Epístola 155: R155: Abadesa M. von Wechterswinkel a Hildegard von Rupertsberg

De la abadesa en Wechterswinkel. A Hildegarda.

A Hildegarda, señora y madre amadísima, y digna de toda alabanza, M., llamada por la gracia de Dios abadesa en Wechterswinkel, con todas sus hermanas, envío filial afecto y total sumisión. Dado que hemos sabido, por la gracia de Dios, que el perfume de vuestra santidad se ha difundido por el mundo de manera tan amplia y extensa, que ahora las insignias de vuestras virtudes son recomendadas con digna veneración por todos los hijos de la Iglesia en todo el mundo, nosotras también, aunque indignas, deseando ser inscritas en el privilegio de vuestro especial afecto maternal, nos alegramos por todos los medios de vuestra gran dignidad, en la medida de nuestra pequeñez.

Por tanto, dulcísima madre, imploramos con todo el afecto de nuestro corazón que os dignéis acogernos como hijos y protegernos con el amparo de vuestras santas oraciones, para que, con la ayuda de vuestros santísimos méritos, podamos merecer llegar al final del camino emprendido. Por mi parte, que parezco destacarme de las demás no por méritos, sino solo por la dignidad del nombre, me encomiendo con devoción singular a vuestra santidad con fervientes oraciones, rogando que, por la piadosa intercesión de vuestras oraciones, pueda cuidar de las ovejas que me han sido encomendadas de tal manera que, junto con ellas, me haga digna de participar en la vida eterna.

Sabed que siempre he deseado recibir algo de vos, para poder conservar vuestra memoria, a saber, cartas de exhortación, que por amor de Dios observaré siempre con ánimo dispuesto. Algunas de nuestras hermanas, que os abrazan con especial afecto, se encomiendan en todo a vuestras purísimas oraciones.