Epístola 172: R172: Hildegard von Rupertsberg a Abadesa D. von Lippoldsberg

Respuesta de Hildegarda.

El día ilumina la claridad, y la noche oscurece las tinieblas. Pero si la noche quisiera luchar contra el día, no podría extinguirlo. Si, en cambio, el día quisiera superar a la noche, tendría la posibilidad de vencerla. Que la verdadera luz esté contigo, la que Dios previó para el hombre en el primer día.

Porque el padre ama al hijo, aunque lo vea salir fuera, mientras ese hijo no busque el tiempo de pecar, como si Dios no existiera. Dios ve tu alma en la errancia de tu mente, pero, no obstante, tu mente desprecia los pecados ilícitos que desgarran el alma. Por eso, te veo como un resplandor brillante del sol a través de la inspiración del Espíritu Santo, que no toca en absoluto el exilio de la perdición, sino que mira hacia el sol como el águila, a través de la penitencia, que es la madre más dulce. Por eso Dios te ama profundamente. Ahora vive para siempre.