Epístola 65: R65: Manegold von Hirsau a Hildegard von Rupertsberg

A Hildegarda, del abad de Hirsau:

Santísima señora y madre, Hildegarda, de M., indigno abad de Hirsau, os envía oraciones con obsequio. He oído que en Cirene hay una fuente de agua que fluye con vino, y tú, buena madre, eres como una fuente entre los alamanes, donde entran y salen aquellos que beben de ti, y eres como un seno de especias y como una pupila para las cosas. Pues tú, mi señora, extraes y viertes, y en formas específicas te manifiestas, y en lo práctico te conviertes en teoría, y eres vista y movimiento. Por lo tanto, desde hace mucho tiempo he tenido el impulso de amarte, honrarte, admirarte, servirte a ti y a los tuyos, y en todo ser tuyo y de los tuyos, tanto en palabra como en obra, con mis oraciones y obsequios tanto como me es posible. Te ruego, mi madre y señora, que me recuerdes en tus santísimas oraciones, que ames humildemente a quien te ama, que reconozcas en Cristo a quien te reverencia, y que me escribas de nuevo, rogando a Dios.