Epístola 265: R265: Capitulo Catedralicio von St. Martin a Hildegard von Rupertsberg

El convento de hermanos de la casa en Maguncia a Hildegarda.

A la señora queridísima, madre santísima, sierva de Cristo y maestra de las hermanas en el monasterio de San Roberto en Bingen, Hildegarda:

Todo el convento de hermanos de San Martín en la casa de Dios, con el consentimiento de caminar, y en este valle de lágrimas para agradar al esposo de las vírgenes. Porque es justo que en nuestras causas busquemos la voluntad de Dios. Nos refugiamos en la clemencia de vuestra piedad, en la cual el inusual e inaudito don divino con el que Dios os ha mirado y os ha enriquecido maravillosamente, no para vuestro uso exclusivo, sino para la conversión de muchos por orden de Dios. Pues habiendo visto y oído los milagros que el Señor realiza a través de vos, ofrecemos, aunque indignas, alabanzas a Él. Pero, como muchas veces hemos descuidado a Dios, somos abatidos por muchas tribulaciones, afectados por infinitas calamidades, sometidos a innumerables angustias. Y para no perecer completamente desesperados, es tan necesario como justo que nos refugiemos en aquellos que aman a Dios con todo su corazón y han elegido la mejor parte con María, y busquemos su consejo y ayuda.

De personas verídicas se nos ha informado que habéis escrito algo sobre el error de los cátaros, tal como lo habéis visto en la visión de los secretos de Dios, lo cual deseamos con toda devoción que nos transmitáis, porque creemos más en la revelación y respuesta divina que en la humana. Por tanto, nos encomendamos a vuestras santas oraciones, pidiendo que lo que vuestro esposo, el Señor Jesús, se digne revelaros sobre estos asuntos, lo hagáis escribir para nosotros con buena voluntad, como os corresponde. Que estéis bien.