8, 5a
¿Quién es esta que sube del desierto, apoyada en su amado?
Se puede ver desde lejos cuán estrechamente los dos están abrazados. Ellos vienen juntos, vienen del desierto y, viniendo, se van alejando del desierto. Ellos caminan en y hacia la fecundidad. Esto es visible desde afuera. Antes Salomón vino del desierto, semejante a una columna de humo. Ahora son dos figuras que juntos forman una sola. Entre la gente se preguntan unos a otros, se interesan por ese ser-uno de los amantes; más por la reina, quizá ya estén habituados al rey. ¿Qué aspecto tiene esa Iglesia que viene con el Señor? Mientras duraba el Antiguo Testamento, la venida del Señor era una promesa. Pero no se vio quién lo acompañaba, qué compañera traería consigo. Y ahora se repite el misterio del principio: del mismo modo que Eva fue formada del cuerpo de Adán, así también surge la Iglesia a partir del Señor. Ella, como Iglesia, ya es un fruto del Señor. Si está encinta, ese embarazo proviene del Señor, pero Él ya ha dejado que ella misma surja como Su propia siembra.