CAPÍTULO LV: Sobre el retorno y el cálculo detallado de ambas epactas

Sin embargo, porque quien memoriza el ciclo del sol y de la luna comprende muy fácilmente el día de Pascua o los demás ciclos del tiempo, excepto en lo que respecta a multiplicar y dividir esos mismos ciclos por diecinueve y por veintiocho, todo calculador debe recordar que las mismas concurrencias del sol se repetirán en el trigésimo año a partir de ahora, así como en el próximo, en el sexagésimo como en el cuarto, en el nonagésimo como en el sexto, en el centésimo vigésimo como en el octavo, en el centésimo quincuagésimo como en el décimo, y las demás de esta manera volverán. Pues en cualquier número de años transcurridos que desees conocer las concurrencias, observa cuántas veces tiene XXX, y con la parte trigésima duplicada, conocerás la concordancia de los años que giran. Por ejemplo, trescientos tienen diez veces XXX, y por lo tanto las mismas concurrencias en el año CCC que en el XX serán futuras, si queda algún residuo, también lo añadirás.

Del mismo modo, el orden de las concurrencias también se aplica a los tiempos pasados. Asimismo, porque el ciclo lunar es de diecinueve años, las epactas del año presente regresan en el vigésimo año, en el cuadragésimo a partir de ahora, en el sexagésimo del tercero, en el octogésimo del cuarto, en el centésimo del quinto, en el centésimo vigésimo del sexto, en el centésimo cuadragésimo del séptimo, en el centésimo sexagésimo del octavo, en el centésimo octogésimo del noveno, en el ducentésimo del décimo, y las demás de manera similar. Esto también debe entenderse igualmente sobre la luna decimocuarta de Pascua y las demás que están incluidas en el ciclo de diecinueve años. Un calculador diligente podrá anotar de esta manera incluso los ciclos más largos de los tiempos futuros, recordando siempre que también el estado del pasado concuerda. Parece digno de recordar que algunos, por la brevedad del cálculo, transfieren el orden de ambos ciclos, tanto el solar como el lunar, a los nudillos; pues como la mano humana tiene nudillos, junto con las uñas, X y IX, asignando a cada uno de estos un año, comienzan el curso lunar en la mano izquierda desde la raíz del pulgar y lo completan en la uña del dedo meñique.

Asimismo, porque ambas manos tienen nudillos, excepto las uñas, XXVIII, asignan a cada uno de estos un año, comenzando desde el meñique de la mano izquierda y completando en el pulgar de la derecha, no como en el ciclo lunar, liberando cada dedo en orden para el número, sino por la razón del cuarto, señalando cada cuatrienio transversalmente por cuatro dedos, de modo que los tres nudillos de los dedos más pequeños contengan tantos años bisiestos; asimismo, los tres nudillos de los dedos siguientes a los más pequeños expliquen tantos años próximos a los bisiestos, los segundos de manera similar a los segundos, y los terceros dedos abarquen tantos años en igual proporción; además, el séptimo bisiesto con tres años siguientes a él reclama para sí dos nudillos de los pulgares. De esta manera, o de cualquier otra que el calculador desee ordenar, las manos recibirán con gusto el ciclo de ambos astros. Pero los innumerables aspectos de esta disciplina, al igual que las demás artes, se transmiten mejor por el discurso de la voz viva que por el oficio del estilo que escribe.