CAPÍTULO XXVII: Sobre la magnitud o el defecto del sol y la luna

Sobre la magnitud o el defecto del sol o de la luna, Plinio el Viejo en su obra magnífica Historia Natural describe así: «Es evidente que el sol se oculta por la intervención de la luna, y la luna por el objeto de la tierra, y se devuelven los turnos, siendo los mismos rayos del sol retirados de la tierra por la interposición de la luna, y de la luna por la tierra. Cuando esta última se interpone, se producen repentinamente tinieblas, y nuevamente la sombra de aquella debilita el astro: pues no es otra cosa la noche que la sombra de la tierra. Ambos defectos son fijos y no mensuales, debido a la oblicuidad del zodíaco y a los múltiples giros de la luna, como se ha dicho, no siempre coincidiendo en los detalles del movimiento de los astros. Esta razón eleva las mentes mortales al cielo, y como si desde allí contemplaran, revela la magnitud de las tres partes más grandes de la naturaleza; pues no podría el sol ser totalmente ocultado a la tierra por la interposición de la luna, si la tierra fuera mayor que la luna. Se revela con mayor certeza la vastedad del sol, de modo que no es necesario investigar su amplitud con los argumentos de los ojos y la conjetura del espíritu, siendo inmenso, quien proyecta las sombras de los árboles extendidos en los límites a millares de pasos con intervalos iguales, como si estuviera en el medio de todo el espacio.» Y poco después: «Es cierto, dice, que el defecto del sol no ocurre sino en la luna nueva o en la primera, lo que llaman coitus (coito), y el de la luna no ocurre sino cuando está llena y siempre lo más cerca posible; sin embargo, todos los años ocurren defectos de ambos astros, en días y horas fijos bajo la tierra; y sin embargo, cuando ocurren arriba, no siempre se pueden ver, a veces debido a la niebla, más a menudo por el globo de la tierra que obstruye las convexidades del mundo, descubierto por la sagacidad de Hiparco dentro de doscientos años.»

Pero para no parecer que completamos el capítulo solo con las palabras de un hombre gentil, también busquemos lo que los doctores de la Iglesia han sentido sobre esto. El Beato Jerónimo, interpretando la sentencia del Evangelio, donde se dice que en la pasión del Señor se hicieron tinieblas sobre la tierra: «Quienes escribieron, dice, contra los Evangelios, sospechan de un eclipse del sol, que suele ocurrir en tiempos de primavera y verano, interpretado por los discípulos de Cristo por ignorancia sobre la resurrección del Señor, cuando el defecto del sol nunca ocurre sino al amanecer de la luna; sin embargo, nadie duda de que en el tiempo de la Pascua la luna estaba completamente llena.»