CAP. VI: Se explica la tercera demostración.

La tercera demostración se basa en la venida de Henoc y Elías, quienes todavía viven y lo hacen con el propósito de oponerse al Anticristo cuando venga, preservar a los elegidos en la fe de Cristo y, finalmente, convertir a los judíos. Sin embargo, es claro que esto aún no se ha cumplido. Hay cuatro pasajes de las Escrituras que hablan de este asunto:

Malaquías 4: "He aquí, yo os envío al profeta Elías, antes que venga el día grande y terrible del Señor; y él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres".

Eclesiástico 48: "Tú, que fuiste llevado en un torbellino de fuego, en un carro de caballos de fuego; tú, destinado en los juicios de los tiempos a calmar la ira de Dios, a reconciliar el corazón del padre con el hijo y a restituir las tribus de Jacob". Y en el capítulo 44: "Henoc agradó a Dios y fue trasladado al paraíso, para dar a las naciones la oportunidad de arrepentirse".

Mateo 17: "Ciertamente, Elías vendrá y restaurará todas las cosas".

Apocalipsis 11: "Daré poder a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días".

Teodoro Bibliander, en su Crónica (tabla 14), también cita estos pasajes, pero afirma que Henoc y Elías representan a todos los ministros fieles que Dios levanta en los tiempos del Anticristo, como lo fueron Lutero, Zwinglio y otros. Concluye diciendo: "Por tanto, es una imaginación infantil, o un sueño judaico, esperar a Elías o Henoc como personas definidas en sus características individuales". Chytraeus enseña lo mismo en su comentario sobre este pasaje del Apocalipsis. Y lo justifican con el hecho de que lo que se dice de Elías en Malaquías fue interpretado por el Señor como referido a Juan el Bautista en Mateo 11: "Este es Elías, el que había de venir". Jerónimo, en su comentario sobre Malaquías 4, también lo interpreta como refiriéndose a todo el grupo de profetas, es decir, a la doctrina de todos ellos.

Sin embargo, no nos parece una imaginación infantil, sino una verdad muy cierta que Henoc y Elías vendrán en sus propias personas. Y la opinión contraria es, o bien una herejía, o un error muy cercano a la herejía. Esto se prueba, primero, con esos cuatro pasajes de las Escrituras. Pues las palabras de Malaquías no pueden referirse a cualquier doctor, como Lutero, Zwinglio y otros, porque Malaquías dice que los judíos serán convertidos por Elías y que él será enviado principalmente por causa de ellos, como se ve en las palabras: "Os envío a Elías". Y en Eclesiástico se dice que Elías vendrá para "restaurar las tribus de Jacob". Sin embargo, ni Lutero ni Zwinglio convirtieron a ningún judío.

Además, las palabras de Malaquías no pueden entenderse literalmente en referencia a Juan el Bautista, sino solo a Elías, porque Malaquías habla del segundo advenimiento del Señor, que será para juzgar. Así lo indica: "Antes de que venga el día grande y terrible del Señor". El primer advenimiento no se llama "el día grande y terrible", sino "el tiempo aceptable y el día de la salvación". Y, como añade después: "No sea que venga y golpee la tierra con maldición", es decir, para que, al venir al juicio y encontrar a todos inicuos, no condene a toda la tierra. Por eso enviará a Elías, para que pueda haber algunos a quienes salvar. En el primer advenimiento, el Señor no vino a juzgar, sino a ser juzgado, no a condenar, sino a salvar.

En cuanto a las palabras del Señor en Mateo 11, se responderá más adelante. En cuanto a Jerónimo, aunque en su comentario sobre Malaquías no interpretó las palabras refiriéndose al verdadero Elías, en su comentario sobre Mateo 11 y 17 enseñó y afirmó lo contrario. Finalmente, San Agustín en su libro 20 de La Ciudad de Dios, capítulo 29, testifica que esta es la interpretación común de los fieles.

Además, que el Eclesiástico habla de las personas de Henoc y Elías, y no de otras personas, se demuestra porque el Eclesiástico dice que Henoc vendrá para dar arrepentimiento a las naciones y que fue trasladado al paraíso, y que Elías vendrá para restaurar las tribus de Israel y que fue llevado en un carro de caballos de fuego. Estas cosas ciertamente no se aplican más que a esas personas particulares.

Aquí debo expresar mi sorpresa por lo que escribió el obispo Jansenio cuando, comentando este pasaje, afirmó que, aunque la opinión común de los antiguos es que Elías vendrá, no se puede probar a partir de este pasaje. Dijo que se podría argumentar que el Eclesiástico escribió esto según la opinión general de su tiempo, que creía que Elías vendría en persona antes del Mesías, aunque esto no se cumpliría en su propia persona, sino en aquel que vendría en el espíritu y poder de Elías. Si esto fuera así, como afirma Jansenio, se seguiría que el Eclesiástico se equivocó y escribió falsedades. Pero, si no me equivoco, Jansenio cambió de opinión, ya que, escribiendo sobre Mateo 17, enseña que el pasaje de Malaquías no puede entenderse literalmente, sino que debe referirse al verdadero Elías, lo que también debe decirse del pasaje del Eclesiástico, que sin duda explica a Malaquías.

En cuanto a las palabras del Señor en Mateo 17, es evidente que se refieren al verdadero Elías y no a Juan, porque Juan ya había venido y completado su misión, y, sin embargo, el Señor dice: "Elías ciertamente vendrá". Además, no se refieren a todos los doctores, sino al verdadero Elías, lo que se puede probar de dos maneras:

Primero, porque los apóstoles que plantearon la pregunta sobre Elías eran Pedro, Santiago y Juan, y lo hicieron a raíz de la transfiguración del Señor, donde vieron a Moisés y a Elías. Por lo tanto, cuando preguntan: "¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?", hablan de ese Elías a quien vieron en el monte con Cristo. Así que cuando Cristo responde: "Ciertamente, Elías vendrá y restaurará todas las cosas", también habla de ese Elías particular que apareció en la transfiguración.

Segundo, esto se confirma por las palabras: "Y restaurará todas las cosas". Pues Juan el Bautista no hizo eso, ni ningún otro lo ha hecho. Restaurar todas las cosas significa traer de vuelta a la verdadera fe a todos los judíos, herejes y, quizás, a muchos católicos engañados por el Anticristo.

Bibliander insiste en su objeción mencionando que el Señor dice en Mateo 11 sobre Juan el Bautista: "Él es Elías que ha de venir", lo que parece indicar que Juan es el Elías prometido por Malaquías.

Respondo que el Señor quería decir que Juan era el Elías prometido, no literalmente, sino alegóricamente. Por eso añade: "Si queréis recibirlo", como si dijera: "Elías fue prometido en su persona y vendrá en el último advenimiento. Sin embargo, si también queréis un Elías en el primer advenimiento, recibid a Juan". Además, el Señor añade: "El que tenga oídos para oír, que oiga", indicando que lo que dijo, que Juan era Elías, era un misterio.

Finalmente, los textos de Apocalipsis 11 que hablan de Henoc y Elías, como personas individuales y no de todos los doctores, son claros. Juan dice que serán muertos por el Anticristo, que sus cuerpos yacerán sin enterrar durante tres días en las calles de Jerusalén, y que después de tres días resucitarán y ascenderán al cielo. Ninguno de estos eventos ha ocurrido aún.

David Chytraeus, en su comentario sobre este pasaje, intenta responder diciendo primero que Juan se refiere a muchos ministros luteranos que serán asesinados por los papistas, pero a quienes Dios les devolverá la vida, llevándolos al cielo para vivir eternamente. En segundo lugar, añade que los cuerpos de estos ministros resucitarán en el último día de la resurrección. Y, finalmente, menciona que puede significar que Dios levantará otros ministros en lugar de los asesinados, con el mismo celo y virtud.

Estas respuestas son demasiado débiles. Primero, la bienaventuranza del alma no es una restitución de la vida perdida, sino la adquisición de una vida nueva. Además, esos dos testigos en el Apocalipsis resucitarán ante todos y serán elevados en cuerpo hacia el cielo, lo cual no se cumple en la bienaventuranza del alma. Segundo, la segunda solución tampoco es válida, porque Juan dice que esos dos testigos resucitarán antes del último día, mientras aún dura el estado de este mundo. Juan añade que sus enemigos sentirán gran temor por su resurrección y que poco después habrá un terremoto en el que perecerán siete mil personas. Tercero, la última solución tampoco es adecuada, ya que la Escritura dice que esos mismos que murieron serán resucitados y llevados al cielo. Hasta ahora, no hemos visto a ningún ministro luterano resucitar ni ascender al cielo. Además, Juan dice que Henoc y Elías predicarán vestidos de cilicio, mientras que los luteranos odian tanto el cilicio que, si lo tienen al convertirse en luteranos, lo abandonan de inmediato.

Segundo, se demuestra que Henoc y Elías vendrán en sus propias personas en los tiempos del Anticristo por el consenso de los Padres. Sobre Elías, lo afirman Hilario, Jerónimo, Orígenes, Crisóstomo y todos los intérpretes de Mateo 17. También lo afirman Lactancio en su libro 7, capítulo 17, Teodoreto en el último capítulo de Malaquías, Agustín en el tratado 4 sobre Juan, y Primasius en Apocalipsis 11.

Respecto a Henoc y Elías juntos, muchos que escriben sobre el Apocalipsis, como Beda, Ricardo y Arethas, también lo afirman. Arethas añade que toda la Iglesia lo cree invariablemente: que Henoc y Elías vendrán para oponerse al Anticristo. También lo afirman Damasceno en su libro 4, capítulo 28, Hipólito mártir en su discurso sobre la consumación del mundo, y el Beato Gregorio en los libros 21 y 9 de Moralia, así como Agustín en su libro 9 de De Genesi ad litteram.

Tercero, se prueba porque, de lo contrario, no se podría dar razón de por qué estos dos fueron arrebatados antes de la muerte y todavía viven en la carne mortal, para algún día morir. Aunque los judíos, como Rabi Salomón en el capítulo 5 de Génesis, dicen que Henoc fue muerto por Dios antes de tiempo porque era inconstante y cambiante, y afirman que Elías, cuando fue llevado en el carro de fuego, fue quemado completamente por ese fuego, y tal vez los luteranos piensen lo mismo al negar su regreso, los católicos sostienen con certeza que ambos viven en sus cuerpos.

Que Henoc no murió lo enseña el Apóstol en Hebreos 11: "Henoc fue trasladado para no ver la muerte". Y que tanto Henoc como Elías no han muerto y, sin embargo, morirán, lo enseñan claramente, además de los autores ya citados, Ireneo, Tertuliano, Jerónimo, Agustín y Epifanio.

Ireneo, en el libro 5, hablando de Henoc y Elías, dice: "Los presbíteros, que son discípulos de los apóstoles, dicen que ellos, que fueron trasladados, fueron llevados allí (al Paraíso terrenal) y permanecerán allí hasta el fin de los tiempos, contemplando la incorrupción".

Tertuliano, en su libro contra los judíos, capítulo 1, dice sobre Henoc: "Aún no ha probado la muerte, como candidato a la eternidad".

Epifanio, en su obra Ancoratus, dice sobre Henoc y Elías: "Estos dos permanecen en cuerpo y alma con la esperanza".

Jerónimo, en su epístola a Pammachius contra Juan de Jerusalén, dice: "Henoc fue trasladado en carne; Elías fue llevado en cuerpo al cielo, aún no han muerto y ya son colonos del Paraíso".

Agustín, en su libro De peccato originali, capítulo 23, dice: "No dudamos que Henoc y Elías vivan en los cuerpos en que nacieron".