CAP. VIII: Quinta Clase de los atributos.

LOS ATRIBUTOS principales de Dios son, primero, la ETERNIDAD. Génesis 21: "Invocó allí el nombre del Dios eterno". Y Romanos 16: "Según el mandamiento del Dios eterno". Y 1 Timoteo 6: "El único que tiene inmortalidad". Segundo, la INMENSIDAD. "Grande es el Señor y digno de suprema alabanza, y su grandeza es insondable". Salmo 144. "Yo lleno el cielo y la tierra". Jeremías 23. Tercero, el PODER. "El único soberano y poderoso", etc. 1 Timoteo 6. Cuarto, la SABIDURÍA. "Al único y sabio Dios". Romanos 16. Quinto, la BONDAD. "Nadie es bueno sino solo Dios", Lucas 18. Finalmente, sexto, la MAJESTAD, digna del más alto culto. Deuteronomio 6 y Mateo 4: "Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás". Y casi todos estos atributos los Ministros de Transilvania los atribuyen solo al Padre, libro 2, capítulo 5. Si, pues, demostramos que estos convienen al Hijo, quedará probado que Él es verdadero Dios y uno con el Padre.

Por lo tanto, la ETERNIDAD se atribuye al Hijo en Proverbios 8:

"Desde la eternidad fui establecida". Aquí habla la sabiduría, pero no la sabiduría esencial, que es completamente idéntica a la esencia de Dios; pues aquella no es engendrada. Esta, sin embargo, dice: "Antes de los montes fui engendrada". Tampoco es la sabiduría creada la que habla aquí; pues nada creado es desde la eternidad. Y además, esta sabiduría se distingue a sí misma de las criaturas, diciendo: "El Señor me poseía en el principio, antes de sus obras de antaño". Por lo tanto, necesariamente es la sabiduría engendrada, es decir, el Hijo, de quien en 1 Corintios 1 se dice: "Cristo, poder de Dios y sabiduría de Dios".

A este pasaje responde Francisco DAVID en la Disputa de Alba 2 y BLANDRATA en la Disputa 6, y los Ministros Húngaros en el libro segundo, capítulo 10, diciendo que el libro de Proverbios no es canónico. Pero esto es una ignorancia demasiado crasa. Pues sobre este libro nunca hubo duda, ni entre judíos ni entre cristianos, como consta por el Prólogo Galeato de Jerónimo; pero los adversarios fueron engañados por el hecho de que Sabiduría y Eclesiástico no son aceptados por los judíos ni por los luteranos. Pensaron que era la misma razón para este libro y aquellos, ya que casi todos tratan el mismo tema y suelen atribuirse al mismo Salomón.

Además de este pasaje, tenemos otro en Miqueas 5: "Pero tú, Belén Efrata, pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad". Este pasaje también lo entendieron de Cristo los escribas judíos en Mateo 2.

Responde Francisco DAVID en la Disputa 3 que "días de la eternidad" se refiere a aquellos primeros seis días del mundo, debido a la sucesión continua. Entonces se dice que Cristo salió, porque en ese momento se hizo la promesa de Cristo a Adán. PERO en primer lugar, Jerónimo, Teodoreto, Ruperto y todos los demás intérpretes exponen este pasaje sobre la generación eterna de Cristo; incluso Vatablo, a quien los adversarios parecen atribuir mucho. Además, sin causa dicen que "días de la eternidad" se refiere a aquellos primeros días por la sucesión. Pues no pueden mostrarlo ni con autoridad, ni con ejemplo, ni con razón alguna. Asimismo, así como en aquellas palabras: "De ti saldrá el que será Señor", se significa un verdadero nacimiento, no una promesa cualquiera; así también en aquellas: "Y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad", debe significarse un verdadero nacimiento. Pues es el mismo término en ambos casos, tanto en el texto latino como en el hebreo.

Otro pasaje es Juan 1: "En el principio era el Verbo". ¿Qué significa "En el principio era el Verbo", sino que el Verbo no comenzó a ser, sino que siempre fue?

RESPONDEN los transilvanos en el libro 2, capítulo 11, que "En el principio" no significa el inicio de la creación de las cosas, sino de la renovación que se hizo por Cristo. Por lo tanto, quieren que el sentido de este pasaje sea: En el principio de la renovación de la Iglesia, el Verbo, es decir, Cristo hombre, estaba en el mundo, porque ya había nacido de MARÍA, pero estaba con Dios, porque estaba oculto a los hombres y solo conocido por Dios, hasta que fue manifestado por Juan. PERO las palabras siguientes contradicen esta explicación: "Todas las cosas fueron hechas por Él". Y también: "Y el mundo fue hecho por Él". Pero este pasaje ya fue discutido anteriormente.

Otro pasaje es Juan 8, donde el Señor dice: "Antes que Abraham fuese, yo soy". Este pasaje no vale contra los arrianos, sino contra los sabelianos y los transilvanos, que quieren que Cristo no existiera antes de MARÍA. Por lo tanto, responde Francisco David en la Disputa 4 que Cristo existió antes de Abraham, pero en tipo y figura, y en varias promesas de Dios sobre su envío. Pero de este modo Cristo no responde al asunto; pues los judíos habían dicho: "¿Aún no tienes cincuenta años, y has visto a Abraham?" Respondió el Señor: "Antes que Abraham fuese, yo soy", es decir, vi a Abraham, porque antes de que él naciera, yo existía. Pero ciertamente, si estaba oculto en figuras, no lo vio.

Además de estos pasajes, hay otros a los que no responden en absoluto. Uno es Juan 17: "Glorifícame tú, Padre, junto a ti mismo, con la gloria que tuve contigo antes que el mundo existiera". Pues la Escritura suele describir la eternidad con aquello: "Antes que el mundo fuese", o "antes de la fundación del mundo", como se ve en Efesios 1: "Nos escogió antes de la fundación del mundo". Y en Juan 17: "Me amaste antes de la fundación del mundo". Y 1 Pedro 1: "Conocidos de antemano antes de la fundación del mundo". Otro es Hebreos 7: "Sin principio de días ni fin de vida". Otro es Hebreos 13: "JESUCRISTO es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos", es decir, siempre fue, siempre es y siempre será. Lo que en Apocalipsis capítulo 1, versículos 4 y 11 se repite muy a menudo: "El que es, el que era y el que ha de venir". Finalmente, en la primera epístola de Juan capítulo 5: "Este es el verdadero Dios y la vida eterna". Ciertamente, si Cristo es la vida eterna, no puede no haber sido, y también ser Él mismo eterno, y por tanto verdadero Dios.

La INMENSIDAD se atribuye al Hijo de Dios. Baruc 3: "Grande es, y no tiene fin, excelso e inmenso". Y un poco después: "Este es nuestro Dios, y no será estimado otro fuera de Él". Y un poco después: "Después apareció en la tierra y convivió con los hombres". De este pasaje, AGUSTÍN en el libro 3 contra Máximo, capítulo último, prueba que el Hijo es inmenso. No obsta que parezca que el Profeta hable del gran lugar de Dios, no de Dios mismo, porque precede: "Oh Israel, ¡cuán grande es la casa de Dios y cuán inmenso el lugar de su posesión!" Y enseguida sigue: "Grande es, y no tiene fin". Pues como nota TEODORETO en su comentario, no habla de un lugar material, sino del lugar espiritual de los Santos, que es el mismo Dios; ni de una posesión finita, sino de la posesión del bien infinito, que es el mismo Dios. De lo contrario, sería falso que la posesión de Dios sea inmensa y que no tenga fin.

Otro pasaje es Juan 3: "Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre que está en el cielo". Si Cristo (pues Él se llama a sí mismo Hijo del Hombre) estaba en el cielo cuando hablaba en la tierra, entonces estaba simultáneamente en el cielo y en la tierra; pero no estaba corporalmente en el cielo en ese momento, puesto que dijo que ascendería al cielo. Por lo tanto, había en Cristo otra naturaleza, además de aquella humana que era vista por los ojos mortales, a saber, la divina, que es inmensa y llena tanto el cielo como la tierra.

Otro pasaje es Mateo 18: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". ¿Quién no deduce de aquí la inmensidad? Pues es necesario que esté simultáneamente en el cielo y en la tierra, y en todas las provincias y regiones, aquel que está presente dondequiera que haya algunos congregados en el nombre de Cristo.

El PODER, o más bien la OMNIPOTENCIA, se atribuye al Hijo de Dios muy a menudo en el Apocalipsis, capítulo 1:

"Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que ha de venir, el Todopoderoso". Capítulo 4: "Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir". Capítulo 11: "Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir".

Pero los arrianos objetan aquello de Juan 5: "No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre". RESPONDO con Nazianzeno en la Oración 4 sobre Teología, y con Ambrosio en el libro 4 de la fe, capítulo 3, que con estas palabras se significa solo que el poder del Hijo es del Padre y es el mismo que el poder del Padre. Pues no se dijo: "No puede el Hijo hacer nada, a menos que el Padre ordene o ayude", sino "sino lo que ve hacer al Padre". Por eso añade enseguida: "Porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente". Así pues, ambos hacen todas las mismas cosas, pero el Hijo se dice que ve al Padre haciendo, o que aprende del Padre, porque la ciencia del Hijo es del Padre, no obstante, no por enseñanza, sino por generación. Pues para Dios es lo mismo saber y ser; y por tanto, para el Hijo de Dios es lo mismo recibir sabiduría y recibir esencia.

Los TRANSILVANOS objetan aquello al final de Mateo:

"Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra". De allí parece seguirse que Cristo tiene cierto poder no desde la eternidad, ni por naturaleza, sino por don de gracia y desde el tiempo. RESPONDO que esto se dice de Cristo en cuanto era hombre, no en cuanto Dios. Pues siendo Él mismo Dios y hombre, en cuanto Dios tiene la omnipotencia desde la eternidad y por su naturaleza; en cuanto hombre, recibió el máximo poder de Dios en el tiempo y por don de gracia. O, si prefieres hablar de Cristo hombre en concreto, no de la humanidad en abstracto; el hombre Cristo recibió la omnipotencia en el tiempo, pero por don de gracia increada, a saber, la unión hipostática. Y por eso no primero después de la resurrección, sino desde su misma concepción, ese hombre Cristo fue omnipotente y Dios. Pues lo que dice Mateo 28 después de la resurrección: "Todo poder me es dado", lo había dicho antes de la pasión en Juan 13: "Sabiendo que el Padre le había dado todas las cosas en las manos".

La SABIDURÍA se atribuye al Hijo con tanta frecuencia que los teólogos llaman sabiduría su atributo apropiado.

1 Corintios 1: "Cristo, sabiduría de Dios". Colosenses 2: "En Cristo están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento de Dios". Juan al final: "Señor, tú lo sabes todo".

Pero los arrianos objetan con aquel pasaje de Mateo 24: "Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre". RESPONDO que esto se dice de Cristo en cuanto era hombre, como enseñan los Padres. Ambrosio en el capítulo 17 de Lucas, Cirilo en el libro 9 del Tesoro, capítulo 4 y otros. Por lo cual este pasaje no favorece en nada a los arrianos. Cómo se dice que Cristo hombre no sabía ese día, lo expondremos en la cuestión sobre la ciencia del alma de Cristo.

DIRÁS que en este pasaje se dice que solo el Padre lo sabe, por lo tanto se excluye al Hijo incluso como Dios. RESPONDO con Agustín en el libro 3 contra Máximo, capítulo 13, que la partícula

"Solo" no excluye a aquellas personas que son de la misma naturaleza que el Padre, sino a las cosas creadas; a menos que se hable de una acción que convenga al Padre por razón de persona, no por razón de esencia. Pues como la ciencia conviene al Padre en cuanto es Dios, no en cuanto es Padre; por eso no se excluye al Hijo ni al Espíritu Santo cuando se dice que solo el Padre sabe algo.

Insisten los transilvanos; pues en Romanos 16 cuando se dice: "Al único y sabio Dios sea honor y gloria por JESUCRISTO", aquello "al único y sabio" parece decirse solo del Padre; pues en ese lugar se distingue claramente al Padre del Hijo, cuando se añade "por Jesucristo". Responde AGUSTÍN en el libro 3 contra Máximo, capítulo 13, que "al único y sabio" se dice de toda la Trinidad, a quien se le rinde honor por medio de Cristo. Pues Cristo, siendo Dios y hombre, como Dios recibe honor con el Padre y el Espíritu Santo, como hombre lo ofrece. Lo ofreció cuando predicó en el mundo la Trinidad y ordenó bautizar a todas las naciones en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

La BONDAD se atribuye al Hijo.

Sabiduría 7: "Más ágil que todo movimiento es la sabiduría, y atraviesa y penetra todas las cosas por su pureza. Es el aliento del poder de Dios y una emanación pura de la gloria del Todopoderoso; por eso nada impuro entra en ella. Es reflejo de la luz eterna, espejo sin mancha de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Una sola es, y todo lo puede", etc. También en Mateo 20 dice Cristo: "¿O tienes envidia porque yo soy bueno?"

¿Cómo pues (preguntan los arrianos y transilvanos) el Señor en Lucas 18 dice: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios". RESPONDO con Basilio en el libro 4 contra Eunomio, Ambrosio en el libro 2 de la fe, capítulo 1, Jerónimo y Crisóstomo en el capítulo 19 de Mateo, que Cristo respondió según la mente de aquel que había dicho: "Maestro bueno, ¿qué haré para...?" Pues aquel no pensaba que Cristo fuera Dios, sino uno de los rabinos.

La MAJESTAD digna de adoración se atribuye a Cristo, Hebreos 1:

"Adórenle todos los ángeles de Dios". Donde hay que notar que estas palabras las cita Pablo del Salmo 95, donde se trata de la adoración de latría propia solo de Dios. Pues precede: "Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes talladas, los que se glorían en los ídolos". Y enseguida: "Adórenle todos los ángeles de Dios". Donde se opone la idolatría al culto de Dios.

Además, Cristo tiene templo, que es propio signo de latría.

Malaquías 3: "Vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien buscáis, y el Ángel del pacto a quien deseáis". También la invocación de un ausente entre los adversarios es adoración de latría. Pero Cristo es invocado; pues en Juan 14 Él mismo dice: "Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré". Sobre este pasaje, AGUSTÍN en el tratado 73 sobre Juan dice: "Así pues", dice, "fue al Padre para no abandonar a los necesitados, sino para escuchar a los que le piden". Y CIRILO en el libro 9 sobre Juan, capítulo 42: "Claramente", dice, "aquí muestra ser el verdadero Dios. Pues dice que recibirá las oraciones de los suyos y les concederá todo lo que pidan". También Esteban en Hechos 7: "Señor JESÚS", dice, "recibe mi espíritu". Y en Hechos 9 Ananías dice a Cristo: "Tiene autoridad para prender a todos los que invocan tu nombre". Y Pablo en 2 Corintios 12: "Tres veces he rogado al Señor, y me ha dicho: Bástate mi gracia". Donde se evidencia que el Señor se refiere a Cristo por lo que sigue: "Por tanto", dice, "me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo". Y en 1 Corintios 1 y en casi todas las epístolas, Pablo saluda así a los cristianos: "Gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre y del Señor JESUCRISTO". Donde pide para los fieles de Dios Padre y de Dios Hijo juntos gracia y paz.

Pero como los adversarios eluden estos pasajes por la ambigüedad del texto griego, donde aquello de "Y del Señor JESUCRISTO" podría leerse "y del Señor de JESUCRISTO", de este modo: "Gracia y paz a vosotros de Dios, que es nuestro Padre y que también es Padre del Señor JESUCRISTO"; por eso hay que notar el pasaje en la segunda epístola de Juan, donde se tiene claramente: εἰρήνη παρὰ θεοῦ καὶ παρὰ κυρίου Ἰησοῦ Χριστοῦ (eirēnē para theou kai para kyriou Iēsou Christou), "Paz de Dios y del Señor JESUCRISTO", a partir del cual se deben explicar los pasajes más oscuros de Pablo.

Finalmente, casi todos los Profetas predijeron que después de la venida del Mesías se exterminaría la idolatría; pero la Iglesia siempre en todo el mundo ha honrado a Cristo con templos, altares, invocaciones, días festivos. Por tanto, o Cristo es verdadero Dios digno del culto de latría, o todos los Profetas fueron engañados. Pues si Cristo no es verdadero Dios, nunca hubo ídolo tan insigne en el mundo, ni floreció tanto la idolatría como después de la venida de Cristo; y sin embargo, clama el Espíritu Santo:

Isaías 2: "Será exaltado solo el Señor en aquel día, y completamente serán destruidos los ídolos". Zacarías 13: "En aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la impureza. Y acontecerá en aquel día, dice el Señor de los ejércitos, que destruiré los nombres de los ídolos de la tierra, y nunca más serán recordados". Ve también Isaías 31, Ezequiel 6 y 30, Oseas 10 y Miqueas 1.

Responden a esto sobre la adoración los transilvanos en el libro 2, capítulo 4, y Francisco David en la Disputa 3, y Blandrata en las Disputas 4 y 6, que Cristo debe ser adorado, tanto porque Dios Padre lo ordenó, como porque en sí mismo tiene una divinidad digna de adoración. PERO AL CONTRARIO. Pues si Cristo no es verdadero Dios, Dios Padre no pudo ordenarlo sin contradecirse a sí mismo. Pues

en Deuteronomio 6 mandó escribir: "Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás". Y en Isaías 42: "Mi gloria no la daré a otro". ¿Cómo, pues, ordenaría que sirvamos a una criatura y que compartamos su gloria con la criatura? Además, si Cristo es Dios, pero no supremo y altísimo, entonces no se le debe el culto de latría, que conviene solo al Altísimo. Y que Dios habite en Cristo no es suficiente para que Él pueda ser adorado; de lo contrario, todo el mundo podría ser adorado, y especialmente los santos ángeles y hombres en quienes Dios habita singularmente.

Por estos argumentos, Francisco David, aunque antes había enseñado a menudo que Cristo es Dios y debe ser adorado, no como el Altísimo, sino como Hijo del Altísimo, sin embargo, después cambió de opinión y enseñó que Cristo no debe ser llamado Dios, ni ser adorado ni invocado; y respondió a todos los pasajes que citamos arriba sobre la invocación de Cristo, como consta en su libro contra Fausto. Pero no es necesario que perdamos tiempo en refutarlo; pues sus argumentos o son puras bagatelas, o si tienen fuerza, hacen algo contra Blandrata, que quiere que Cristo no sea verdadero Dios y, sin embargo, sea adorado e invocado, pero contra nosotros no logran nada. Pues estos son sus principales argumentos: Si Cristo debe ser adorado con culto divino e invocado como Dios, entonces habrá que decir con los papistas que Cristo es un solo Dios con el Padre, y habrá que restituir la Trinidad, que hasta ahora hemos combatido. Asimismo, si Cristo no es verdadero Dios y, sin embargo, puede ser invocado, entonces también el Espíritu Santo, e incluso MARÍA, los ángeles y los demás santos podrían ser invocados. ¿Para qué, pues, hemos acusado hasta ahora a los papistas de idolatría, porque invocaban a los santos?

Estos argumentos son demostraciones certísimas contra Blandrata, Fausto y los demás antitrinitarios; los cuales, aunque son manifestamente convencidos por Francisco David y sus seguidores de que pugnan consigo mismos y con la razón más clara, así a su vez convencen a Francisco David y sus compañeros de que con increíble temeridad pervierten los testimonios de las Escrituras.

Sin embargo, por vía de ejemplo, nos place proponer las respuestas de Francisco DAVID al testimonio de Hechos 7: "Apedreaban a Esteban, mientras invocaba y decía: Señor JESÚS, recibe mi espíritu". PRIMERO, respondió Francisco David que eso es un ejemplo o hecho de Esteban, no un testimonio de la Escritura. Pero es el ejemplo de un hombre que, según la Escritura, estaba lleno de fe y del Espíritu Santo. Hechos 6 y 7. SEGUNDO, respondió que aquello de "Señor JESÚS" es una invocación al Padre; pues quiere que la palabra "JESÚS" sea en caso genitivo, de modo que el sentido sea: Tú, Padre, que eres Señor de tu Hijo JESÚS, recibe mi espíritu.

Pero nunca leemos en otro lugar "Señor JESÚS" en ese sentido, de modo que "JESÚS" sea en caso genitivo; pero leemos en el último capítulo del Apocalipsis en caso vocativo: ναὶ ἔρχου κύριε Ἰησοῦ (nai, erchou kyrie Iēsou), "Sí, ven, Señor JESÚS". Además, en Hechos 7 Esteban había visto a JESÚS de pie a la diestra de Dios cuando dijo: "Señor JESÚS, recibe mi espíritu"; por lo tanto, invocó al mismo JESÚS. Responde Francisco David que aquellas palabras de Esteban: "He aquí, veo los cielos abiertos", pueden hacer este sentido: Yo creo tan ciertamente que JESÚS ha resucitado y que está ahora en el cielo, como si ahora, con el cielo abierto, viera al mismo JESÚS. Pero Lucas dice: "Puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a JESÚS de pie a la diestra de Dios"; por lo tanto, realmente lo vio, y no solo creyó como si lo viera. TERCERO, respondió que aquellas palabras "Señor JESÚS" se dirigen al Padre, porque también el Padre puede ser llamado Señor JESÚS, puesto que es propio del Padre dominar y salvar. Pero, ¿qué es esta temeridad de atribuir el nombre propio del Hijo al Padre? ¿No es esto confundir al Padre con el Hijo al modo de Sabelio?