Epistola 129: R129: Preboste N. von Cappenberg a Hildegard von Rupertsberg

Preboste en Cappenberg. A Hildegarda, su señora reverenda, virgen y esposa de Cristo, el hermano N., prelado de los siervos de Dios en Cappenberg, le desea la recompensa de la santa virginidad y la corona perpetua por su piadosa vida. La fama de vuestra religiosidad y de la vida aceptada por Dios se ha esparcido por toda la Iglesia, deleitando a muchos como el aroma del bálsamo y de otros perfumes. Nosotros, en nuestras celdas, casi como en cuevas subterráneas, finalmente hemos comenzado a percibir ese aroma. Por ello, yo, el más humilde de todos, deseando seguir ese aroma, había decidido ir a vos. Pero, impedido por la gran tormenta de tempestades y huracanes que sacude y agita a toda la Iglesia en este momento, temiendo por mi situación y por mi cuerpo, no he podido llegar. Sin embargo, os ruego, por Cristo que habita en vos, que escuchéis al portador de estas cartas, nuestro amado hermano, como si yo mismo estuviera presente. Lo he enviado a vos para consultar el espíritu de Dios que reside en vos sobre el estado actual de nuestra Iglesia. No os desdeñéis de comunicarme lo que sea de Dios, lo que sea de caridad, lo que sea de piedad, para que nosotros, consolados por él, quien consuela a muchos en vos, podamos respirar aliviados. No os presumimos amargar vuestra dulzura con palabras toscas. Sin embargo, os suplicamos fervorosamente que no os desagrade indicar algo al hermano presente, y que al final respondáis brevemente en la última parte de esta pequeña carta. Con todos los que os han sido confiados por Cristo, permaneced en Cristo y recordadme a mí por Él y para Él.