CAP. XII: Sobre la Generación del Anticristo.

En cuanto al quinto punto, sobre la generación del Anticristo, hay algunas afirmaciones claramente erróneas hechas por algunos, algunas probables y otras verificadas y ciertas. PRIMERO, entonces, hubo muchos errores sobre el Anticristo en tiempos pasados. EL PRIMERO, que el Anticristo nacería de una virgen por obra del Diablo, de la misma manera en que Cristo nació de una virgen por obra del Espíritu Santo.

Este error es referido por el autor de un opúsculo sobre el Anticristo, que se encuentra bajo el nombre de Agustín al final del tomo IX, un opúsculo que probablemente sea de Rabano, pero ciertamente no puede ser de Agustín. El error es evidente; pues producir un ser humano sin la semilla de un hombre es obra únicamente de Dios, quien puede suplir todas las causas eficientes, ya que Él es el único de poder infinito y contiene virtualmente toda la perfección de las criaturas. Sin embargo, el Diablo, que es una criatura, puede ciertamente realizar obras maravillosas, aplicando rápidamente los activos a los pasivos, pero no puede suplir las virtudes activas de las causas. Por lo tanto, San Agustín, en la epístola 3 a Volusiano, dice que nacer de una virgen fue un milagro en Cristo, tal que no podía esperarse uno mayor de Dios.

No obstante, no sería un error si alguien dijera que el Anticristo nacería del Diablo y de una mujer, de la manera en que se dice que algunos han nacido de demonios íncubos. Pues aunque el Diablo no puede por sí mismo, sin la semilla de un hombre, producir un ser humano, ciertamente puede, en un cuerpo asumido en forma de mujer, realizar un acto carnal con un hombre y recibir la semilla; y luego él mismo, en la forma de un hombre, realizar un acto similar con una mujer, e inyectar en el útero de la mujer la semilla que recibió del hombre, y de esa manera engendrar un ser humano. Esto lo testimonia Agustín en el libro 15 de De Civitate Dei, capítulo 23, y añade que la experiencia lo ha comprobado de tal manera que aún querer negarlo parecería una imprudencia.

EL SEGUNDO error fue el del Beato Mártir HIPÓLITO, quien en su oración sobre la consumación del mundo enseña que el Anticristo será el mismo Diablo, quien asumirá una falsa carne de una falsa virgen. Pues así como el Verbo de Dios, que es la misma verdad, asumió carne verdadera de una verdadera virgen, de igual manera Hipólito consideró probable que el Diablo, quien es el padre de la mentira, fingiría haber asumido carne humana de una virgen. Esta opinión es refutada, tanto porque en 2. Tesalonicenses 2 se llama al Anticristo "hombre", como también porque los demás Padres, por consenso común, escriben que el Anticristo será un verdadero hombre.

EL TERCER error es que el Anticristo será, de hecho, un verdadero hombre, pero también el Diablo, a través de una encarnación del Diablo, de la misma manera en que Cristo es Dios y hombre a través de la encarnación. Este error lo refutan JERÓNIMO en el capítulo 7 de Daniel, Beda en el capítulo 13 del Apocalipsis y Damasceno en el libro 4, capítulo 28.

Orígenes creyó que esta opinión era posible, pues en su tomo 2 sobre el Evangelio de Juan, afirmó que algunos ángeles realmente se encarnaron. Jerónimo lo refuta en el prólogo a Malaquías y en el primer capítulo de Ageo. Sin duda, es un error, pues ninguna persona creada y, por tanto, finita puede sostener dos naturalezas perfectas, como lo puede el Verbo de Dios, que es infinito. Ya no hay controversia sobre esto entre los teólogos. Pues aunque algunos enseñan que esto implica una contradicción total, otros enseñan que no lo implica, pero todos coinciden en que no puede realizarse por las fuerzas de una simple criatura, como es el Diablo.

EL CUARTO error es que Nerón resucitará y será el Anticristo, o que ciertamente aún vive y se conserva oculto en el vigor de su juventud, y que aparecerá en su debido momento. Este error lo insinúa SULPICIO en el libro 2 de la historia sagrada; sin embargo, en el segundo libro del Diálogo sobre las virtudes de San Martín, escribe abiertamente que Nerón no será el Anticristo, sino que vendrá con el Anticristo, y que finalmente será asesinado por el Anticristo. Pero, como todo esto se dice sin ninguna razón, con razón San Agustín llama a esta opinión una presunción extraña en el libro 20 de De Civitate Dei, capítulo 19.

Además de estos errores, hay dos opiniones probables de los santos Padres sobre la generación del Anticristo. LA PRIMERA es que el Anticristo nacerá de una mujer fornicaria, no de un matrimonio legítimo. Esto lo enseñan DAMASCENO en el libro 4, capítulo 28, y algunos otros; pero como no puede demostrarse a partir de las Escrituras, es probable, pero no cierto.

LA SEGUNDA opinión es que el Anticristo nacerá de la tribu de Dan. Esto lo afirman IRENEO en el libro 5, Hipólito mártir en la oración sobre la consumación del mundo, Ambrosio en el libro de las bendiciones de los Patriarcas, capítulo 7, Agustín en la cuestión 22 sobre Josué, Próspero en De promissionibus et praedictionibus Dei, parte 4, Teodoreto en la cuestión 109 sobre el Génesis, Gregorio en el libro 31 de Moralia, capítulo 18, Beda, Ruperto, Areta, Ricardo y Anselmo en el Apocalipsis, capítulo 7. Lo prueban a partir de aquel pasaje de Génesis 49: "Dan será serpiente junto al camino, víbora junto al sendero", etc. También de Jeremías 8: "Desde Dan hemos oído el ruido de sus caballos", etc. Finalmente, del hecho de que en Apocalipsis 7, cuando el ángel marca a los doce mil de cada tribu de los hijos de Israel, la tribu de Dan es omitida, lo cual parece haber ocurrido en odio al Anticristo.

Esta opinión es muy probable debido a la autoridad de tantos Padres, pero no completamente cierta; primero, porque la mayoría de estos Padres no dicen saber esto, sino que insinúan que es probable; y segundo, porque ninguno de esos pasajes de las Escrituras lo demuestra de manera concluyente. Pues en primer lugar, en Génesis 49 parece que Jacob está hablando literalmente de Sansón cuando dice: "Dan será serpiente junto al camino, víbora junto al sendero, y morderá los talones del caballo, de modo que su jinete caerá hacia atrás". Porque Sansón fue de la tribu de Dan, y verdaderamente fue para los filisteos como una serpiente en el camino, ya que constantemente se les aparecía y los atormentaba. Así lo explica Jerónimo en las Cuestiones Hebraicas. Y ciertamente parece que Jacob está bendiciendo a su hijo cuando dice esto, y por lo tanto no está profetizando mal, sino bien.

Si esto se adapta alegóricamente al Anticristo, el argumento no puede ser más que probable, como lo son todos los derivados de sentidos místicos. Sin embargo, en Jeremías 8, sin duda no se está hablando del Anticristo ni de la tribu de Dan, sino de Nabucodonosor, quien estaba por venir a destruir Jerusalén a través de la región que se llamaba Dan, como correctamente explica Jerónimo en ese lugar.

¿Por qué la tribu de Dan es omitida en Apocalipsis 7? No está del todo claro, especialmente cuando también se omite a Efraín, una de las tribus más grandes.

Además de estas dos opiniones probables, hay otras dos que son ciertísimas: una, que el Anticristo vendrá principalmente por los judíos y será recibido por ellos como el Mesías; y la otra, que nacerá de la raza judía, será circuncidado y observará el Sabbat, al menos por un tiempo. La primera se toma del Evangelio de Juan 5, donde el Señor dice a los judíos: "Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me habéis recibido; si otro viene en su propio nombre, a ese le recibiréis". Este pasaje debe entenderse del Anticristo, como demostramos antes en el segundo capítulo. También se deduce del Apóstol en 2 Tesalonicenses 2: "Porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos, por esto Dios les enviará una operación de error para que crean en la mentira", etc.

Calvino y otros herejes interpretan este pasaje en sus comentarios como refiriéndose a nosotros, diciendo que, porque no recibimos su Evangelio, somos seducidos por el Anticristo Romano. Sin embargo, primero, no presentan ningún testimonio, mientras que nosotros tenemos de nuestro lado a todos los intérpretes, quienes lo explican sobre los judíos. Véanse Ambrosio, Crisóstomo, Teodoreto, Teofilacto y Oecumenio. Además, así lo dice Jerónimo en la cuestión 11 a Algasia:

“El Anticristo hará todas estas cosas, no por su propio poder, sino por concesión de Dios a causa de los judíos, ya que no quisieron recibir el amor de la verdad, esto es, el espíritu de Dios a través de Cristo, para que, al aceptar al Salvador, se salvaran; Dios les enviará no un operador, sino la operación misma; es decir, la fuente del error, para que crean en la mentira", etc. Y aún sin los comentarios de tantos Padres, el hecho mismo clama que el Apóstol está hablando de los judíos. Él mismo dice que el Anticristo será enviado a aquellos que no quisieron recibir a Cristo. ¿Y quiénes fueron los que más debieron recibir a Cristo y no lo quisieron hacer sino los judíos? También debe notarse que el Apóstol no dice "porque no recibirán la verdad", sino "porque no la recibieron". Por lo tanto, está hablando de aquellos que no quisieron creer mientras Cristo y los Apóstoles predicaban. Y está claro que en el tiempo de los Apóstoles, los gentiles recibieron el Evangelio con gran deseo, pero los judíos no quisieron aceptarlo.

Además, además de Jerónimo y otros ya citados, todos los demás Padres enseñan lo mismo, como Ireneo en el libro 5, Hipólito mártir en su oración sobre la consumación del mundo, Teodoreto en el Epitome de los decretos divinos, en el capítulo sobre el Anticristo, Sulpicio, citando al Beato Martín en el libro 2 de los Diálogos, Cirilo en la catequesis 15, Hilario en el canon 25 sobre Mateo, Ambrosio en el libro 10 sobre Lucas, capítulo 21, Crisóstomo, Agustín y Cirilo de Alejandría en el capítulo 5 de Juan, Gregorio en el libro 31 de Moralia, capítulo 10, y Damasceno en el libro 4, capítulo 28. Y la razón también lo sugiere.

Sin duda, el Anticristo se unirá principalmente a aquellos que estén dispuestos a recibirlo: y los judíos son de este tipo, ya que esperan un Mesías rey temporal, tal como será el Anticristo; los gentiles no esperan a nadie. Los cristianos, por su parte, ciertamente esperan al Anticristo, pero con miedo y terror, no con alegría ni deseo. Así como Cristo vino primero a los judíos, a quienes les fue prometido y quienes lo esperaban, y luego también incorporó a los gentiles; así también el Anticristo acudirá primero a los judíos, quienes lo esperan, y luego gradualmente someterá a todas las naciones.

Ahora bien, es cierto que el Anticristo será judío y circuncidado, y esto se deduce de lo dicho anteriormente. Pues los judíos nunca aceptarían a un hombre no judío o incircunciso como su Mesías. Además, como los judíos esperan al Mesías de la familia de David y de la tribu de Judá, sin duda el Anticristo, aunque realmente sea de la tribu de Dan, fingirá ser de la familia de David. Luego, todos los antiguos Padres enseñan claramente que el Anticristo será judío, como los doce que hemos citado poco antes, quienes dicen que será de la tribu de Dan. Además, Ambrosio, quien en 2 Tesalonicenses 2 afirma que será circuncidado; y Jerónimo, quien en el capítulo 11 de Daniel dice que nacerá del pueblo de los judíos; y San Martín, citado por Sulpicio en el libro 2 de los Diálogos, quien dice que el Anticristo ordenará que todos sean circuncidados conforme a la ley; y Cirilo, quien en la catequesis 15 afirma que será muy devoto del templo de Jerusalén, para mostrarse como descendiente de David. Finalmente, Gregorio, quien en el libro 11, epístola 3, dice que el Anticristo será también un observador del sábado y de otras ceremonias judías.

De todo esto tenemos una demostración clarísima de que el Papa no es el Anticristo. Pues desde el año 606, cuando los adversarios dicen que apareció el Anticristo, está claro que ningún Pontífice ha sido judío, ni por origen, ni por religión, ni de ningún modo. También está claro que el Pontífice nunca ha sido recibido hasta ahora como Mesías por los judíos, sino que, por el contrario, ha sido considerado como su enemigo y principal perseguidor. Por lo tanto, ellos mismos, en sus oraciones diarias, ruegan a Dios que le conceda al Pontífice una buena disposición hacia los judíos, y que en sus días envíe al Mesías, para que los libere de la potestad del Pontífice; y al obispo, que en primer lugar es el Sumo Pontífice, lo llaman

הגמון (hegmon), que en siríaco significa "cola", y se opone a "cabeza". Pues así como nosotros llamamos "cabeza" al obispo, ellos, por el contrario, lo llaman "cola" como insulto; tanto están lejos de estar dispuestos a recibir al Sumo Pontífice como su Mesías.

Finalmente, Rabí Levi Gerson, en los capítulos 7 y 11 de Daniel, interpreta todo lo que se dice del Anticristo como referido al Pontífice Romano, a quien también llama el segundo Faraón, y lo opone al Mesías venidero. Véanse las oraciones en Mahasor, fol. 26.