CAP. X: Sobre el nombre del Anticristo.

Sigue la cuarta disputa, que será sobre el nombre propio y el carácter del Anticristo. Todos admiten que las palabras de Juan en Apocalipsis 13 se refieren totalmente al Anticristo: "Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, tengan una marca en la mano derecha o en sus frentes; y que nadie pueda comprar ni vender, a menos que tenga la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre: Aquí está la sabiduría. El que tenga entendimiento, cuente el número de la bestia, porque es el número de un hombre, y su número es 666."

Sobre este número hay varias opiniones. La primera es de aquellos que dicen que este número no designa un nombre, sino el tiempo de la venida o muerte del Anticristo. Así lo dice Bullinger, que en la introducción de sus homilías sobre el Apocalipsis quiere que este número designe el tiempo de la venida del Anticristo. De igual modo, los de Magdeburgo, quienes en la Centuria 1, libro 2, capítulo 4, quieren que este número designe el tiempo de la muerte del Anticristo; así también algunos, quienes, según lo relata Clichtoveo en el libro 4 de Damasco, capítulo 28, afirman que este número designa la muerte de Mahoma, a quien consideran el Anticristo. A esta opinión se adhiere Lyrano en este pasaje, quien, aunque no cree que Mahoma sea el Anticristo, sin embargo, sostiene que este número designa la muerte futura de Mahoma en el año 666 después de la venida de Cristo.

Esta opinión es absolutamente absurda. Primero, porque Juan dice que está hablando del número del nombre de la bestia. Segundo, porque la bestia, cuyo número es este, ordenará a todos los comerciantes que lo usen como señal en sus contratos, como se ve en Apocalipsis 13. Por tanto, no es el número de la muerte de la bestia, sino que se refiere a la bestia viva. Tercero, porque también es falso que Mahoma haya muerto en el año 666 después de Cristo. Pues algunos dicen que murió en el año 637 después de Cristo, como dice Mateo Palmerio; otros en el año 630, como Cedreno en su compendio de historias; y otros en el año 628, como Juan Vaseo en la Crónica de España.

La segunda opinión es la de David Chytraeus en el capítulo 13 del Apocalipsis, quien enseña que el nombre del Anticristo es λατεῖνος (lateinos) o en hebreo רומיית (romiyt), que significa "Romano". Por tanto, el Papa, que es el príncipe latino, ya que domina en el Lacio y es el Pontífice Romano, sería el Anticristo. Lo mismo enseña Teodoro Bibliander en la tabla 10, y por ello titula la tabla undécima de su cronología, que comienza en el año 600, como "Latinos Papa". Sus razones son dos: Una, porque Ireneo en su libro 5 enseña que es verosímil que este sea el futuro nombre del Anticristo; La otra, porque verdaderamente las letras de este nombre suman ese número, como se muestra.

ר. 200. λ. 30. τ. 300. ו. 6. α. 1. ε. 5. מ. 40. τ. 300. ι. 10. י. 10. ε. 5. τ. 300. י. 10. ι. 10. α. 1. ת. 400. ν. 50. ν. 50. 666. ο. 70. 666. ς. 200. 666.

Esta opinión es completamente temeraria. Pues en primer lugar, Ireneo dice que el nombre λατεῖνος (lateinos) podría probablemente aplicarse al Anticristo; pero añade que es mucho más probable que el nombre del Anticristo no sea λατεῖνος (lateinos), sino τειτὰν (teitan), que también expresa ese número; y es un nombre mucho más ilustre, ya que significa "sol".

Además, la conjetura de Ireneo, que en su tiempo tenía algún sentido, ahora no tiene ninguno. Él mismo dice que es probable que al Anticristo se le llame "Latino", no porque domine en el Lacio, sino porque los latinos eran los que entonces reinaban ampliamente y dominaban el mundo entero. Pues ya que el Anticristo debe ser un rey poderosísimo, sin duda ocupará los reinos más poderosos que encuentre en ese momento. Sin embargo, el reino más poderoso es el de los latinos, dice Ireneo. Ellos, en efecto, reinan con toda verdad en ese momento. Pero ciertamente esta conjetura ahora no tiene valor alguno; ya que los latinos ya no reinan sobre todo el mundo: sino que los turcos son los que verdaderamente reinan. Y entre nosotros, los españoles y los franceses, no los latinos.

Además, el nombre de Latini, en cuanto significa Romano, no se escribe con ει sino con la simple iota; y entonces no da ese número. De la misma manera se puede refutar la invención del nombre רומיית (romiyt). Pues "Romano" no puede terminar en ת, ya que es un nombre masculino. Esa es la terminación de los nombres femeninos en hebreo. Y al eliminar la letra ת, faltan 400 para alcanzar el número del Anticristo. Asimismo, el nombre λατεῖνος, si va a ser el nombre del Anticristo, debe ser propio de él, como lo enseña Arethas, y muy usado; pues debe mostrarse como un signo por todos aquellos que compran o venden. Pero el nombre λατεῖνος es común. Pues ningún Papa ha sido llamado nunca con el nombre propio Latinus, ni es un nombre habitual; los Papas nunca se llaman a sí mismos "latinos", sino solo obispos o Papas.

Por lo demás, "Romanus" fue el nombre propio de un solo Pontífice; quien, sin embargo, no pudo ser el Anticristo, ya que solo vivió cuatro meses; además, el nombre es común.

Finalmente, si solo este nombre λατεῖνος o "Romanus" diera como resultado el número 666, los adversarios tendrían algo que decir. Pero se encuentran innumerables nombres que dan ese mismo número. Hipólito mártir, en su oración sobre la consumación del mundo, señaló otro nombre que da ese número, a saber, ἀρνοῦμαι (arnoumai), que significa "niego". Arethas señaló siete más: λανπέτης (lanpetes), que significa "ilustre", τειτὰν (teitan), que significa "sol", ὁ νικητὴς (ho niketes), que significa "vencedor", κακὸς ὁδηγὸς (kakos hodegos), que significa "mal guía", ἀληθὴ βλαβερὸς (alethe blaberos), que significa "verdaderamente nocivo", πάλαι βάσκανος (palai vaskanos), que significa "antiguamente envidioso", y ἄμνος ἄδικος (amnos adikos), que significa "cordero nocivo". Primasius añade otro, ἄντεμος (antemos), que significa "contrario". Ruperto, y antes que él Haymo, inventaron otros dos, a saber, γενσηρικος (gensherikos), que es un nombre gótico, y DIC LUX, en latín, que hace 666 si tomamos las letras según el modo latino, donde D representa 500, I representa 1, C representa 100, L representa 50, V representa 5 y X representa 10.

Entre los autores recientes, Guillermo Lindano, en el libro 3 de Dubitantii, señala que Martin Lauter da el número 666 si se toman las letras latinas como números según el modo griego y hebreo, de la siguiente manera: A = 1, B = 2, C = 3, D = 4, E = 5, F = 6, G = 7, H = 8, I = 9, K = 10, L = 20, M = 30, N = 40, O = 50, P = 60, Q = 70, R = 80, S = 90, T = 100, V = 200, X = 300, Y = 400, Z = 500. Gilbert Genebrard, en su último libro de Chronologiae, también señaló que el nombre de Lutero en hebreo da ese número:

לולתר (lwltr).

D. = 4, σ. = 200, ב. = 2, α. = 1, י. = 10, ζ. = 60, ד. = 4, ο. = 70, כ. = 20, ν. = 50, י. = 10, ε. = 5, ת. = 400, ι. = 10, ר. = 200, ο. = 70, י. = 10, ς. = 200, ו. = 6, 666. 666.

Yo añado, en honor a Lutero y a Chytraeus, otros dos, a saber, דביב כיתריו (David Chytraeus) y σαξόνειος (saxoneios), que también suman el mismo número, un nombre que conviene a Lutero tanto como el nombre Latinus al Papa.

La tercera opinión es la de muchos católicos, quienes sospechan que el Anticristo será llamado ἀντεμος (antemos), tanto porque este nombre le conviene propiamente, como porque exactamente suma ese número. Así lo sostienen Primasius, Anselmo y Ricardo.

Esta opinión es refutada correctamente por Ruperto, ya que el nombre que Juan insinúa no será un nombre que los adversarios le impongan al Anticristo, sino un nombre que él mismo se apropiará y en el que se gloriará, hasta el punto de ordenar que sea inscrito en las frentes de los hombres. Sin embargo, no es creíble que se atribuya un nombre odioso o vil, como ἀντεμος, y también casi todos los otros mencionados anteriormente.

La cuarta opinión es la de Ruperto mismo, quien cree que este número no designa el nombre del Anticristo, sino que señala la triple prevaricación del Diablo que se completará en el Anticristo: Pues el número seis, al no alcanzar al siete, en el que está el descanso y la bienaventuranza, es el número de la criatura que por la prevaricación cae fuera del descanso; el Diablo, además, incurrió en una triple prevaricación, o mejor dicho, triplicó una sola. Primero prevaricó cuando pecó por sí mismo; luego, nuevamente, cuando hizo que el hombre pecara por primera vez, y entonces al número seis simple añadió el sesenta; finalmente, prevaricará por tercera vez cuando, a través del Anticristo, seduzca al mundo entero, y entonces al sesenta añadirá el seiscientos.

La quinta opinión es la de Beda, quien toma un camino contrario y enseña que el número seis es perfecto, porque en seis días Dios hizo el cielo y la tierra; el sesenta es aún más perfecto, y el seiscientos es el más perfecto de todos. De esto deduce que el Anticristo está representado por el número 666, porque usurpará para sí el atributo de la perfección absoluta, que solo se debe a Dios. Como figura de esto, leemos en el libro 2 de los Reyes, capítulo 10, que el peso del oro que se traía a Salomón cada año era de seiscientos sesenta y seis talentos. Estas dos opiniones no parecen concordar suficientemente con lo que Juan dice: que ese número es el número del nombre, no de la dignidad o de la prevaricación. Además, estos Padres no querían que sus opiniones se tomaran más que como sospechas y conjeturas.

Por lo tanto, la opinión más verdadera es la de aquellos que confiesan su ignorancia y dicen que aún se desconoce el nombre del Anticristo. Esta es la opinión de Ireneo en su libro 5, de Arethas en este pasaje del Apocalipsis, y de otros. Es apropiado citar las palabras de Ireneo, ya que Chytraeus ha exhortado a sus lectores a que las lean: "Exhorto", dice, "a los estudiosos a que lean las últimas páginas 333 y 334 de Ireneo sobre este pasaje del Apocalipsis, quien discute con modestia y piedad sobre este número de la bestia, y entre otras cosas sugiere que el Anticristo será latino o romano, con el nombre λατεῖνος, etc."

Ireneo dice así: "Por lo tanto, es más seguro y sin peligro esperar el cumplimiento de la profecía que sospechar y adivinar nombres, cuando muchos nombres pueden encontrarse que tienen el número predicho. Y aun así, esta misma cuestión seguirá siendo discutida. Pues si hay muchos nombres que se encuentran que tienen este número, se pregunta cuál será el que lleve quien ha de venir. Sin embargo, no decimos esto por falta de nombres que tengan el número de su nombre, sino por temor a Dios y por el celo de la verdad. Pues el nombre Ευάνθας (Evanthas) tiene el número del que se habla. Pero no afirmamos nada de él. Además, el nombre λατεῖνος tiene el número seiscientos sesenta y seis, y es muy verosímil, ya que el reino verdadero lleva este nombre. Pues los latinos son los que reinan ahora. Pero no nos gloriamos en esto. Además, τειτὰν, cuya primera sílaba se escribe con dos vocales griegas ε y ι, es, de todos los nombres que conocemos, el más digno de fe". Y más adelante: "Así que, como este nombre Titan tiene tanto de persuasivo, tanta verosimilitud, que de muchos signos podríamos inferir que tal vez sea llamado Titan, quien ha de venir, sin embargo, no correremos peligro por ello ni afirmaremos con certeza que él tendrá ese nombre, sabiendo que si fuera necesario que en este momento se proclamara claramente su nombre, lo habría revelado quien vio el Apocalipsis".

Esto es lo que dice Ireneo.

Por lo tanto, que Chytraeus escuche a Ireneo, quien discute con modestia, piedad y erudición, y no le atribuya falsamente lo que nunca dijo. Pues Ireneo no juzgó que el Anticristo sería latino o romano; más bien dijo, y lo repitió varias veces, que el nombre del Anticristo no puede conocerse en este momento. Y aprobó esta afirmación con dos razones excelentes. La primera, porque se encuentran muchos nombres que suman ese número, y no es lícito adivinar de entre tantos nombres similares cuál es el único predicho. Segunda, porque si Dios quisiera que se supiera en este momento, sin duda lo habría revelado a través del propio Juan. Añadió además que no lo dice por falta de nombres, sino por temor a Dios y por celo de la verdad. Por eso, propuso tres nombres: Ευάνθας (Evanthas), λατεῖνος (lateinos) y τειτὰν (teitan), de los cuales afirmó que el segundo es más verosímil que el primero y el tercero más verosímil que el segundo, pero no aseguró ninguno como definitivo.

Podemos añadir una tercera razón de Ireneo mismo. Pues un poco antes, disputando contra aquellos que inventaban nombres falsos del Anticristo según sus propias intenciones, dijo que caen en muchas dificultades. Porque se exponen al peligro de errar y de engañar a otros, y de hacer que tanto ellos como muchos otros sean fácilmente seducidos por el Anticristo. Pues cuando venga y tenga un nombre diferente al que se han persuadido que tendría, no lo reconocerán como el Anticristo, y así no podrán evitarlo. Todos estos problemas sin duda les ocurrirán a los luteranos, y especialmente este último. Porque, habiéndose persuadido de que el Papa es el Anticristo, cuando llegue el verdadero Anticristo, no lo reconocerán fácilmente, y por lo tanto no lo evitarán.

Cabe señalar en este punto que el nombre del Anticristo será muy conocido cuando venga. Pues incluso antes de que Cristo viniera, los judíos no sabían con certeza con qué nombre sería llamado, aunque muchos profetas predijeron su nombre. Además, una sibila, como se dice en el primer libro de los versos sibilinos, había señalado el número del nombre de Cristo futuro y dijo que era 888, tal como Juan escribió sobre el Anticristo, diciendo que el número de su nombre es 666. Y, sin embargo, antes de la venida de Cristo, los hombres no podían decir que su nombre sería Jesús. Pero después de que Cristo vino, toda controversia fue eliminada, y todos absolutamente saben que su nombre es Jesús.

Y la sibila dijo: "Te enseñaré cuál es la suma total del número. ι = 10, η = 8, porque son ocho unidades, y sobre estas, también ocho decenas. σ = 200, ο = 70. Y también serán ocho centenas, como signo a los infieles. υ = 400, ς = 200, 888".

Además, es común en todas las profecías de los profetas que sean ambiguas y oscuras hasta que se cumplan, como lo enseña y prueba correctamente Ireneo en el libro 4, capítulo 43.

De todo esto se puede sacar un argumento irrefutable para probar que el Papa no es el Anticristo y que el propio Anticristo aún no ha venido. Pues si el Anticristo hubiera venido y fuera el Papa, su nombre sería conocido con certeza por la predicción de Juan; tal como, ahora que nuestro Cristo ha venido, ya no hay duda, ni siquiera entre los turcos, judíos y paganos, sobre cómo se llama. Pero respecto al nombre del Anticristo todavía hay gran controversia, como hemos demostrado claramente con todas las opiniones mencionadas y refutadas: Por lo tanto, la profecía de Juan no se ha cumplido aún; en consecuencia, el Anticristo no ha venido todavía, ni es el Papa.

Añadamos una confirmación extraída de la confesión de Agustín Marlorato, quien en su extensa explicación, recopilada de varios luteranos y calvinistas sobre el Nuevo Testamento, escribe lo siguiente sobre este pasaje:

"Hay casi tantas interpretaciones de este pasaje como expositores, lo que demuestra que es sumamente oscuro y enigmático". Esto dice. Pero si todavía es sumamente oscuro y enigmático, entonces no ha sido cumplido; por lo tanto, el Anticristo no ha venido. Pues todas las profecías, una vez cumplidas, se vuelven clarísimas. ¿Por qué, entonces, Marlorato, en su prefacio al Apocalipsis, proclamas que es tan claro que el Papa es el Anticristo, que si vosotros callarais, las piedras clamarían?