Epístola 199: R199: Hazecha von Krauftal a Hildegard von Rupertsberg

Hazecha, abadesa de Krauftal, a Hildegarda:

A la amadísima señora Hildegarda, iluminada divinamente por el santísimo don de las visiones verdaderas y divinas, Hazecha, de Krauftal, abadesa solo de nombre, os envía sobreabundantes deseos de la perfecta caridad.

Vuestras palabras, mi señora, fluyen desde vuestra santísima alma, desde esa altura de contemplación vuestra, como desde la cima de los eternos montes, hacia la más profunda de las demás almas en los valles, como lluvia sobre la hierba y como gotas sobre el pasto, regándolas, infundiéndolas y haciéndolas germinar, brotando un germen sin espinas, haciéndolas germinar con vivos deseos de lo celestial, avanzando con un aroma maravilloso hacia el trono de la gloria del Dios supremo.

Por lo tanto, yo, vuestra sierva, deseo ver las cartas de vuestra santidad y ser reconfortada por la dulcísima consolación de vuestras palabras, como por la suave brisa de un viento que refresca. Porque, mi madre y señora, toda mi esperanza, seguridad, refugio y protección dependen de vuestra maternidad después de Dios. Por eso, recurro solo a vos y me encomiendo a vuestro consejo y auxilio después de Cristo.

Por lo tanto, os ruego nuevamente y suplico misericordiosamente que oréis a Dios por mí, y que, benignamente, me indiquéis qué debo hacer respecto a mis muchos excesos, en los cuales, tanto en el peso del nombre que se me ha impuesto como en otras transgresiones, fallo, como he suplicado antes. Pues temo y estoy muy asustada de incurrir en la ofensa de Dios.

Que estéis bien.