Epístola 14: R14: Hildegard von Rupertsberg a Christian I von Buch

Respuesta de Hildegarda.

La visión mística te dice: Oh tú, persona de prelacía, establecido por Cristo mismo, así como todo poder proviene de Dios. A Dios no se ha encontrado igual. Él es el padre de todos, porque de Él proceden todas las cosas y, por lo tanto, las gobierna. El sacerdote está en el oficio sacerdotal porque, a través del puro sacrificio en el que Dios se hizo hombre, liberó al hombre. Pues en ese juramento está escrito: “Juró el Señor y no se arrepentirá, tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. Dios, en efecto, predestinó en sí mismo hacerse hombre sin ninguna mancha de pecado, sin ninguna necesidad de penitencia reparadora, y sin ninguna mezcla o división que existan en el hombre con los pecados, para vencer el mal tal como se prefiguró en Melquisedec.

Pero tú, oh hombre, que estás en el día antes de que llegue la noche cuando ya no podrás trabajar más, esfuérzate para que, en el verdadero poder, enseñes a tu pueblo los preceptos de Dios y lo gobiernes en la recta justicia, como Dios lo gobierna, y con gran dedicación lo tengas en misericordia, porque Dios mismo lo liberó. Pues de esta manera, magistratura, dominio y poder provienen de Dios. Y también, hazte amigos de la riqueza injusta mediante la misericordia, para que cuando fallezcas, te reciban en las moradas eternas.

Ahora, oh padre y maestro después de Cristo, escucha a la humilde forma que escribe estas cosas desde la verdadera luz, para que extiendas ayuda a todos los que están en necesidad y acuden a ti, para que por la alegría que les brindes, seas recibido en el gozo de las moradas eternas, y vivas para siempre en la eterna bienaventuranza para la cual Dios te creó.