CAP. XV: Se resuelve el segundo argumento.

La segunda objeción de los Transilvanos en el libro 1, capítulo 1 y 3, y en el libro 2 en la explicación del primer capítulo del Evangelio según Juan, es la siguiente: En tiempos de los Apóstoles, Ebion y Cerinto enseñaron que el Cristo eterno descendió sobre el hombre Jesús, como lo enseña Ireneo en el libro 3, capítulo 19, y no es cierto lo que comúnmente se dice, que los ebionitas enseñaron que Cristo era solo un hombre. Por lo tanto, los verdaderos ebionitas son aquellos que hacen a Cristo compuesto de dos naturalezas.

RESPONDO: Esta también fue una increíble artimaña del Diablo, con la cual la herejía de Ebion, que los Transilvanos verdaderamente siguen, se nos atribuye a nosotros. Así que digo que la verdadera herejía de Ebion consistía en enseñar que el Hijo de María no era un simple hombre, sino que a los treinta años descendió sobre él otra persona, a quien Ebion llamaba Cristo, y que de esta manera Jesús fue unido con Cristo por una conjunción y una inhabitación. Esto es precisamente lo que enseñan los Transilvanos.

Y para refutar su mentira, presentemos los testimonios de los antiguos que afirman que Ebion sostenía que el Hijo de María era solo un hombre. Ignacio, en la epístola a los Filadelfios, dice: “Quien afirma que Jesús es solo un hombre es una serpiente, carente de sentido, llamado Ebion”. Ireneo, en el libro 3, capítulo 11, dice: “Según ninguna doctrina de los herejes, el Verbo se hizo carne”. Y en el libro 1, capítulos 25 y 26, dice que según Ebion y Cerinto, Jesús nació como un hombre simple, y que luego el Cristo descendió sobre él en forma de paloma para habitar en él. Y en el libro 3, capítulo 20, dice: “De que el Verbo, que siempre existió, se hizo carne, se excluye la contradicción de los herejes que dicen que si entonces nació, no existía antes”. Tertuliano, en el libro sobre la carne de Cristo, dice: “Esta opinión puede corresponder a Ebion, quien sostiene que Jesús era solo un hombre”. Y en el libro sobre la prescripción de los herejes, dice: “Cerinto sostenía que Cristo era solo un hombre sin divinidad”. Eusebio, en el libro 3 de su historia, capítulo 27, dice que algunos de los ebionitas afirmaban que Cristo era hijo de José, y otros que era solo de la Virgen, pero todos coincidían en que no existía antes de María. Jerónimo, en el libro sobre los hombres ilustres, dice que San Juan fue impulsado por los obispos de Asia a escribir el Evangelio y proclamar la generación eterna de Cristo, debido a los ebionitas, que en ese momento enseñaban que Cristo era solo un hombre. Agustín, en la herejía 10, dice: “Los ebionitas enseñan que Cristo es solo un hombre”. Lo mismo dice Juan Casiano en el libro 1 sobre la encarnación, y otros varios.