CAP. XXI: Se explican otras dos prerrogativas del Evangelio de San Juan.

La décima es que Pedro fue el primero a quien el Señor lavó los pies, como explica San Agustín en el capítulo 13 de Juan. Y aunque Crisóstomo y Teofilacto, comentando el mismo pasaje, piensan que el primero fue Judas y el segundo Pedro, también ellos reconocen el primado de Pedro en este acto. Dicen que ningún otro habría permitido que le lavaran los pies antes que al príncipe de los Apóstoles, excepto Judas, quien impúdicamente se adelantó a Pedro. Sin embargo, la opinión de San Agustín parece ser más probable.

La undécima prerrogativa está en Juan 21, donde Cristo predijo solo a Pedro su muerte, y una muerte de cruz, de manera que, así como le había dado su propio nombre y le había impuesto su oficio, también lo tendría como compañero en la muerte. El Señor le dice: “Cuando seas viejo, extenderás tus manos, y otro te ceñirá y te llevará donde no quieras.” El evangelista añade: “Esto dijo, señalando con qué muerte había de glorificar a Dios.” Luego, el Señor añade, hablando a Pedro: “Sígueme.” Algunos interpretan estas palabras como referentes al oficio pastoral, como lo hace Teofilacto, quien explica que “sígueme” significa: “Te conduzco a predicar, y pongo el mundo entero en tus manos.” Otros las interpretan como referentes a la similitud en la muerte, como Eutimio, quien explica que “sígueme” significa: “Imítame, sufriendo la cruz como yo.”

Pero la interpretación será más completa si unimos ambas opiniones. Porque cuando el Señor confió sus ovejas a Pedro y le predijo el tipo de muerte que sufriría, concluyó con una sola palabra: “Sígueme”, es decir, sé lo que fui tanto en vida como en muerte; sé pastor de las almas mientras vivas, y luego, a través de la muerte en la cruz, pasa de este mundo al Padre. Y para que no pensáramos que estas palabras eran dirigidas a todos, el Señor excluye explícitamente a Juan, quien lo seguía físicamente en ese momento, diciendo: “Si quiero que él permanezca, ¿qué te importa? Tú, sígueme.”