tiene deficiencia alguna. La diferencia en la manifestación, por así decirlo, o en su relación mutua, ha generado también los distintos nombres).

Con estas palabras pregunta qué le falta al Espíritu Santo para no ser Hijo. Responde: "Nada, decimos, pues a Dios no le falta nada; sin embargo, la diferencia en la manifestación, por así decirlo, y la relación mutua de ellos ha generado también los nombres distintos", etc. En este lugar, Gregorio da esta causa por la cual el Espíritu no es llamado Hijo, porque tienen relaciones mutuas diversas, incluso opuestas; pero ciertamente no pueden haber relaciones mutuas entre el Hijo y el Espíritu Santo, a menos que uno respire y el otro sea respirado. Pues el Hijo, en cuanto Hijo, no es relativo al Espíritu Santo, sino que el Hijo, en cuanto espirador, se refiere al Espíritu Santo. Tampoco puede responderse que el Hijo y el Espíritu Santo se distingan por relaciones diferentes respecto al Padre, pero no respecto a ellos mismos; pues Gregorio claramente dijo que el Espíritu no es el Hijo, es decir, que está distinto del Hijo, debido a la relación que tienen entre sí, esto es, por la relación mutua.

Además, poco después escribe que, de la misma manera, al Hijo no le falta nada para ser Padre, y sin embargo no es Padre, porque ciertamente tienen relaciones opuestas. Y poco después pone el ejemplo de Adán, Eva y Seth, de los cuales Adán no es de ningún hombre, Eva es solamente del hombre, y Seth es de ambos. ὁ ἀδὰμ τί ποτε ἦν; πλάσμα Θεοῦ. τί δὲ ἡ Ευᾶ; τμῆμα τοῦ πλάσματος. τἰ δὲ ὁ Σῆθ; ἀμφοτέρων γέννημα.

(¿Qué, dice, era Adán? Una creación de Dios. ¿Y Eva? Un fragmento de la creación. ¿Y Seth? Una descendencia de ambos).

Por lo tanto, al comparar Gregorio a estas tres personas humanas con las tres divinas, ¿quién no ve, según la opinión de Gregorio, que el Hijo es del Padre, pero el Espíritu procede del Padre y del Hijo?

SEXTO, Cirilo de Jerusalén en la catequesis 17, hacia la mitad:

"Uno solo", dice, "y el mismo Espíritu Santo que viene y subsiste, que está presente en todo lugar con el Padre y el Hijo, no formado por la boca y los labios del Padre y del Hijo al hablar, o exhalado, o difundido en el aire, sino que es sustancial, hablando por sí mismo y obrando, etc."

Aquí, Cirilo no diría que no se forma corporalmente por la boca del Padre y del Hijo, a menos que creyera que de alguna manera el Espíritu es espirado por el Padre y el Hijo. Pues bastaba con decir que no se forma por la boca del Padre. Por tanto, Cirilo quiere decir que el Espíritu Santo es el Espíritu del Padre y del Hijo, y que procede de ambos, pero de un modo espiritual e inefable.

SÉPTIMO, Juan Crisóstomo, tomo 5, homilía 1 sobre el Símbolo:

Este, dice, es el Espíritu que procede del Padre y del Hijo, que distribuye sus dones propios a cada uno como quiere. Y en la homilía 2, dice: "Decimos que este Espíritu Santo es igual en todo al Padre y al Hijo, y que procede del Padre y del Hijo." Y en la homilía 76 sobre Juan: "He aquí", dice, "que no solo el Padre, sino también el Hijo envía al Espíritu." Y para que los griegos no digan que Crisóstomo está hablando de la misión temporal de los dones del Espíritu Santo, el mismo Crisóstomo, en la homilía 77, explicando por qué se dice que el Espíritu es enviado por el Hijo, dice: "Además", dice, "la diferencia de las personas se muestra cuando se mencionan dos, etc." Por tanto, si la misión se expresa para significar la distinción de personas, verdaderamente se envía a la misma persona, no solo los dones. Y dado que la distinción de personas es eterna, esta misión necesariamente incluye la emanación eterna. Finalmente, Gennadio, en su apología por los latinos, capítulo 1, § 4, presenta otro pasaje de Crisóstomo de la homilía sobre la encarnación en estas palabras: "Cristo vino a nosotros, nos dio el Espíritu que desciende de él, y asumió nuestro cuerpo."

OCTAVO, Epifanio, herejía 69, que es la de los arrianos, página 219:

Pero tampoco se compara el Espíritu Santo con otros espíritus, porque es el único Espíritu de Dios que procede del Padre y recibe del Hijo; sin embargo, ellos quieren que este sea una criatura de la criatura, etc. En este lugar, la expresión "recibe del Hijo" no puede significar otra cosa que procede del Hijo por emanación eterna. Pues Epifanio opone este "recibir del Hijo" a la creación. Enseña, de hecho, que el Espíritu no fue creado por el Hijo, como decían los herejes, sino que recibió su subsistencia del Hijo de un modo distinto al de la creación. Por lo que poco después dice nuevamente: "Y dado que el Hijo no es ajeno al Padre, sino que es engendrado por él, tampoco el Espíritu Santo es ajeno. El Hijo, sin embargo, es unigénito, engendrado sin principio ni tiempo, pero el Espíritu Santo ni es engendrado ni creado, sino que procede del Padre y recibe del Hijo." Y en la página 223: "Todo fue creado por Dios, pero solo el Hijo de Dios es engendrado, y solo el Espíritu Santo procede de Dios y recibe del Hijo; las demás cosas fueron creadas y no procedieron del Padre ni recibieron del Hijo." Página 229: "Para mostrar", dice, "la fuente de la fuente, del Padre y del unigénito, el Espíritu Santo."

También en Ancoratus, página 332:

"El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios, y el Espíritu del Padre, y el Espíritu del Hijo, no según alguna composición, como en nosotros el alma y el cuerpo, sino que está entre el Padre y el Hijo, siendo el tercero en nombre, procedente del Padre y del Hijo." Página 349: "Si Cristo es creído como Dios procedente de Dios, y el Espíritu de Cristo, o incluso de ambos." Página 350: "La vida", dice, "es del Hijo, y el Espíritu Santo es de ambos." Página 351: "Llama Hijo al que procede de él, pero al Espíritu Santo de ambos." Y más abajo: "Escucha, oh buen hombre, que el Padre es el verdadero Padre del Hijo, todo luz, y el Hijo es del verdadero Padre, luz de luz, no como el nombre de una obra o una criatura solamente. Y el Espíritu Santo es el Espíritu de verdad, la tercera luz procedente del Padre y del Hijo." Y más abajo: "El Espíritu Santo procede solo del Padre y del Hijo, siendo la luz de la verdad."

NOVENO, Dídimo Alejandrino, libro 2 sobre el Espíritu Santo, más allá de la mitad:

"No hablará", dice, "por sí mismo, es decir, no sin mi voluntad ni la del Padre, porque es inseparable de mi voluntad y la del Padre, ya que no es de sí mismo, sino que es del Padre y de mí. Pues el hecho de que subsista y hable, lo recibe del Padre y de mí." Y más adelante: "El Espíritu Santo, que es el Espíritu de verdad, y el Espíritu de sabiduría, no puede escuchar del Hijo que habla lo que no sabe, pues es el mismo lo que es proclamado por el Hijo, es decir, procediendo de la verdad, el consolador que mana del consolador." Y en la página siguiente: "Tampoco", dice, "hay otra sustancia del Espíritu Santo, aparte de lo que recibe del Hijo."

DÉCIMO, CIRILO DE ALEJANDRÍA en el libro 11 sobre Juan, capítulo 1:

"En verdad," dice, "ya que es consustancial al Hijo y procede a través de Él, teniendo toda su virtud, por eso dice: Porque tomará de lo mío." Y más abajo: "Pues como procede naturalmente a través del Hijo, como propio de Él, con todo lo que absolutamente tiene, se dice que toma lo que es suyo."

NOTA: El Espíritu procede a través del Hijo con todo lo que absolutamente tiene. ¿Qué significa esto, sino que la Esencia divina y todas las perfecciones absolutas son comunicadas al Espíritu Santo a través de la procesión desde el Hijo? Y en el capítulo 25 dice: "Procediendo," dice, "de la misma sustancia de Dios Padre, y difundido a los santos por el Verbo consustancial, del cual recibe, según la emisión, su ser y subsistencia." ¿Podría San Cirilo haber dicho más claramente que el Espíritu Santo procede del Hijo? Eso es lo que entendemos por la procesión del Hijo: que el Espíritu Santo tiene su ser y subsistencia del Hijo, como Cirilo afirma en términos explícitos. Asimismo, en el libro 12 sobre Juan, capítulo 56, dice: "Procede del Padre a través del Hijo." También en el libro 13 de los Tesoros, capítulo 2: "Por eso," dice, "se llama Señor de igual manera al Espíritu Santo, como existente naturalmente desde el mismo Hijo y en Él." Y más abajo: "Así entendemos que el Hijo de Dios es naturalmente del Padre y en Él. Del Hijo, sin embargo, creemos que el Espíritu Santo procede naturalmente y sustancialmente como del Padre." También en el libro sobre la verdadera fe dirigido a Teodosio, más allá de la mitad. Y en los libros 5, 6 y 7 sobre la Trinidad, afirma cosas similares. Finalmente, en el capítulo 2 de Joel (según lo cita Bessarión en su discurso, capítulo 7), dice: "Es propio de Él y en Él, y de Él es el Espíritu, de la misma manera que se entiende del mismo Dios y Padre."

XI. SIMEÓN METÁFRASIS, cuya mención honorable se hace en el Concilio de Florencia, en la vida de San Dionisio Areopagita:

"Mi Cristo," dice, "ascendió al cielo y regresa al trono del Padre, y envía a los discípulos el Espíritu, que procede de Él."

XII. ANASTASIO, cuya mención se hace con gran honor en el VI Concilio, en el libro 1 sobre los dogmas correctos, habla así:

"El Espíritu Santo fue llamado Espíritu de la boca de Dios: pues la boca del Padre es el Hijo." Así lo dice. Donde indica bastante claramente que el Espíritu Santo procede del Hijo, quien es llamado la boca de Dios, del mismo modo en que el espíritu de nuestra boca es espirado por nuestra boca. Más adelante: "Para enseñar," dice, "que hay una sola esencia tanto de quien recibe como de aquel de quien recibe, incluso de quien procede." Así lo dice. Donde, por quien recibe la esencia, entiende al Espíritu; por quien la da, al Hijo; por quien procede, al Padre. Pues si el Espíritu recibe la esencia del Hijo, ¿qué más se requiere? Y no debería haber disputa sobre la palabra "procede," cuando la realidad misma está clara. Por lo tanto, añade en el mismo lugar: "Pues no procede de algo que sea de una esencia extraña, ni ha recibido algo que no sea consustancial a Él." Y más adelante: "Nuevamente," dice, "el Espíritu procede y es enviado, no solo por el Padre, sino también por el Hijo." Y más adelante: "De hecho, el Señor, al declarar que el Espíritu Santo procede de Él, soplando sobre los discípulos, dijo: 'Reciban el Espíritu Santo.'"

XIII. TARASIO en una carta a los Patriarcas de Oriente, que se encuentra en el VII Concilio,

acto 3: "Creemos," dice, "en el Espíritu Santo, que procede del Padre a través del Hijo."

XIV. MÁXIMO, un hombre muy erudito y santo, en el capítulo 4 de Zacarías:

"El Espíritu Santo," dice, "así como es según la esencia del Padre, también lo es según la esencia del Hijo, como si procediera esencialmente del Padre, naciendo inefablemente a través del Hijo." Este pasaje lo cita Bessarión en el capítulo 6.

XV. JUAN DAMASCENO en el libro 1 sobre la fe, capítulo 18:

"La imagen," dice, "del Padre es el Hijo, y la del Hijo es el Espíritu Santo." Pues ciertamente la imagen toma su ser del ejemplar. Y más adelante: "El Espíritu Santo, Dios, está en medio del no engendrado y del engendrado, y a través del Hijo está unido al Padre." Así tenemos quince testimonios de latinos y quince de griegos que, antes de que surgiera nuestra disensión, enseñaron abiertamente que el Espíritu Santo es producido por el Padre y el Hijo, y espirado por ambos; de modo que ya la obstinación de los griegos debería ser considerada del todo intolerable.