- Tabla de Contenidos
- Introducción del Editor
- Sobre la Santa Misa
- Invocación de la Trinidad
- Acto de Contrición
- Introito
- Kyrie
- Gloria
- El señor esté con vosotros
- Colecta
- Epístola
- Evangelio
- Credo
- Ofertorio
- El lavado de las manos
- Prefacio
- El Canon hasta la Transubstanciación
- Transubstanciación
- Excursus
- Continuación del Canon
- El Padre Nuestro
- Preparación de la Comunión
- Comunión
- Oración final y bendición
- Apéndice
INVOCACIÓN DE LA TRINIDAD*
El rito sagrado de la Iglesia comienza bajo el signo del Dios trino. Este acto no solo se celebra en honor de las tres Personas divinas, sino que todo su contenido únicamente puede entenderse a la luz del actuar trinitario de Dios, porque la gracia de nuestro Señor Jesucristo nos ha sido dada únicamente por el amor derramado de Dios Padre, para que participáramos en la comunión del Espíritu Santo. Por eso, toda oración litúrgica de la Iglesia se dirigirá a la Fuente última de la que emanan todas las gracias recibidas e imploradas, al Padre divino, que nos ha regalado la quintaesencia de su gracia al darnos a su Hijo y al permitirle que se entregara amorosamente por nosotros, para que por Él y ahora también en Él pudiéramos participar en su acto de donación, que ha de cumplirse de nuevo precisamente en esta acción litúrgica y presupone que Padre e Hijo nos donen la comunión del Espíritu Santo. Solo bajo el signo del Dios trino que da el primer paso hacia nosotros, es más, solo entrando en la más íntima unión con su acción trinitaria, la Iglesia puede osar entrar en el espacio de Dios, y no solo implorar humildemente a Dios ser admitida en él, sino también en obediencia participar en su acción, ya que según la palabra de Jesús ella está llamada a hacer esto «en memoria mía».