CAP. VII: Se resuelven otros cinco argumentos

TERCERA PERSUASIÓN es la siguiente: Pedro no pudo haber llegado a Roma sino hasta el noveno año del reinado de Claudio, como se ha demostrado anteriormente, pero tampoco pudo haber ido después. Pues Claudio, quien ordenó que los judíos fueran expulsados de la ciudad, sin duda también ordenó que no se les admitiera de nuevo en ella; por tanto, Pedro nunca estuvo allí. Sin embargo, ya demostramos que Pedro no llegó a Roma en el noveno año de Claudio, sino que partió de allí y más tarde regresó durante el tiempo de Nerón. Pues está claro, por el último capítulo de los Hechos, que los judíos podían estar en Roma durante el reinado de Nerón, ya que Pablo predicó allí a los judíos.

CUARTA PERSUASIÓN. Cuando Pablo reprendió a Pedro en Antioquía (Gálatas 2), ya se había celebrado el Concilio de Jerusalén, y sin embargo, Pedro aún no había visto Roma. Respondo: Pedro había ido y regresado.

QUINTA PERSUASIÓN. Pablo, al escribir a los romanos, manda saludar a muchos en el último capítulo, pero no menciona a Pedro. Esta no es solo una persuasión de Veleno, sino incluso una demostración de Ilírico de que Pedro nunca estuvo en Roma.

Respondo, en primer lugar, que este argumento no concluye nada. De lo contrario, se seguiría que Juan no fue obispo de Éfeso, ni Santiago de Jerusalén, porque Pablo, al escribir a los Efesios y a los Hebreos, no menciona a Juan ni a Santiago. Además, digo que Pablo no ordenó saludar a Pedro porque escribió la epístola en un momento en que Pedro había regresado de Roma y se encontraba en Siria. Pues Pablo escribió la carta durante su viaje hacia Jerusalén, donde fue apresado. Así lo escribe él mismo en Romanos 5: “Y ahora me dirijo a Jerusalén para servir a los santos. Porque Macedonia y Acaya han decidido hacer una colecta para los pobres entre los santos que están en Jerusalén” (Hechos 24). Y el mismo Pablo, cuando presentaba su defensa ante el tribunal de Félix, gobernador de Siria, dijo: “Vine para llevar limosnas a mi pueblo, y ofrendas y votos.”

Además, este cautiverio de Pablo ocurrió entre el Concilio de Jerusalén y la muerte de Claudio. Pues, después de dicho Concilio, Pablo fue a Macedonia y Acaya, donde no había estado antes, como se desprende de Hechos 16. Llegó a Jerusalén durante el mandato de Félix, quien gobernó Siria hasta la muerte de Claudio y el inicio del reinado de Nerón, según Josefo, en el libro 20 de Antigüedades, capítulos 9 y 13. De lo cual se deduce que la epístola a los romanos fue escrita alrededor del año 11 o 12 del reinado de Claudio, momento en el que San Pedro había regresado de Roma y recorría de nuevo las regiones de Siria. Entonces, ¿qué tiene de extraño que Pablo no saludara a Pedro en la carta a los romanos, si consta que en ese momento Pedro no estaba en Roma?

SEXTA PERSUASIÓN. Ambrosio, en el capítulo 16 de su comentario a los Romanos, dice que Narciso, a quien Pablo ordena saludar, era un presbítero romano. Ahora bien, presbítero y obispo son lo mismo según Pablo, por lo que este Narciso sería el obispo romano. Por tanto, Pedro no fue el primer obispo de los romanos.

Respondo: Narciso tal vez fue presbítero romano, pero sin duda no fue obispo. Pues Ireneo, Eusebio, Optato, Epifanio, Jerónimo, Agustín y los demás que escribieron el catálogo de los pontífices romanos no mencionan a este Narciso. Y la autoridad de Ambrosio no se opone a esto, pues él mismo dice en 1 Timoteo 3: “Todo obispo es presbítero, pero no todo presbítero es obispo.” Y Cornelio, citado por Eusebio en el libro 6 de Historia Eclesiástica, capítulo 33, dice que en Roma había un obispo y cuarenta y seis presbíteros.

SÉPTIMA PERSUASIÓN. Pablo hizo un pacto con Pedro para que este fuera el apóstol de los judíos y él, el de los gentiles (Gálatas 2). ¿Cómo es posible entonces que Pedro, tan pronto, se olvidara del pacto y se entrometiera en la provincia ajena, es decir, en Roma, madre del paganismo?

Si se argumenta que Pedro predicó en Roma a los judíos que allí vivían, se respondería que, cuando Pablo llegó y comenzó a predicar, estos se sorprendieron por la novedad de su doctrina, como se desprende de las palabras de los judíos en el último capítulo de Hechos: “Sabemos que en todas partes se habla en contra de esta secta. Queremos escuchar de ti lo que piensas” (Hechos 28). Y más adelante: “Algunos creyeron lo que se decía; pero otros no creyeron, y como no estaban de acuerdo entre sí, se marcharon.”

Respondo: El pacto entre Pedro y Pablo no implicaba que Pedro predicara solo a los judíos o únicamente en Judea, ni que Pablo lo hiciera solo a los gentiles o fuera de Judea. Más bien, el acuerdo era que ambos predicaran a todos en cualquier lugar, pero con una prioridad: Pedro a los judíos y Pablo a los gentiles. De lo contrario, habría que decir que Pablo invadió una provincia ajena cuando, al llegar a Roma, empezó a predicar a los judíos, como se ve en el último capítulo de los Hechos. Y en ese caso, Pedro no solo no debería haber ido a Roma, sino tampoco a Antioquía, Asia, Galacia, Ponto, Capadocia ni Bitinia, lugares que incluso Veleno admite que Pedro visitó.

Es falso lo que dice Veleno de que los judíos en Roma se sorprendieron por la novedad de la doctrina cuando Pablo les predicó a Cristo, como si nadie antes hubiera predicado algo semejante. Porque, si nadie hubiera predicado a los judíos en Roma antes de la llegada de Pablo, ¿quién habría convertido a aquellos judíos romanos a quienes él dirigió su epístola? Pues está claro que la carta fue dirigida en parte a gentiles y en parte a judíos convertidos a la fe en Cristo. Por eso, en los primeros cuatro capítulos, Pablo trata sobre la justificación por la fe sin las obras de la ley, en contra del orgullo de los judíos que atribuían la venida del Mesías a sus propios méritos. Y en el capítulo 14, se ocupa de aquellos que aún seguían las costumbres judías, absteniéndose de ciertos alimentos considerados impuros según la Ley. En el capítulo 16, saluda a muchos que claramente eran cristianos de origen judío.

Podría preguntarse: Si la epístola a los romanos se escribió durante la vida de Claudio, quien había expulsado a los judíos de la ciudad, ¿quiénes son esos judíos que Pablo ordena saludar en Roma? No parece creíble que los judíos hayan podido regresar a la ciudad mientras Claudio vivía.

Respondo: No solo es creíble que los judíos pudieran regresar poco después de su expulsión, sino que sin duda lo hicieron. Pues Pablo encontró en Corinto a Aquila y Priscila, judíos que habían venido recientemente de Roma tras ser expulsados por Claudio (Hechos 18). Después de permanecer un año y seis meses en Acaya y dos años en Asia (Hechos 18 y 19), Pablo emprendió el viaje hacia Jerusalén; y en ese trayecto escribió la carta a los romanos, ordenando saludar a Aquila y Priscila, quienes ya habían regresado a Roma.

En cuanto a las palabras de los judíos: “Queremos escuchar de ti lo que piensas, etc.”, digo que no representan a todos los judíos que vivían en Roma, sino solo a aquellos que aún no se habían convertido a la fe en Cristo. Además de ellos, había muchos otros judíos en Roma que ya habían sido convertidos por Pedro. Y esas palabras no significan que nunca antes hubieran oído la predicación de Cristo, sino que no habían sido aún persuadidos, por lo que querían escuchar también a Pablo. Y, como fueron convencidos eficazmente por él, una parte de ellos creyó, mientras que otra permaneció obstinada en su incredulidad.