Epístola 102: R102: Hildegard von Rupertsberg a Abades de Borgoña

Respuesta de Hildegarda.

¡Oh personas que, por la gracia de Dios, estáis en la vocación pastoral del Señor! Aprended de la primera vocación de Adán, cuando Dios le dijo: "¿Dónde estás?" después de que se convirtiera en transgresor por desobediencia. Entonces, su nombre era como tierra oscura, pero Dios le dio vestiduras, sabiendo que, por él, tomaría la túnica de la humanidad. En esta misma túnica, lo llamó con clara voz de misericordia, cuando el hijo pródigo, recordando su situación, dijo: "¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen pan en abundancia, y yo aquí perezco de hambre!". Y su padre lo recibió con alegría.

A vosotros, maestros, os corresponde ver con el primer ojo de claridad, que Dios llamó a Adán por un camino ajeno, es decir, por el beso de la humanidad en el ternero cebado, diciendo así: "El hombre pereció por la desobediencia, pero lo redimiré por la penitencia". Subid al monte alto y haced tabernáculos en el valle, y permaneced en ellos mucho tiempo. Pues cuando miráis hacia arriba, siguiendo a Dios, ascendéis al monte, y también miráis a la profunda humildad, ya que el Hijo de Dios, en su humanidad, llevó al hombre entero. Y en todas vuestras obras, es decir, en vosotros mismos y en los demás, observad la humildad y perseverad en ella por mucho tiempo.

Cuidado, pues, de que vuestra mente no sea como un monte negro, donde el hierro se convierte en carbones ardientes por las artes de los herreros. Esto es como los malos hábitos en mala costumbre, a veces pensando, a veces deseando, a veces haciendo cosas que son inútiles y que no preparan la santidad, sino que causan daño por la lascivia. Huid de estas cosas, soldados de Dios, y contemplad aquella luz que habéis probado un poco, y levantad rápidamente hacia la santidad, porque no sabéis cuándo llegará el fin. Pues Dios dio la racionalidad al hombre. Porque, por la palabra de Dios, el hombre es racional, pero la criatura irracional es como un sonido. Así, Dios constituyó toda criatura en el hombre. Y a la racionalidad le dio dos alas, una ala derecha que significa el buen conocimiento, y la ala izquierda que significa el mal conocimiento. En estas alas, el hombre está, como si fuera un ser alado, y también como si fuera día y noche. Pues cuando el día oprime a la noche en el hombre, el hombre se llama buen soldado, porque supera el mal con fuerza militar. Por lo tanto, vosotros, hijos de Dios, luchad por Cristo durante el día y evitad la niebla que nubla el día en la quietud de la mente, y también evitad las insidias nocturnas que hablan con exceso de voluntad propia en la expansión del corazón, y sed como el día que es tocado por el rocío al amanecer y luego se templa en una calma agradable. Probando todo con discreción y proveyendo rectamente lo que es bueno para vosotros y para los demás. Por tanto, habitad en las cavernas de la paloma con pura simplicidad, para que tengáis la voz de júbilo y salvación en los tabernáculos de los justos.

Pues Dios puso la voz vital del aliento de vida en la racionalidad, es decir, la voz de júbilo que ve y conoce a Dios en la fe con buen conocimiento. Y esta misma voz resuena en la trompeta bien sonante con obras de benevolencia. Esta voz tiene el abrazo de la caridad, de modo que incluso recoge a los mansos con humildad y unge las heridas con misericordia. La caridad también fluye con la corriente de agua del Espíritu Santo, es decir, con la paz de la bondad de Dios. La humildad también prepara un jardín con todos los frutos de la gracia de Dios, que tiene el círculo de toda la verdura de los dones de Dios. La misericordia, por su parte, suda bálsamo para todas las necesidades que afectan al hombre. Esta misma voz de caridad suena en la sinfonía de todas las alabanzas de la salvación. También suena en lo alto por la humildad, donde ve a Dios y donde lucha contra la soberbia con victoria. Esta voz, por la misericordia, clama con voz lacrimosa y gozosa, porque reúne a los pobres y cojos hacia sí y pide ayuda del Espíritu para cumplir todas estas cosas con buenas obras. Esta voz resuena en los tabernáculos, donde los santos brillan con las construcciones que se prepararon en este siglo. Vosotros, hijos de Dios, uníos a la voz de los buenos, donde están los justos, y Dios os recibirá porque os quiere, y viviréis eternamente.

Lo que pedís de que la matrona sea fecundada con ayuda, está en la voluntad y poder de Dios, porque él sabe dónde conceder descendencia y dónde quitarla, ya que no juzga según la vista de los hombres, sino según el juicio interior. Pues porque lo pedís, oraré a Dios por ella, pero que Él haga lo que dispuso hacer piadosa y misericordiosamente.