CAP. III: Se demuestra que Dios es uno numéricamente, a partir de las Escrituras y los Padres.

En cuanto a lo tercero, se debe probar la unidad numérica de Dios contra los peratas, Filopón, Joaquín y los triteístas de este tiempo.

Se prueba primero con las Escrituras. En la Ley, Deuteronomio 4: "El Señor," dice Moisés, "es Dios, y no hay otro aparte de él." Y poco después: "Reconoce, pues, hoy, y reflexiona en tu corazón, que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro." En el capítulo 6: "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor es uno." Y en el capítulo 32: "Vean que yo soy el único, y no hay otro fuera de mí." Estas palabras no pueden referirse a una unidad específica, pues quien habla en las Escrituras no es un Dios universal, ni una especie de Dios, sino un Dios singular, como queda claro, ya que solo los singulares existen realmente, hablan y actúan. Así, un Dios singular falsamente se llamaría a sí mismo el único y verdadero Dios, y diría que no hay otro además de él, si existieran otros individuos de la misma especie. Pues Adán no podría decir verdaderamente, después de haber engendrado hijos: "Yo soy el único hombre, no hay otro hombre fuera de mí," etc.

Lo mismo se prueba con los libros históricos. En 1 Samuel 2: "No hay santo como el Señor, ni hay otro fuera de ti." En 1 Reyes 8: "Dios de Israel, no hay nadie como tú, Dios en los cielos arriba ni en la tierra abajo." Pero ¿por qué el Dios de Israel no tiene semejante si hay dos otros individuos de la misma naturaleza bajo la misma especie?

Lo mismo se prueba con los Salmos. Salmo 17: "¿Quién es Dios, sino el Señor? ¿O quién es Dios fuera de nuestro Dios?" Salmo 82: "Tú solo eres el Altísimo en toda la tierra." Salmo 85: "Tú eres el único Dios."

Lo mismo en los Profetas. Isaías 43: "Antes de mí no fue formado Dios, ni lo será después de mí. Yo soy, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay Dios." Y en el capítulo 45: "Yo soy el Señor, y no hay más; fuera de mí no hay Dios." Y más adelante: "¿No soy yo el Señor? Y no hay más Dios aparte de mí, un Dios justo y salvador, no hay otro fuera de mí." Todos los profetas enseñan lo mismo.

Lo mismo en los Libros Sapienciales. Sabiduría 12: "No hay otro Dios más que tú." Eclesiástico 1: "Uno es el Altísimo."

Lo mismo se ve en el Evangelio. Mateo 4: "Adorarás al Señor tu Dios y a él solo servirás." Marcos 12: "Uno es Dios, y no hay otro fuera de él." Juan 17: "Para que te conozcan a ti, el único Dios verdadero." El sentido es: Tú tienes la Deidad, que es la única Deidad verdadera; por lo tanto, no se encuentra otra Deidad.

Finalmente, en los Apóstoles. 1 Corintios 8: "Sabemos que no hay Dios sino uno." Y también allí: "Para nosotros hay un solo Dios." Gálatas 3: "El mediador no es de uno solo, pero Dios es uno." Efesios 4: "Un solo Dios y Padre de todos." 1 Timoteo 2: "Un solo Dios, un solo Mediador entre Dios y los hombres." 1 Timoteo 6: "El único que tiene poder, Rey de reyes y Señor de señores."

Por tanto, de todos y cada uno de estos lugares se puede recoger claramente que hay un solo Dios en número, no uno en especie, como se puede entender a partir de expresiones similares. Pues no diríamos correctamente de algún hombre: "Este es el único hombre"; o "Este es el único verdadero hombre"; o "No hay otro hombre además de este"; o "Este hombre y ningún otro." La razón de esto es que la naturaleza humana no está en un solo individuo, sino en muchos. Sin embargo, correctamente decimos del Sol, que solo hay una naturaleza individual: "Este es el único Sol verdadero, en el mundo hay un solo Sol, y fuera de él no hay otro Sol", etc.

Segundo, se prueba con los Padres. En primer lugar, todos los Padres enseñan que hay un solo Dios, como lo afirma Justino en su libro sobre la verdadera fe, Agustín en el libro 1 contra Máximo, y otros. Y no hay duda sobre esto; pero como podrían responder que los Padres, al decir que hay un solo Dios, están hablando de una unidad específica, no numérica, por eso demostraremos de muchas maneras a partir de la doctrina de los Padres que Dios es uno numéricamente.

Primero, si hubiera muchos individuos divinos, como ellos piensan, podrían llamarse uno solo Dios, es decir, una sola especie divina, como dice Porfirio en el capítulo 2: "Muchos hombres son un solo hombre", es decir, una sola especie humana. Pero no podría negarse que también podrían llamarse correctamente varios dioses, como decimos correctamente: "Adán, Abel y Caín son tres hombres." Pero los Padres niegan continuamente que las tres personas sean tres dioses, por lo que quieren decir que hay un solo Dios en número. Que lo nieguen se demuestra por Atanasio en el Símbolo: "Dios es el Padre, Dios es el Hijo, Dios es el Espíritu Santo; y sin embargo, no son tres dioses, sino un solo Dios."

Cirílo, en el libro 9 sobre Juan, capítulo 30, dice: "La sustancia de la Deidad es la misma, por lo que no predicamos tres, sino un solo Dios."

Basilio escribió una oración contra aquellos que nos calumnian diciendo que predicamos tres dioses.

Niseno escribió un libro dirigido a Ablabio en el que dice que no debe decirse tres dioses.

Agustín, en el libro 2 contra Máximo, capítulo 1, dice: "Mantén, con la fe católica, que el Padre no es el Hijo, y que el Hijo no es el Padre. Pero que el Padre es Dios, y el Hijo es Dios; sin embargo, ambos juntos no son dos dioses, sino uno solo." Y más adelante dice que los arrianos no se atrevieron a decir que eran dos dioses, aunque lo sentían: "Pero aunque no negasteis que adoráis a dos dioses, no os atrevisteis a confesarlo. Pues sentisteis que los oídos cristianos no podrían soportar adorar a dos dioses," etc. Pero ¿por qué no lo pueden soportar los oídos cristianos si en verdad hay dos dioses en número?

Ambrosio, en el libro 1 sobre la fe, capítulo 2, dice: "Dios está en Dios, pero no hay dos dioses." Y allí mismo repite muchas veces que la divinidad del Padre y del Hijo es absolutamente la misma, y añade que la naturaleza misma clama que hay un solo Dios, como hay un solo mundo. Se encontrarán expresiones similares en todos los Padres.

Segundo, los Padres niegan que haya número en la Divinidad y solo lo admiten en las propiedades personales. Pero ciertamente, decir que la Divinidad no puede ser numerada sería falso si la Divinidad no fuera una en número.

Nazianzo, en la oración 3 sobre Teología, dice: "Estas tres son una si consideras la Divinidad; y una son tres si consideras las propiedades."

Fulgencio, en la carta sobre la fe a Pedro, capítulo 1, dice: "La Trinidad se refiere a las personas, la Unidad a la naturaleza." Esta Trinidad ciertamente es numérica, no específica, incluso según los adversarios, por lo que se opone a la unidad numérica.

Atanasio, en el Símbolo: "Esta es la fe católica, que veneremos la Unidad en la Trinidad y la Trinidad en la Unidad." Y enseguida explica que la Trinidad es de personas, la Unidad de divinidad.

Basilio, en la carta 141 a Cesario, dice que se debe rechazar todo número de la esencia de Dios. Pero aquí se debe notar que cuando dice que Dios no es uno en número, quiere decir que Dios no es compuesto, como si contuviera en sí un verdadero número compuesto por muchas unidades.

Niseno, en el libro sobre la Trinidad a Eustaquio, dice: "Extender el número a la multitud de deidades es propio solo de aquellos que yerran en la multitud de dioses."

Ambrosio, en el libro 1 sobre la fe, capítulo 2, dice: "La unidad de poder excluye la cantidad numérica, porque la unidad no es número."

Hormisdas, en la carta a Justino, capítulo 2, dice: "Aunque el número se admite en razón de las personas, sin embargo, la unidad no admite separación en la esencia."

El Concilio de Toledo XI, capítulo 1, dice: "El número se percibe en las relaciones de las personas, pero no se puede entender que haya algo enumerado en la sustancia de la divinidad."

Anastasio de Antioquía, en el libro 1 sobre los dogmas correctos, dice: "Decimos que la Trinidad no es de esencias, sino de personas; pues glorificamos un solo Dios, no en número de personas, sino en naturaleza. Lo que es de Dios, eso es absolutamente uno en número." Y más adelante: "Por tanto, la santa Trinidad es en esencia un solo Dios, pero en número es Trinidad."

TERCERO, los Padres con frecuencia llaman a Dios singular o dicen que su naturaleza es individual. Justino, en su libro De Monarchia Dei, para probar que hay un solo Dios, dice: "Entre los poetas gentiles, el primero fue Esquilo, quien pronunció palabras sobre Dios singular." Y solo con el título del libro De Monarchia Dei, Justino muestra claramente que reconoce un Dios singular. Pues no puede llamarse monarquía al gobierno de muchos de la misma especie, sino solo al de uno singular. Asimismo, Atenágoras, en su apología en favor de los cristianos, dice: "Pero como nuestra razón y profesión celebran a un Dios singular y único, etc." Nazianzo, en su oración a Evagrio sobre la Divinidad, dice: "La naturaleza del supremo poder es individual." Agustín, en el libro 1 contra Máximo, hacia la mitad, dice: "El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno debido a la misma y única naturaleza individual." Ambrosio, en el libro 1 sobre la fe, capítulo 2, dice: "Cuando el Señor hace llover del Señor, reconoce la unidad de la divinidad; pues la unidad de la operación no hace que la divinidad sea plural."

CUARTO, los Padres no pocas veces niegan que Dios sea uno en especie. Cirílo, en el libro 11 sobre Juan, capítulo 20, al final, después de haber dicho que los apóstoles son consustanciales entre sí y que, de la misma manera, el Padre y el Hijo son consustanciales entre sí, añade: "Aunque la consustancialidad no se dice de nosotros y del Padre y del Hijo en el mismo sentido." Pero de nosotros, la consustancialidad se dice verdaderamente y propiamente en términos específicos; por lo tanto, de las personas divinas no se dice en términos específicos, sino en términos numéricos.

Agustín, en el libro 7 de De Trinitate, en el último capítulo, se pregunta si la esencia divina es un género o una especie, y lo niega por ambas razones. Primero, porque aunque el género, como el animal, se divida en especies, como el hombre, el caballo y el león, y las especies, como el hombre, se dividan en individuos, como Abraham, Isaac, Jacob y los demás hombres singulares, sin embargo, un animal y un hombre son singulares y no pueden dividirse en seres inferiores; pero la esencia de Dios se dice que es una esencia y Dios se dice que es un solo Dios. Por lo tanto, Dios no se divide en más individuos. Segundo, porque tres hombres valen más que dos, y dos más que uno; pero en Dios, tres personas no son más que dos o una; por lo tanto, tres personas no son tres dioses de la misma especie.

QUINTO, los Padres dicen que es un misterio inefable cómo tres personas son un solo Dios. Pero si fueran un solo Dios en especie, no habría misterio alguno. Nazianzo, en la oración a Evagrio, intenta mostrar con muchas similitudes cómo una naturaleza simple de Dios es común a los tres. Pero no habría ninguna cuestión si la naturaleza divina fuera una en especie. Lo mismo dice en la oración sobre Nerón, o sobre Máximo según otros: "Ahora," dice, "me basta enseñar la Trinidad en la Unidad, y la Unidad en la Trinidad, cuya división y conjunción es absolutamente admirable." Agustín, en el libro 1 contra Máximo, antes de la mitad, dice: "La inefable y excelsa conjunción de la Trinidad muestra un solo Dios, un solo Señor." Lo mismo en el libro 7 de De Trinitate, en el último capítulo, después de haber discutido durante mucho tiempo cómo tres personas son una esencia, y después de haber rechazado todas las similitudes, concluye: "Si no puede entenderse con el intelecto, que se sostenga con la fe."

SEXTO, los Padres como Basilio, en la oración contra Sabelio y Arrio, Nazianzo, en la oración sobre el nacimiento del Señor, y Ambrosio, en el libro 1 sobre la fe, capítulos 1 y 2, dicen que Sabelio pertenece a los judíos y Arrio a los paganos; pero la Iglesia sigue un camino intermedio, creyendo ni en una sola persona como los judíos, ni en varias naturalezas como los gentiles. Pero la Iglesia no seguiría realmente un camino intermedio si multiplicara la naturaleza divina; pues entonces no tendría nada en común con los judíos, y coincidiría completamente con los gentiles, muchos de los cuales adoraban dioses de la misma especie, como Júpiter, Marte, Mercurio, etc. Además, los Padres enseñan que, aunque los gentiles adoraban vulgarmente a muchos dioses, sin embargo, podrían haber conocido naturalmente a un solo Dios, como en realidad los filósofos conocieron a un solo Dios, y en ese aspecto fueron como cristianos de manera natural. Pero si los Padres hablaran de un solo Dios, no en número sino en especie, no estarían diciendo nada, ya que el vulgo consideraba que los dioses celestiales no solo eran de la misma especie, sino también consanguíneos. De ahí lo repetido frecuentemente por Virgilio y tomado de Homero: Padre de los dioses y rey de los hombres.

Esto se hace evidente principalmente en los numerosos y clarísimos testimonios de los antiguos poetas, de los cuales Justino compuso su libro De Monarchia Dei, y en su Apología a Antonino dice que Sócrates y Platón, en este aspecto, fueron cristianos. Atenágoras muestra lo mismo, citando también muchos testimonios de los antiguos gentiles en su apología en favor de los cristianos. Ireneo, en el libro 2, capítulo 5, dice que todos pueden conocer naturalmente que hay un solo Dios. Tertuliano, en el capítulo 17 de su Apología, dice que incluso los adoradores de ídolos, cuando están en apuros, levantan los ojos al cielo y, olvidando a sus dioses, invocan naturalmente a un solo Dios. Lo mismo enseña Cipriano en el tratado 4 De vanitate idolorum. Arnobio, en el libro 2 contra los gentiles, dice: "Da un juicio verdadero, y mirando todas las cosas que vemos, dudarás más de si los demás son dioses que de si hay un Dios, a quien todos naturalmente conocemos, ya sea cuando exclamamos '¡Oh Dios!' o cuando lo constituimos como testigo de los malvados y, como si nos estuviera mirando, levantamos la cara al cielo." Y en el libro 3 contra los gentiles, dice que muchos griegos y latinos entre los gentiles refutaron la multitud de dioses, y entre ellos, Cicerón, en su libro De natura deorum, demostró tan eficazmente que no puede haber varios dioses, que no faltaron quienes pensaran que esos libros debían ser abolidos por decreto del Senado. Lactancio, en el libro 1, capítulo 3, dice que no hay nadie que, si consulta la razón, no entienda que hay un solo Dios; y lo prueba a lo largo de todo el libro citando a Platón y otros filósofos. Se pueden ver cosas similares en Clemente en su Exhortación a los gentiles, en Eusebio, en el libro 11 de Praeparatio evangelica, capítulo 9, y en Teodoreto, en el libro 2 de De curandis graecorum affectionibus.

Finalmente, Paulo Orosio, en el libro 6 de su Historia, capítulo 1, dice que es una opinión común entre los sabios que solo hay un Dios verdadero, y que los demás, que son llamados dioses, no son más que siervos y ministros de ese único Dios. Prudencio escribió casi lo mismo en su obra Apotheosis:

“Consulta los delirios de Platón barbudo, consulta también a los cínicos sucios, a quienes sueña, y a quienes Aristóteles cubre con sus giros torcidos. A todos estos, aunque un laberinto ambiguo y un error tortuoso los gobierne, aunque ellos mismos prometan ofrecer un gallo o una gallina, para que algún dios hospitalario se digne a asistir a los moribundos, sin embargo, cuando llegan a la norma de la razón y el arte, concluyen que todos esos argumentos oscuros y disputas confusas terminan en un solo Dios."

TERCERO, se prueba por razonamientos.

Primera razón: Dios es el ser supremo, como se demuestra en Éxodo 3: "Yo soy el que soy." Por lo tanto, Dios es supremamente uno. Pues la unidad es una propiedad del ser, y por tanto, cuanto más algo es un ser, más es uno. Asimismo, cuanto más perfectamente algo tiene ser, más lejos está del no ser, y por lo tanto, de la división, que es un camino hacia el no ser. Así pues, Dios es uno, no en especie, sino en número. Esta es la mayor unidad, la que no es divisible en absoluto.

Segunda razón: Dios es su propio ser, como se ve también en el mismo texto de Éxodo 3: "Yo soy el que soy." Y también porque, por consenso universal, Dios carece de toda composición. Por lo tanto, en Dios, el ser y la esencia son lo mismo. Así, la naturaleza de Dios no puede multiplicarse ni dividirse en varios individuos, ya que el ser propio de uno no puede de ninguna manera dividirse para pertenecer a muchos. Pero el ser de este Dios es la misma esencia de Dios, por lo tanto, la esencia de Dios tampoco puede dividirse de ninguna manera en varios.

Dirás que este argumento solo prueba que la esencia de este Dios no puede multiplicarse, pero no prueba que la esencia de Dios en general no pueda multiplicarse. Respondo que también se prueba acerca de la esencia de Dios en general. Y para ello, nota que el ser, o existencia, no es algo abstracto de los individuos, como lo es la naturaleza, ni es algo que pueda contraerse por diferencias, ni contrahacerse como una diferencia. Sino que el ser es la misma actualidad de todas las cosas que existen. De esto se sigue que, en las criaturas, donde no es exactamente lo mismo el ser y la esencia, uno puede multiplicarse sin el otro. Pues puede abstraerse una naturaleza común de los individuos, permaneciendo en cada individuo su existencia particular. Pero en Dios, donde el ser y la esencia son completamente lo mismo, así como es propio de este Dios ser este Dios, también es propio ser Dios, y no puede abstraerse una naturaleza común.

Tercera razón: Dios es el altísimo, como enseñan repetidamente las Escrituras: Salmo 82: "Tú solo eres el altísimo." Eclesiástico 1: "Uno es el altísimo." Por lo tanto, solo hay uno. Pues si hubiera varios, o serían igualmente altos, y entonces no habría uno que estuviera sobre todos, o uno sería más alto que los demás, y entonces solo él sería el verdadero Dios.

Cuarta razón: Dios es el fin último de todas las cosas, Proverbios 16: "El Altísimo ha hecho todas las cosas para sí mismo." Y Apocalipsis 1: "Yo soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin." Por lo tanto, solo hay un Dios. Pues si hubiera varios dioses, o todos se referirían a uno, y solo ese sería el verdadero Dios; o no se referirían a ninguno, y entonces ninguno sería el fin último de todas las cosas.

Quinta razón: Dios es infinito en esencia, poder, sabiduría, etc. Por lo tanto, es uno numéricamente, pues lo infinito lo abarca todo. Salmo 144: "Y su grandeza no tiene número."

Sexta razón: Si hubiera varios dioses, o todos serían sin principio, o uno provendría del otro. Lo primero es imposible, pues entonces habría varios primeros principios distintos, y el mundo sería dividido en varias partes, al menos porque no necesariamente coincidirían en una misma voluntad. Pues uno podría querer una cosa, y otro algo diferente. Por eso, incluso los gentiles llamaban a Júpiter "padre de los dioses". Si uno proviene del otro, esto sería o por creación o por generación. Si por creación, entonces el segundo es una criatura y, por lo tanto, no es Dios. Por eso los arrianos más recientes y los triteístas no se atreven a decir que el Hijo es creado, ya que quieren que sea Dios. Aunque se contradicen a sí mismos, pues hacen que el Hijo sea increado y, sin embargo, quieren que sea otro Dios aparte del verdadero Dios. Si es por generación, o dio toda la sustancia o una parte. Si dio una parte, entonces Dios es divisible; si dio toda la sustancia, entonces tienen la misma Deidad en número.

Séptima razón: Dios es el gobernador del mundo: Sabiduría 14: "Pero tu providencia, Padre, gobierna todas las cosas." Una monarquía simple es el mejor régimen cuando se puede encontrar un príncipe bueno y sabio, como lo demuestra el consenso de todos. Esto lo enseñan, entre los cristianos, Justino en su Oratio paraenetica ad Gentes, Cipriano en el tratado 4, donde también prueba que Dios es uno con este argumento, porque la monarquía es el mejor régimen, Atanasio en su Oratio contra Idola, Crisóstomo en su última homilía sobre la carta a los Hebreos, y Gregorio en el libro 4, epístola 52. Entre los judíos, Filón, en su libro De confusione linguarum. Entre los gentiles, Platón, en su Político, Aristóteles, en el libro 8 de Ética, capítulo 10, y en la Metafísica 12, Plutarco, en su tratado De formis reipublicae, Homero, en el libro 2 de la Ilíada, Isócrates, en Nicocles, Heródoto, en el libro llamado Thalia, y Juan Stobeo, en el sermón 45, donde cita a muchos otros. Así, Dios es Monarca, es decir, el único y solo Soberano de todas las cosas creadas; y por tanto, el único y solo verdadero Dios.

De todo esto se deben entender ciertos pasajes de los Padres que, de otra manera, podrían parecer un poco duros. Pues Basilio, Niseno y otros a veces comparan a las tres personas divinas con tres hombres o tres ángeles. Pero lo único que quieren enseñar es que hay tres verdaderos supuestos, es decir, personas de la misma naturaleza. Además, la identidad de naturaleza es mucho mayor en las tres personas divinas que en tres hombres o en tres ángeles, aunque aquellos Padres no lo digan siempre, nunca lo niegan, y a veces lo afirman, como ya lo hemos demostrado.