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Si no lo sabes, ¡oh la más bella de las mujeres!, sigue las huellas de las ovejas, y lleva a pacer tus cabritas a los lugares de los pastores.

Él la nombra sin demora la más bella de las mujeres. No se ha escandalizado de sus manchas. Y dice que existiría un camino hacia él: seguir las huellas, el camino que recorren sus rebaños, camino que no solo ha sido recorrido por ellos, sino abierto, trillado. Y donde está el rebaño, allí está el pastor. El rebaño no puede fallar mientras va tras el pastor, porque es propio del rebaño el seguirle. Él no le muestra el camino que ella ha de seguir. La invita a hacer lo mismo que el rebaño, no le da ningún privilegio para ese seguimiento, sino que de alguna manera la humilla; pero elevándola: la más bella de las mujeres. Esto es más de lo que ella, la de la piel oscura, jamás hubiera esperado. Y luego recibe además una tarea: llevar esas cabritas. Él se inmiscuye en su trabajo. Ella ha de llevarlas hasta aquellos lugares. Su amor, que al inicio ella ha proclamado, le da a él derecho a determinar en su tarea. Él no le dice: ¡Ven!, sino lleva tus cabritas.

Si ella es la Iglesia, el Señor sabe entonces que es la mujer más hermosa, pues es la novia que Él mismo ha formado. Y ella ha de permanecer en las huellas que conducen hacia Él, no buscar el camino ella misma como individuo, sino, desde el centro de su tarea, ir hacia donde está el Señor. Al inicio no le dice para nada dónde descansa; no revela su misterio, sobre el cual es indagado. Ella aprenderá a conocerlo más de cerca, si es que sigue las huellas. Él tampoco dice: Entonces mi misterio será tuyo. Se reserva para sí el derecho de, vez por vez, regalar y descubrir algo más. Puede reservárselo con tanto más derecho, pues ella ya ha tenido una experiencia anterior. Él le da una cita, y si una amada recibe una cita de su amante, ya sabe lo que esto significa. Pero Él hará lo que quiere. Ella debe seguir. Y esto pone una distancia. Se presiente un seguimiento total de Cristo: el de los apóstoles, los santos, los intercesores… Tú sigue las huellas que han dejado los míos, aquellos que realmente me han seguido.