7, 1
¡Vuelve, vuelve, Sulamita, vuelve, vuelve para que te miremos! ¿Por qué miráis a la Sulamita, como en una danza en rueda de dos coros?
Ella no debe esconderse en la arboleda, sino mostrarse a las miradas. No debe aislarse, ella es una de las que están en torno al rey. Pues todos los que le pertenecen tienen un derecho a ella.
ienen un derecho a ella. Y si ella es la que fue acogida de nuevo en la Iglesia, entonces ha de estar allí donde está el Señor. No se debe retirar, tampoco ha de hacer de su prueba en lo profundo del valle la cosa principal de su vida. En este pedido para que vuelva no existe ningún reproche, sino la continuación de una orden que le fue dada. El pedido es parte de la alabanza del rey.
La novia pregunta qué se quiere ver y admirar en ella. Ella se abandona al juego, se ha, pues, mostrado. Pero quisiera saber qué es lo que debe mostrar. ¿Se quiere ver su baile, el encanto que tiene para regalar?
Y si ella era la perdida, ahora se pone a disposición, ofrece como esposa del Señor lo que ella ha aprendido para Él. Si es algún creyente, entonces le mostrará con gusto lo que alegra a su Señor, tan pronto se lo pida. Está a disposición, disponible para toda la Iglesia.