4, 12-15

Huerto cerrado eres tú, hermana mía, novia, huerto cerrado, fuente sellada. Tus brotes, un paraíso de granados con frutos exquisitos: nardo y azafrán, caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso, mirra y áloe, junto con todos los bálsamos. La fuente del jardín es un manantial de aguas vivas que fluyen del Líbano.

Ahora él cerca todo el amor. Es como si por naturaleza la esposa fuera separada desde un principio de todo lo demás por su condición de ser esposa. Él expresa todo esto no como deseo propio, lo describe como si todo radicara en la esencia de su ser esposa. Desde el inicio está presente una exclusividad, descrita en la imagen del huerto cerrado, de lafuente sellada, del manantial. El cerrar sirve para dejarle libre a la belleza su espacio propio. Así, finalmente, la preciosidad de la novia es algo reservado al amor del novio. Él quisiera que ella sintiese esto desde el inicio, como algo que está en su naturaleza, que no le es impuesto desde fuera. Ella no ha de experimentar como un peso el estar abierta tan solo a él. Más bien, en esto ella debería ver la respuesta a su propio deseo.

Una vez que él se ha asegurado el seto vivo, habla de los frutos, de la preciosidad de lo que está encerrado, de su perfume. Él está en el trasfondo como el dueño y beneficiario de todo ese esplendor. A pesar de ello, se lo devuelve por completo: ella posee ese esplendor de antemano, y luego de haber insinuado delicadamente la intención que perseguía con esa caracterización, él se refiere otra vez a la fuente del jardín. Y resulta claro que el jardín y la fuente son suyos. La novia ha de asemejarse a ese jardín y, además, saber que ella es su jardín. La fuente que allí fluye es un manantial de aguas vivas; vivas ya que por esa fuente el jardín se mantiene vivo y produce frutos. La novia debe saber una vez más que su totalidad cerrada sirve a la fecundidad. El agua que fecunda al jardín viene del Líbano, de donde era oriunda la novia antes de conocerle. Así, descendiendo, ella posee una fuente que pone a disposición del esposo. Toda la exclusividad de ese amor ahora es fundada nuevamente en la fecundidad. Y aquí se ve mucho mejor que antes cuánto le es dado a la novia pertenecer solo a uno. Ella no puede presentarle a él los hijos de otros.

A la Iglesia se le impone la misma exclusividad. Ha de pertenecer solo al Señor. Menos que nadie puede ella servir a dos señores; debe albergar en su casa todo lo que es del Señor. Puesto que el Señor continuamente la hace ser y la forma desde sí mismo, su fruto solo puede ser de Él. En lo que ella es, debe volver a donar lo que el Señor le da. Reflejar la esencia de Él en sí misma. Y si ella tiene en sí un manantial de aguas vivas, que es su propia fuente, sabe que esa fuente le fue dada por el Señor y que ha de fecundar lo que Él ha puesto en ella. El Señor conduce a los hombres a la Iglesia y le regala a ella la fuente que fecunda, pero la Iglesia ha de conducir a los hombres al Señor en una fe que se ha hecho fecunda. Y cada miembro, para llegar a la fe, debería participar en la comunión del Señor con la Iglesia cual fuente viva. Nadie puede llegar a una auténtica fecundidad en el aislamiento de la cima del Líbano.