Epístola 94: R94: Hildegard von Rupertsberg a Abad W. von Bouzonville

Respuesta de Hildegarda.

En la visión que mi alma frecuentemente ve al estar vigilante, observo en tu lugar un torbellino como en una alternancia de nube resplandeciente y negra y turbulenta, y el mismo lugar muy agitado. Pero en tu alma veo tres colores: primero en la negrura de la malicia y la ira; segundo en el humo del gusto de la inutilidad; y tercero en la semejanza de la aurora resplandeciente de la benevolencia y del suspiro que anhela a Dios. Sin embargo, veo una gloriosa luz en algunas personas de tu comunidad que asciende, y por eso Dios sostiene ese lugar con su ayuda.

Tú, buen pastor, mira ese campo que está bendecido por Dios en la plenitud de los frutos, y sobre el cual viene una nube negra que lo daña mucho y hace que su fruto sea peor que antes. Esto es el tedio y la maldad que están en el corazón de aquel que conoce el bien y puede realizarlo, pero que en ambas partes, es decir, el tedio y la maldad, ocupa su mente y así se impide de hacer buenas obras.

Hijo de Dios, huye de esto y trabaja en el campo fructífero con el fuego del Espíritu Santo antes de que llegue el día en que ya no puedas trabajar más.