Epístola 85: R85: Berthold von Zwiefalten a Hildegard von Rupertsberg

Abad de Zwiefalten a Hildegarda.

A Hildegarda, sierva de Dios del monte de San Roberto en Bingen, de B., abad de Zwiefalten, polvo y ceniza, todo lo que pueda la oración de un pecador.

Hace mucho tiempo que deseo tu conversación y he querido clamarte de boca a boca acerca de las injurias y tribulaciones que los crueles perseguidores me infligen, mientras intentan reducirme a la nada. Aunque las consolaciones de tus palabras a menudo me han hecho más alegre, debido a su oscuridad, pues no las entendía completamente, me he vuelto más triste. Por eso, enviando un mensajero hacia ti, golpeo tus oídos con peticiones lacrimosas y miserables, para que, según la capacidad de mi pequeño entendimiento, inquieras la voluntad de Dios sobre las angustias que nos aquejan y me envíes algún consuelo por carta.

Temo mucho que mi mente se disperse en la tormenta de tribulación inusual y que me sumerja en el profundo mar de la desesperación.