CAP. XIII: Se refuta la Ubicuidad, porque es contraria a la presencia del cuerpo del Señor en la Eucaristía.

TERCERO, la Ubicuidad contradice al mismo Sacramento de la Eucaristía, para cuya defensa ha sido ideada. Pues si la carne de Cristo está en todas partes, ciertamente no necesitamos la Eucaristía; y en vano vamos a los templos, en vano recitamos las palabras de la cena, en vano nos preparamos para esa cena, ya que tendríamos en casa, en el pan, en el vino y en todos los demás alimentos, el cuerpo de Cristo.

LUTERO, en un libro, donde afirma que las palabras de Cristo: Hoc est corpus meum (Este es mi cuerpo), aún permanecen firmes, se objeta a sí mismo con este argumento en estas palabras: "Si el cuerpo de CRISTO está en todos los lugares, pues bien, lo devoraré y me lo tragaré en todas las posadas, y en todos los platos, copas y jarras." Responde de esta manera: "Escucha tú, cerdo, perro fanático, o quienquiera que seas, asno insensato, aunque el cuerpo de Cristo esté en todos los lugares, no por eso lo devorarás ni te lo tragarás inmediatamente." Y más adelante: "Te envío a tu pocilga de cerdos o a tu estercolero."

El resumen de su respuesta es que, aunque esté en todas partes, no puede ser captado en todas partes. Y pone el ejemplo de los rayos del sol, que nos tocan por todas partes, y sin embargo, si alguien quisiera encerrarlos en un cofre y llevarlos consigo, no podría.

Pero esta solución no tiene ningún valor. Pues si el cuerpo DE CRISTO realmente está en todas partes, no puede separarse de ninguna cosa, y por lo tanto, es imposible que tenga pan en la mesa, o en la mano, o en la boca, o en el estómago, y no tenga allí también el cuerpo de CRISTO. Y la comparación con los rayos no es válida, porque los rayos no sólo no están en todas partes, sino que tampoco pueden penetrar en cuerpos no transparentes.

JUAN Brenz, en su libro sobre las dos naturalezas y la Ascensión de Cristo, responde de manera un poco diferente, o más bien explica la opinión de Lutero. Dice que el cuerpo de Cristo está en todas partes personalmente, pero que en la cena está también definitivamente, es decir, por definición y decreto de Dios a través de la consagración, y que este modo de ser añade únicamente eficacia. Pues en la Eucaristía se recibe eficazmente, y en ninguna otra parte.

Esta solución abiertamente incluye el calvinismo; pues Brenz se ve obligado a decir que no se recibe en la cena nada que no se tenga fuera de la cena, excepto la eficacia del cuerpo de Cristo, y por lo tanto en la cena no se recibe realmente el cuerpo de Cristo, sino solo una cierta energía suya. Y aunque Brenz no dijera eso, sin embargo, se sigue evidentemente de la Ubicuidad. Pues de la misma manera que, porque Dios está en todas partes, no puede moverse ni por sí mismo ni por accidente, y por eso nadie que coma pan puede decirse verdaderamente que come a Dios, aunque Dios esté en el pan; pues verdaderamente como el pan, ya que el pan verdaderamente pasa de la mano a la boca, de la boca al estómago. Pero DIOS no pasa, porque está al mismo tiempo en la mano, en la boca, en el estómago y en todas partes. Así, aunque el cuerpo de Cristo esté en todas partes, no puede ser verdaderamente comido con el pan, porque no puede verdaderamente pasar con el pan de la mano a la boca, de la boca al estómago, porque no puede moverse, ya que está en todas partes; por lo tanto, sólo en la cena el cuerpo de Cristo se hace presente y se come por energía, y no por una verdadera ingestión.

Ves cómo los luteranos y brencianos, mientras atacan a los calvinistas, les favorecen, y sin embargo, Brenz en su Testamento maldice a los sacramentarios, y no permite que se les dé ningún lugar en la Iglesia.