CAP. I: Se explica la opinión de los nuevos samosatenos.

En cuanto a lo primero, el autor de los nuevos samosatenos fue Miguel Servet, quien comenzó a ser conocido en el año 1532, según lo afirma Surius, y en el año 1555 fue quemado en Ginebra. Lo siguieron aquellos que ahora tienen su sede principalmente en Transilvania, cuyos principales líderes eran Jorge Blandrata, que aún vive, y Francisco David, quien en el año 1580, al negar que Cristo debiera ser invocado o que tuviera cuidado de la Iglesia, fue condenado a prisión perpetua por el príncipe de Transilvania. Poco después cayó en frenesí y murió dos días después.

La doctrina de los servetianos enseña tres cosas y está compuesta de tres antiguas herejías. Primero, afirma que no hay distinción personal en Dios. Así lo enseña Servet en el libro 5 de Trinitate, página 189, y en la respuesta al artículo 1, y los ministros de Transilvania en el libro 2, capítulo 4. Lo mismo enseñaron en su momento Hermógenes, Praxeas, Noeto y Sabelio. De todos ellos hace mención San Agustín en el libro 1 de De haeresibus, capítulo 41. Más tarde también lo enseñaron Pablo de Samosata y Fotino, según Hilario en su libro De Synodis. Segundo, afirman que Cristo, antes de la encarnación, no fue nada, salvo en la mente de Dios como una idea. Así lo enseña Servet en el libro 3 de Trinitate, página 92, y los ministros húngaros en el libro 2, capítulo 3. Lo mismo enseñaron en su tiempo Ebión y Cerinto, según Ireneo en el libro 1, capítulos 25 y 26, y más tarde Pablo de Samosata y Fotino, según Agustín en las herejías 44 y 45. Tercero, afirman que la divinidad fue comunicada al hombre Cristo no por generación eterna, sino por unción de gracia y habitando en él, y que por lo tanto Cristo puede ser llamado Dios, pero un Dios hecho y temporal, no eterno. Así lo disputa Blandrata en la sexta disputa de Albana, y los ministros en el libro 2, capítulo 7. Lo mismo enseñó Nestorio, según Teodoreto en el libro 4 de Haereticarum fabularum.

En estos puntos, todos los nuevos samosatenos están de acuerdo. Sin embargo, discrepan entre sí sobre la invocación de Jesucristo y están divididos en tres sectas.

Francisco David y muchos de los ministros húngaros enseñan que Jesucristo no debe ser invocado, sino solo el Padre, quien es el único Dios verdadero y quien, en este momento, cuida de la Iglesia. Existen tesis sobre este tema de Francisco David y su respuesta a las razones de Fausto Socino, quien refutó esas tesis. El mismo Fausto afirma en su refutación ya mencionada que Cristo puede ser invocado en las oraciones, pero añade que es de mayor perfección dirigirse directamente a Dios Padre.

Finalmente, Jorge Blandrata en sus tesis, y los ministros polacos en el juicio que emitieron sobre la causa de Francisco David, enseñan que Jesucristo no solo debe ser invocado, sino que se debe invocarlo, y que no es una imperfección acudir a él. Esta disensión entre ellos ocurre de manera muy oportuna, no solo porque, como dice San Hilario, "la guerra entre los herejes es la paz de la Iglesia", sino también porque ambas partes comenzaron a verse reducidas a graves aprietos. Pues aquellos que enseñan que Cristo debe ser invocado presentan más de cincuenta testimonios de las Escrituras para mostrar que sus adversarios están equivocados; mientras que los que sostienen que Cristo no debe ser invocado, demuestran con razón certísima que sus adversarios se contradicen, ya que no quieren que se invoque a los santos porque no son dioses verdaderos, pero quieren que se invoque a Cristo, a quien ellos mismos afirman abiertamente que no es el Dios verdadero.