CAPÍTULO XLII: Sobre el salto de la luna

Sin embargo, de este salto parece verosímil que el lugar y la hora de la incensión lunar se produzcan más rápidamente de lo que comúnmente se piensa. Pues, ¿cómo podría ser que durante diecinueve años sea necesario restar un día del número habitual de días lunares, si no fuera porque alguna velocidad del giro lunar lo provoca gradualmente a lo largo de todo el ciclo de diecinueve años? De manera similar, se ha demostrado que la lentitud del curso solar hace que se añada un día a su curso cada cuatro años. Sin embargo, aunque el orden de esta velocidad y, por así decirlo, anticipación no es fácilmente evidente, su medida no está oculta. Es sabido que esa disminución y sustracción de un día, que de alguna manera se completa en diecinueve años, se incrementa cada año por una hora, un punto y una diecinueveava parte de un punto. Un día tiene veinticuatro horas, de las cuales, al distribuirlas en los diecinueve años del ciclo de diecinueve años, quedan cinco; multiplica estas por cuatro, ya que una hora consta de cuatro puntos, resultan veinte; asigna uno a cada año, y queda uno: divídelo por diecinueve, y verás que para completar el salto lunar, como dijimos, anualmente se incrementa una hora, un punto y una diecinueveava parte de un punto.

Por lo tanto, la incensión de la luna no se celebra en los mismos momentos o climas del cielo, sino siempre algo más temprano que en el mes anterior, de modo que en el año decimonoveno se salta un día. Sin embargo, en diferentes lugares del ciclo de diecinueve años, diversos calculadores han considerado que este mismo salto lunar debe interponerse, es decir, el mes lunar, que en otros años solía tener treinta días, debe hacerse de treinta días; y la razón natural es evidente, ya que todos estos incrementos o disminuciones del sol y la luna deben comenzar y terminar en las partes de los equinoccios, donde fueron creados por primera vez, el sol en el equinoccio de primavera y la luna en el de otoño. Por ejemplo, Anatolio, quien muy acertadamente determina el inicio de los meses y la cabeza de todo el ciclo en el equinoccio de primavera, no coloca esta mutación de la luna al principio o al final de su ciclo de diecinueve años, sino en el decimocuarto año, que es el último de la ogdoada, haciendo que ascienda en el equinoccio de la octava a la vigésima. Por el contrario, Victorio consideró que esta luna debía intercalarse en el tercer año hacia el final de la ogdoada, convirtiéndola de la cuarta a la decimosexta de las Calendas de Enero.

Por su parte, los egipcios, con cuya opinión ahora concuerda la Iglesia católica, asignan esta misma mutación al primer año del ciclo de diecinueve años, haciendo que las epactas lunares anuales, cuyo lugar es el 11 de las Calendas de Abril, salten de la decimoctava a ninguna. Por lo tanto, completan ese mismo año, si no es bisiesto, en trescientos cincuenta y tres días. Esto también parece ser mencionado por Dionisio en su carta, cuando dice: «Desde la decimoquinta luna de la fiesta pascual del año, por ejemplo, anterior, hasta la decimocuarta del siguiente, si es un año común, tendrá 354 días; si es embolismal, 384. Si ocurre un día más o menos, es un error evidente, excepto en el primer año del ciclo de diecinueve años mencionado, que contamos desde la decimocuarta luna de la Pascua del último, es decir, del decimonoveno año hasta la decimocuarta luna del mismo primer año.» Por esta razón, el mismo último retiene entonces las epactas, es decir, las adiciones lunares de dieciocho, y en el primer año no acomoda once días, como suele hacerse en los demás años, sino doce. Y como se completan al final de treinta días, no se colocan epactas al principio del ciclo. El segundo año, sin embargo, recibe once epactas. Y por eso, como dijimos, desde la decimoquinta luna de la Pascua del primer ciclo, hasta el final de este en años comunes y embolismales, no hay duda de que encontramos los días prefijados. Por lo tanto, esta diversidad obliga a considerar que Victorio cree que la luna tiene la misma edad que nosotros solo en los primeros seis años del ciclo de diecinueve años. Pues después, con la inserción del salto, siempre la tenemos un día mayor hasta que también nosotros, al completar el ciclo, la insertamos; este salto, de hecho, parece más apropiado devolverlo el día 12 de las Calendas de Abril, debido a la mencionada origen de la condición de los astros, para que la luna del mes de marzo, que en ese día es la vigésima novena, se convierta en la novena. Pero hay quienes piensan que esto debe hacerse en la luna del mes de noviembre, para que, una vez resueltos estos impedimentos al final del año anterior, puedan comenzar el nuevo año con un cálculo libre, siguiendo el ejemplo de los egipcios, quienes se dice que lo hacen en el penúltimo mes de su año, que es nuestro julio. Pero ya sea aquí, allí o en otro lugar, es necesario, si no me equivoco, contar tres meses consecutivos de veintinueve días.