Epístola 77: R77: Abad H. von Kempten a Hildegard von Rupertsberg

Abad de la iglesia de Kempten a Hildegarda.

A Hildegarda, esposa de Cristo, pero sierva aceptada por Dios y los hombres, yo, solo de nombre abad de la iglesia de Kempten, te ofrezco devoto servicio con constante oración. Bendito sea Dios, cuyo espíritu sopla donde quiere y ha acostumbrado a llenar y enriquecer los rincones de tu corazón con la dulzura de la armonía celestial, de modo que te ha hecho admirable y venerable tanto para hombres como para mujeres. Ya la fama de tu santidad se ha difundido ampliamente, porque es evidente que el Poderoso ha hecho grandes cosas por ti, y no hay duda de que ha considerado a su humilde sierva, vertiendo en ti cosas inauditas para todos. Ya el Rey celestial te ha tomado de la mano y te ha llevado como esposa e incluso como hija, y conduciéndote según su voluntad, te ha introducido en su cámara, donde apoyada en tu amado has merecido escuchar sus secretos y anunciarlos excelentemente a los mortales.

Estas cosas son propias de tu santidad, que según hemos conocido por informes, escuchaste desde los mismos comienzos de tu infancia. "Escucha, hija, y mira", y otras cosas similares. Y nosotros, lo que hemos oído y conocido, lo hemos visto. Por tanto, para que Aquel que ha comenzado en ti perfeccione la eficacia de su poder, pedimos con todas nuestras fuerzas que también tú te encargues de suplicar por nuestros pecados y que, humildemente, nos comuniques algo revelado divinamente sobre nuestro estado y el de nuestra iglesia.