Epístola 21: R21: Eberhard von Biburg a Hildegard von Rupertsberg

El arzobispo de Salzburg. Para Hildegarda.

De la iglesia de Salzburg por la gracia de Dios ministro y arzobispo, aunque indigno, a Hildegarda hermana y maestra de San Roberto en Bingen. Cualquier cosa que valga la oración del pecador, y después del trofeo de esta carne entrar en los abrazos del esposo celestial con las vírgenes prudentes.

Yo, pecador, colocado en el valle de las lágrimas, golpeado por muchos torbellinos y tempestades del siglo, temores internos, luchas externas, sufrido, insistentemente solicito tu amor para que te dignes derramar oraciones por mí. Que la divina misericordia abra sus entrañas de piedad sobre mí y me libere clementemente de todas las tribulaciones. Porque el emperador intenta imponernos violencia por el cisma que ahora existe en la iglesia. Tu caridad debe recordar, virgen digna de Dios, que cuando estaba en Maguncia en la corte de ese mismo emperador, me recomendé atentamente a tus santas oraciones para que, a través de tu intercesión, el estado de mi vida tuviera progreso en el Señor y feliz consumación. Por eso también prometiste a mi pequeñez que, al recibir mis cartas, no te disgustaría responderme según lo que el Señor se dignara revelarte.

Este débito de la promesa requiere mi pequeñez de tu santidad. Adiós, virgen de Dios, y acuérdate de mí. Sin embargo, cualquier cosa que sea lo que respondas, ponla bajo sello.