CAP. II: Se explica la herejía de Eutiques.

Ahora bien, para proceder al SEGUNDO punto, es necesario demostrar que en Cristo hay dos naturalezas, pero primero debe explicarse la doctrina de Eutiques, quien es considerado el líder de la herejía que ahora refutamos. Debe saberse, por lo tanto, que la herejía de Eutiques consistía en afirmar que en Cristo, después de la encarnación, había y hay solo una naturaleza. Pues no pensaba que de otra manera se pudiera defender contra Nestorio que Cristo es uno y no dos.

PRIMERO, decía que se había hecho una sola naturaleza de la divinidad y la carne, mediante la conversión de la divinidad en carne, porque está escrito en Juan 1:14: "El Verbo se hizo carne"; y que hacer que una cosa se convierta en otra significa transformarse en eso, así como cuando el agua se convirtió en vino, el agua fue transformada en vino. Y ahora, cuando el pan se convierte por la consagración en el cuerpo de Cristo, el pan se transforma en la carne de Cristo.

SEGUNDO, afirmaba que la divinidad del Verbo había nacido, sufrido, muerto y había sido sepultada; lo cual deriva de su error anterior. Pues si la divinidad verdaderamente se transformó en carne, y la carne se dice que nació, sufrió, murió y fue sepultada, ciertamente la divinidad debe decirse que nació, sufrió, murió y fue sepultada. No se imagina que la divinidad se haya transformado en carne de tal manera que haya dejado de ser divinidad, de la misma manera que el agua, cuando se transforma en vino, deja de ser agua. La razón de este error fue que no pensaba que Nestorio, quien negaba que Cristo Dios había nacido y sufrido, pudiera ser refutado a menos que se demostrara que la divinidad de Cristo había nacido y sufrido.

TERCERO, sostenía que la carne de Cristo no era de la misma naturaleza que la nuestra, ni que el Verbo se había transformado en carne verdadera, sino en una especie de carne aparente y fantástica, de tal manera que el Verbo más bien había simulado ser hombre, y haber nacido y muerto, en lugar de serlo verdaderamente. Su razonamiento es que parece indigno de Dios que hubiera tenido verdadera carne, y que verdaderamente hubiera nacido, sufrido y muerto.

Y así, esta herejía finalmente recaía en la herejía de Valentín, Maniqueo y otros que negaban la verdadera humanidad en Cristo; la cual, posteriormente, fue seguida por algunos luteranos como Gaspar Swenckfeld y Andreas Musculus, si creemos a Estafilo en su libro sobre la Concordia de los discípulos de Lutero. Que esta fue la herejía de Eutiques se puede conocer

por la epístola de San Flaviano a San León, que es la novena entre las epístolas de San León, y por la epístola 97 de San León al emperador León, y por el libro 4 de Teodoreto sobre las fábulas de los herejes, al final.

Es necesario notar, sin embargo, que esta herejía surgió antes de los tiempos de Eutiques; y que Eutiques no fue tanto su primer autor como el principal propagador de esta herejía. Pues antes de él, ya la había enseñado Apolinar, como lo testifican Epifanio en su herejía 77, Agustín en su herejía 55, y Vicente de Lérins en su Commonitorio. También esta misma herejía fue refutada, sin mencionar al autor, por Atanasio en su epístola a Epicteto; por Ambrosio, en su libro sobre el sacramento de la encarnación del Señor, capítulo 6; y por Cirilo en su libro sobre la verdadera fe dirigido a Teodosio: todos ellos ya habían muerto cuando surgió Eutiques.

Por otra parte, la fe católica siempre ha reconocido en Cristo, después de la encarnación, dos naturalezas completas y perfectas, la divina y la humana, que subsisten sin ninguna confusión ni mezcla en una sola persona del Verbo. Además, que la naturaleza divina no ha nacido ni ha sufrido, sino solo la humana; y, finalmente, que esa naturaleza humana es y ha sido de la misma especie que la nuestra. Todo esto puede probarse con testimonios de las Escrituras, de los concilios y de los Padres de la Iglesia.