Epístola 91: R91: Ludwig von St. Eucharius in Trier a Hildegard von Rupertsberg

Ludwig, Abad de San Eucario a Hildegarda.

A la santa y consagrada virgen Hildegarda, su querida madre, de Ludovico, solo de nombre abad de San Eucario, saludos y afecto de tanta devoción que, si alguien más supiera, parecería ridículo saber lo que no se puede saber. Sería muy risible si las águilas saludaran a las mariposas, si los ciervos saludaran a las pulgas, si los leones enviaran cartas a los gusanos. Así, más que así, es asombroso, o para decirlo más verdaderamente en broma, que un pecador, con poca o ninguna habilidad en las artes divinas o humanas, presuma escribirte a ti, a quien Dios ha maravillado con una prerrogativa tan alta y distinguida de castidad y con una excelencia de ingenio tan notable que no solo superas las agudezas de los filósofos y dialécticos, sino incluso las de los antiguos profetas.

Sin embargo, no negarás, madre piadosísima, tu acostumbrada benignidad a mi temeraria presunción de buscar tu perdón, cuando la causa de escribir es la audacia de la familiaridad. Y la dificultad del camino no me disuadirá de escribirte y de venir a ti frecuentemente, mientras la utilidad de tus palabras me invite, siendo tanto más grata cuanto mayor ha sido el esfuerzo para conseguirla. Porque apreciamos más lo que adquirimos con esfuerzo.

Por tanto, que no te moleste mi imprudencia, pues las fuerzas que la debilidad de tu cuerpo te niega, la caridad compasiva las administrará. Espero con gran deseo las cartas prometidas por ti, que no debes demorar en enviar por el portador de este mensaje. También te ruego que me escribas sobre lo que te parezca con respecto al asunto que te ha sido encomendado.

Adiós.